Ian.
Se me formó un nudo en la garganta. Sentía como mis rodillas temblaban, al igual que mis manos, pies y frente sudaba de nervios, miedo y claro... culpa.
Culpa, todo lo que estaba sucediendo no era más que mi maldita culpa. Si tan solo no hubiese encontrado ése estúpido reto en ése libro, mis amigos y yo no estuviéramos envueltos en ésta situación. Pero como diría mi madre, el hubiera no existe.
Ahora mismo debería estar concentrándose en salir vivo de este lugar, pero mi subconsciente no me dejaba en paz por ningún momento. Culpa, miedo, nervios, pánico, horror. Todo eso hacía que se me re volviera el estómago y me siento era un poco mareado. A pesar de que estoy en compañía de Daphne, Lysa y Terence me sentía solo, vulnerable y frágil.
—De hecho, tienen un tiempo aproximado de unas tres horas para salir de aquí, de lo contrario morirán lentamente.
Ésas palabras se repentina una y mil veces en mi cabeza. Tres horas para encontrar una salida, si es que había una ya que por lo que podía apreciar a mis alrededores nadie había logrado salir de éste lugar.
En el poco tiempo que llevábamos de camino nos habíamos encontrado con dos cuerpos, un chico, y una chica. Ambos con los brazos mutilados y el cuello muy lastimado, como si alguien hubiese raspado la piel con un cuchillo para dejarla únicamente con la carne expuesta y que la sangre escurrir por el cuello.
Como era de esperarse, el olor era nauseabundo y tuvimos que contener la respiración por un muy buen rato. En ocasiones teníamos que inhalar un poco ese aroma ya que tardaremos un poco en avanzar. Y es que debíamos procurar poner atención en donde ponemos los pies ya que habían muchas cosas tiradas en el piso con las que podríamos resbalar fácilmente. Todo eso mezclado con la poca luminosidad del lugar hacían un ambiente perfecto para que todo se nos fuese a la basura en cuestión de segundos.
En cuando estuvimos a una distancia prudente y comencé a respirar de la forma habitual, mis pulmones agradecieron el poder recibir aire limpio.
Las imágenes de éso cadáveres en el suelo se quedaron grabadas en mi cabeza, y eso solo ayudó a alimentar más la sensación de estar culpabilidad que tenía. Si alguno de mis amigos se convirtiera en uno de ellos jamás me lo perdonaría ya que... ¿qué clase de persona lleva a sus amigos a un lugar en donde tienen una muerte casi garantizada? ¿Qué clase de amigo haría algo así?
Sentí una mano tocar con cariño mi hombro izquierdo. Voltee la cabeza y vi a Terence con una pequeña sonrisa, era una expresión que seguramente me decía; no te sientas culpable, ya verás que los cuatro saldremos de aquí.
En mi interior tenía unas enormes ganas de decir; lo lamento, pero por más que quisiera sabía que no podía decir nada en esta situación, un simple bostezo y todo se acaba. Simplemente le devolví una amigable sonrisa y continúe caminando en los pasillos.
Giramos a la derecha y justo al mitad del camino había unas escaleras que llevaban hacia abajo, el piso tres. Nos acercamos hacia estas y las comenzamos a bajar. Los barrotes estaban cubiertos por una gruesa capa de polvo al igual que los escalones. En cuando llegamos las escaleras se terminaron nos detuvimos unos minutos apreciando el lugar frente a nosotros, estaba pero que el anterior, con el piso demasiado sucio, las paredes agrietadas con manchones color rojo que muy probablemente era sangre seca. Las pocas plantas que habían ya estaban marchitas, algunas de las macetas ya no tenían nada dentro más que la tierra y abono que alimentaban a la vegetación.
Éste pasillo parecía tener una serie de habitaciones, ya que habían puertas por todos lados y cada una de ellas le correspondía un número, comenzando con el 249, 250, 251 y así sucesivamente.
Observamos el lugar por un par de segundos más para después dirigirnos a las escaleras que llevaban al piso dos pero había un problema. Una niña, la cual tenía el rostro cubierto por su largo cabellos, un vestido de color verde y claramente desgastado estaba subiendo por los escalones. Como era de esperarse, los cuatro quedamos paralizados por unos instantes, Daphne que era quien estaba más cerca de ella dio un par de pasos cuidadosos hacia nosotros, Lysa se aferró del brazo de Terence y éste se tensó por completo. Por mi parte fui quien menos se asustó, o por lo menos eso quería pensar. Durante los últimos años había jugado demasiados videojuegos de terror que ya esto era común para mi, aunque ya sabía que no se comparaba un juego de móviles con la realidad pero ya era muy propenso a estas cosas.
Ella caminaba algo lento así que decidimos buscar un lugar en el que nos pudiéramos descender por un momento. Lo primero que pensé fue en ocultarme en las escaleras por las que llegamos, pero Terence me tomó del brazo para detenerme, cuando lo mire a la cara me negó con la cabeza. Al pensarlo mejor me di cuenta de que quizá pueda ir a esa dirección, así que sería mejor buscar otro lugar.
Reaccione ante lo que había a nuestro alrededor, así que hice una señal con la cabeza indicando a mis amigos que debíamos escondernos en las habitaciones. Nos acercamos a las puertas, Lysa y Terence en una de la derecha, Daphne y yo en una de la izquierda. Jale la puerta pero no la cerré por completo con la intención de poder ver cuando esa niña se haya ido del lugar.
Eché un pequeño vistazo a la habitación, la oscuridad en este lugar parecía ser bastante habitual, casi no podía ver a Daphne, el único indicio que me indican su presencia era su mano el mi hombro derecho.
Regrese la mirada a la pequeña apertura que había entre la puerta y el marco. Aún me sentía nervioso y asustado, las manos me sudaban y las piernas seguían temblando como gelatina, pero hice el esfuerzo calmarme aunque en un caso como éste, resultaría casi imposible de lograr.
Me distraje un momento mirando al mugriento suelo y recordé algo que mi madre me había dicho:
—Si algún día estás nervioso por algún trabajo de la escuela, prueba comerte un dulce y veras como en cuestión de minutos esos nervios desaparecen.
Sabía perfectamente que ésto es un sueño en en el que mi mente y la de mis amigos están atrapados debido al estúpido ritual, así que dudaba mucho que lo tuviera en el bolsillo los caramelos que estaba comiendo antes de quedarme dormido. Sin embargo, la curiosidad terminó venciendome y busque en el bolsillo izquierdo. Primero las yemas de los dedos, luego los dedos por completo y al último la mano entró en el bolsillo, increíblemente dentro de éste podía sentir las envolturas de los caramelos. Sonreí por un momento y saqué dos. Las envolturas eran de papel así que no habría problema ya que con éstas es más fácil evitar hacer ruido.
Mi distracción provocó que no me diera cuenta de la ausencia de la mano de Daphne en mi hombro, casi de inmediato gire la cabeza hacia atrás y me quedé sorprendido al no verla por ningún lado. Metí los dulces nuevamente en el bolsillo y me puse cuidadosamente de pie. La habitación no era precisamente grande, los muebles en ésta eran escasos, la iluminación era mediocre pero aún así una chica de la estatura de Daphne no podría esconderse con tanta facilidad y además, no tendría sentido que se ocultará así de mi.
Pasaron unos cinco minutos y busque en la pequeña habitación a Daphne pero no la encontré por ningún lado. Mientras hacia ésto también permanecía al tanto del fantasma, éste ya había cruzado el pasillo y girado a la derecha. No puedo evitar que la piel se me erize cada vez que recuerdo que estuve tan cerca de un muerto, y mucho menos el de una niña.
Todo parecía estar intacto, no tenía ni la más mínima idea de donde se pudo haber ido o como lo hizo sin que me diera cuenta. Llegó el momento en el que mi mente me dijo que no la encontraría aquí así que salí de la habitación.
Me dirigí a la puerta número 257 que fue en la que Terence y Lysa se ocultaron. Estaba entreabierta así que solo la empuje con cautela. Al entrar en ésta me di cuenta de que tampoco había nadie, la habitación estaba igual de vacía y desastrosa que la anterior.
¿A dónde se habrá ido todo el mundo? Fue lo primero que pensé.
Estuve a punto de gritar de coraje, pero logré contenerme. Salí de la habitación y me puse a abrir todas las puertas que me fuera posible, pero todas las habitaciones mire siempre la misma escena, un lugar sucio y diminuto con escasos muebles lleno de polvo y paredes a punto de caerse de lo abandonado que está éste lugar.
Las escaleras estaban a pocos metros de mi, estaba indeciso entre si ir o no, pero no quería hacerlo sólo.
—Dos, siempre permanezcan juntos.
Algo dentro de mi me decía que los chicos estaban en éste piso, además de que algo tuvo que intervenir en éstaepentina separación. Di una respiración profunda pero cautelosa y me dirigí al final del pasillo para girar a la derecha, la dirección contraria para no encontrarme con esa niña.
Trate de caminar con paso firme y tranquilo, trate de hacer la culpa y miedo a un lado. Fue así como mi búsqueda comenzó, a través de él piso tres.