Silencio

Capítulo 1 -Luzbel

Adara

Crecí en un bello pueblo, lejano de la ciudad, un pequeño pueblo cuyo nombre no revelaré. Cada atardecer es hermoso, es cálido y perfecto, cada mañana soleada y tranquila, no tengo quejas de mi hogar, poseo una vida totalmente tranquila.

Hay 2 escuelas en el pueblo, una biblioteca, 3 cafeterías, parques y algunas tiendas. Cada miércoles visito la biblioteca, pido un libro y camino hasta la cafetería para poder tomar un café mientras leo, nada fuera de lo normal, tan solo una rutina.

―No puede ser ―murmuro al ver como empieza a llover de repente.

Apenas pongo un pie afuera de la librería, una persona que viene detrás de mí me empuja, haciendo que pierda el equilibrio. Cierro los ojos esperando sentir el golpe, sin embargo, siento unos brazos que me sujetan fuertemente de la cintura.

Parpadeo confundida, y lo primero que veo, son unos ojos azules mirándome con preocupación. 

―Hola ―su ronca voz llena mis oídos. Me quedo callada, sin saber que decir―. ¿Estás bien?

―Ehm...sí ―respondo recuperando la postura.

Ya parada, puedo apreciarlo mejor. Alto, tal vez 1.80; fornido, no tanto, pero lo suficiente como para que sus músculos resalten aún debajo de la camisa blanca, y su cabello negro se encuentra despeinado por la lluvia, ligeras gotitas de agua caen en sus rosados labios.

―Vamos, está lloviendo a cántaros aquí ―dice, haciendo que salga de mis pensamientos. Rápidamente, toma mi mano y me lleva a una pequeña cafería cercana.

Al entrar puedo ver a varias personas tomando una bebida caliente para pasar el rato. Me sacudo ligeramente, para quitar las gotas de agua de mi abrigo. Giro a mi derecha, y lo cuelgo en el perchero.

―¿Cuál es tu nombre? ―pregunta aquel chico mientras se pone a mi lado y cuelga también su abrigo.

―Adara ―respondo, tratando de mantener a raya mis nervios―. ¿Y el tuyo es..?

―Luzbel, mucho gusto ―me ofrece su mano y me muestra una hermosa sonrisa que correspondo.

―¿Desean algo de tomar? ―pregunta una camarera que se acerca a nosotros.

―Claro ―responde Luzbel con cortesía―. Déjame invitarte algo Adara. ―ofrece, y me regala una sonrisa. Asiento, y nos dirigimos a una mesa para dos.

―Muchas gracias ―me limito a responder y tomo asiento.

Luego de que pedimos la orden, me puse a hablar con Luzbel, no me sorprendió escuchar que era su primera vez en el pueblo, parece más alguien de ciudad, también descubrí que es 2 años mayor que yo. Está en el pueblo por su negocio familiar pero cuando quise preguntar más no quiso darme detalles, nos conocimos hoy, por lo que entiendo. Poco después llega la mesera con nuestra orden.

―Ya hablé de mí Ara ―dice, y le da un sorbo a su café―. Cuéntame de ti.

―Ara? ―le doy una mirada curiosa.

―El diminutivo de Adara, no cambies de tema ―informa, con una sonrisa divertida.

Suelto una pequeña risa, y asiento.

―Bueno...―y así empiezo a contarle un poco de mí a un completo desconocido, lo curioso, es que no me resulta incómodo de cierta manera. Todo resulta muy natural entre nosotros.

―¿En serio hiciste eso?! ―dice, mientras estalla en risas por una anécdota de mi infancia.

―Sii, él me dió permiso de jugar a la peluquería, él sabía las consecuencias ―me uno a su risa.

―Pobre ―opina con una risa, mientras recupera su postura―. Eres alguien muy interesante, Ara.

―Lo mismo opino, Luzbel ―digo poniendo ambos codos en la mesa, él imita mi acción y aunque no emitimos más palabras nos sentimos cómodos en ese silencio.

―Mira, ya dejó de llover, ¿Te acompaño a casa? ― pregunta Luzbel mientras termina de tomar su taza de café.

―Claro ―respondo, me paro para coger mis cosas mientras Luzbel paga la cuenta, reviso mi celular y veo que tengo algunos mensajes y llamadas perdidas, entre ellas, mi madre.

―¿Vamos? ―asiento, y me pongo mi abrigo, al igual que él. Salimos de la cálida cafetería y puedo sentir el aire frío chocar con mi rostro.

Caminamos por las calles del pueblo, en el camino pude mostrarle un poco del pueblo a Luzbel, me gusta esa mirada que pone cada vez que ve algo lindo del pueblo.

―Bueno.. aquí es, gracias por esta tarde, la pasé bien ―murmuro, y me apoyo en la puerta de mi casa con una sonrisa.

―El placer fue mio, espero poder verte pronto, Ara ―se despide, regalandome un beso en la mejilla.

Cuando ya está un poco lejos, se voltea y me hace una reverencia en modo de broma, solo suelto una risa mientras niego con la cabeza.

Al entrar a mi casa, veo a mi madre sentada en la isla de la cocina, un poco enojada.

―¿Dónde estabas Adara? ―pregunta dejando su taza en la mesa

―En una cafetería, me agarró la tormenta y me quedé ahí hasta que pasara ―respondo con sinceridad

―Y ¿por qué no respondías mis llamadas? ―se para y se acerca a mi.

―Porque tenía el teléfono en silencio, estoy bien mamá, no volverá a pasar ―le doy una sonrisa reconfortante.

Ella me abraza y me indica que vaya a tomar una ducha porque iremos a una fiesta con los representantes del pueblo.

Esta es una corta historia, se dice que hace mucho tiempo tuvimos 6 fundadores que le daban al pueblo los recursos que necesitábamos como el dinero para reparaciones o liderazgo para mantener el orden. Aquellos títulos pasaban de generación en generación, los demás representantes también dirigían el pueblo, pero solo conocía a 5.

George es el alcalde del pueblo, el primer representante, mi mamá es la doctora del pueblo, la encargada del área de medicina, Math es el encargado del área de Agricultura, Steve, es el encargado del área de gastronomía, y por último, está Peter, él encargado del área de tecnología y seguridad. Existe un sexto representante que nos otorga el dinero necesario para lo que necesitamos, pero no se conoce su identidad.

Luego de tomar una ducha caliente, encuentro en mi cama un hermoso vestido y me quedo viéndolo.




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