Adara
Estas fiestas siempre son de las más aburridas, me quedo hablando con la gente del pueblo o paseando por el jardín. Usualmente, Steve me acompañaba un rato y luego se iba con los representantes o con Marta, su esposa, sin embargo, ella no está presente hoy.
Es tradición que los hijos de los representantes se conviertan en los siguientes en pasar al mando, mi madre es la doctora del pueblo y una de las mejores doctoras, por lo cual yo debo ser igual o mejor. A la edad de 22 años empiezan a darte pruebas pero maso menos desde los 15 años empiezas a estudiar lo que será tu futura profesión, solo los hijos de los representantes tenemos esa responsabilidad / obligación.
La fiesta es como de costumbre, George da su discurso anual y luego de la cena los representantes se dirigían a un cuarto para hablar los temas importantes del pueblo.
―Nos vemos otra vez ―esa voz, volteo y ahí están, aquellos ojos y esa hermosa sonrisa.
―Luzbel ―ahí está ese chico―. ¿Qué haces aquí?
―¿Qué haces tú aquí? ―pregunta con una sonrisa curiosa.
―Soy hija de uno de los representantes del pueblo ―respondo con sinceridad―. Ahora tú, ¿Qué haces aquí?
―Me gustan las fiestas ―me guiña un ojo a la vez que se lleva un vaso de whisky a la boca―. ¿Por qué tan sola?
Estaba a punto de responder pero mi madre llega con una postura autoritaria, parece reconocer a Luzbel pero al momento desvía su mirada.
―Hija, te necesito un momento ―me informa un poco seria―. Hola, mucho gusto ―ahora se dirige a Luzbel, le ofrece la mano.
―Mucho gusto ―responde Luzbel de manera muy educada, estrechando su mano.
Luego de disculparme con Luzbel, me voy con mi madre. Nos dirigimos hasta un grupo de personas importantes, lo sé por la manera en como actuaban y porque George estaba negociando algo con ellos.
―Jesica, ella es mi hija Adara. De la que te estaba hablando ―me presenta mi madre con una señora que se encontraba al frente mío―. Estoy segura que se llevará muy bien con Jason
―Buenas noches, disculpe, ¿Quién es Jason? ―me atrevo a preguntar.
―Soy yo, mucho gusto ―Al frente de mí, ahora se encontraba un chico alto, apuesto, con un traje espectacular y un aroma exquisito, este toma mi mano y planta un beso en ella.
―El gusto es mío ―digo con cortesía, Jason y yo nos quedamos a un lado de nuestros padres, aquí hay algo extraño que no me da buena espina
Jason ve mi incomodidad y empieza a hacer charla conmigo, me cuenta que su familia es dueña de una empresa importante y por eso están tan interesados en cerrar un negocio en el pueblo, también me contó algunas cosas de él, lo cual agradezco.
En todo el tiempo que hablo con Jason, siento a lo lejos una mirada en mí, una mirada fría pero no me atrevo a averiguar al dueño de esa mirada.
Luego de un rato me encuentro paseando por la casa de George, caminando en silencio como alma en pena. La conozco a la perfección, cada alfombra, cuadro, cajón, cada año la fiesta se organiza acá, es costumbre mía pasear por la casa. Ya me encuentro un poco lejos del salón de fiestas y todas las luces se encuentran apagadas, sonidos provenientes de la fiesta se escucha a lo lejos y sombras se reflejaban en las paredes por la luz de la luna. Un crujido se escucha cerca de mí, es un crujido de una pisada lenta. Doy un pequeño salto por la impresión, todos deberían estar en la fiesta y no aquí.
―¿Hola? ¿Quién está ahí? ―suena estúpido soltar esa pregunta en este momento pero mi mente reaccionó sin pensar, no obtuve respuesta. El crujido se seguía escuchando, pasos lentos que causaban pequeñas aceleraciones de mi pulso.
―¡Booh!
Siento aquella voz detrás de mí, su aliento roza mi piel, erizándola. Doy un pequeño grito y volteo para reconocer al responsable, Luzbel suelta una pequeña risa.
―No sabía que era tan feo, Ara ―muestra esa cálida sonrisa que a pesar de la oscuridad puedo apreciarla perfectamente.
―No seas tonto ―le doy un pequeño golpe―. Casi me matas del susto.
―Exagerada, ¿Qué haces aquí tan sola? ―pregunta observando la habitación en la que nos encontramos.
―Nada ¿Tú que haces aquí? ―observo cada paso que da.
―Me aburrí ―responde fijando la mirada a mis ojos.
Luzbel se acerca a un sofá y me da una señal para que me acerque.
―¿Te gusta pasear por la oscuridad Ara? ―me pregunta divertido.
―A veces ―me recuesto en el sofá y lo miro―. ¿Por qué estás aquí Luzbel?
―Negocios ―responde con serenidad, yo solo lo miro con atención―. ¿Por qué me miras tanto? ―suelta una pequeña risa.
―Intento descifrarte ―respondo y lo sigo mirando, puedo ver que eso lo pone un poco nervioso.
―¿Y qué has descubierto? ―me pregunta y se apoya en el sofá para observarme.
―No mucho, es un poco complicado debo admitir
―Me alegra ―me mira directamente a los ojos―. No me gustaría ser tan fácil de descifrar
―Ayúdame a hacerlo ―le pido―. Quiero saber de ti, aunque sea algunas cosas insignificantes que me ayuden a descifrarte
―¿Qué te gustaría saber? ―cuestiona.
―Lo que desees contarme.
Así pasamos la hora, hablando, conociendo y compartiendo recuerdos. Luzbel resultaba muy interesante, podía charlar temas serios y graciosos con él, era cómodo charlar con él porque tenía una opinión respetuosa para todo. Me compartía anécdotas de su infancia o de sus años en la secundaria, era muy gracioso.
―¿Cuándo cumples años Luzbel? ―su edad me dio curiosidad
―El 20 de Noviembre cumplo 25 años ―me mira y me pregunta―. ¿Y tú?
―El 13 de marzo cumplo 23 ―respondo―. Este año acabo mis estudios
―¿Estudios de qué? ―se acomoda en el sofá para estar más cómodo.
―Medicina ―imito su acción.
―Wow ―me mira sorprendido―. Es una carrera difícil.
―Lo sé, pero me gusta y soy buena―. Me estiro un poco, el sueño empieza a aparecer.