Adara
Dan no se encontraba de buen humor, golpeaba una y otra vez el saco de box. Sin descansar, quería desahogarse, deshacer los pensamientos que no salen de su cabeza, olvidar por un momento a aquella muchacha que aún recuerda con amor.
―El saco de box de pide piedad ―aparece Leo con una toalla blanca―. Vengo en son de paz
―Largo ―ordena Dan―. Estoy ocupado.
―Llevas 4 horas golpeando al pobre saco ―le recuerda―. ¿Estás bien?
―Sí ―toma la toalla y seca su rostro ―¿Qué quieres?
―Siempre tan directo ―Leo gira los ojos, sonriendo―. Nunca me hablaste de Mar.
―Nunca preguntaste ―Dan se sienta a su lado―. No es un tema fácil de hablar.
―Amigo, yo te apoyo ―palmea su espalda―. No debes guardarte todo, no estás solo
―Que cursi, estar con Luzbel te está afectando ―se burla Dan, queriendo evitar el tema.
―Cuéntame tu historia ―pide Leo.
―No ―Dan apoya sus codos en sus rodillas, Leo le hace carita de cachorro―. Maldito
―¿Qué sucedió con ella? ―pregunta.
―Todo pasó hace casi 2 años, estaba en una misión, debía recuperar algo que Pérez robó ―recuerda―. Entraba a la casa cuando la vi en la cocina, tomando un vaso de agua. Casi se atora cuando me vio entrando, yo también me asusté, creí que no había nadie en la casa. Ella dejó el vaso de agua y retrocedió, recuerdo que tenía una pijama de minions, se veía tan linda ―sonríe con nostalgia―. Creyó que era un ladrón y me tiró su celular, luego salió corriendo.
―La cara de ladrón si la tienes ―Leo se burla
―Recuerdo la asustada que ella estaba ―frunce los labios―. Pérez salió de la nada, empezó a disparar, la protegí, la escondí para que estuviera a salvo. Pude ver el miedo en sus ojos, me compadecí. Corrí detrás de Pérez, el idiota corría con el USB que robó, él fue presa fácil. La policía llegaba, debía salir rápido de ahí, pero no pude ―ríe―. Ella se aferró a mí, no quería que me fuera.
―¿Qué hiciste? ―pregunta Leo, mordiéndose las uñas.
―La llevé conmigo, me dijo que no tenía a donde ir, me dijo que tenía miedo ―se frota la cara―. Se veía tan indefensa...la llevé a un parque, un lugar seguro y alejado para que se tranquilizara. Ahí pasó algo que no me esperaba, lloró por 40 minutos, y los 40 minutos me abrazó, se pegó a mí y lloró en mi pecho
―No.puede.ser ―Leo abre la boca, sorprendido―. Tú, un ser sin corazón, sin ofender, abrazando a una niña
―No sabía que hacer, le devolví el abrazo y esperé a que terminara de llorar ―sonríe recordando ese momento―. Cuando quise irme volvió a llorar, le prometí volver a verla, solo para que se calmara ―baja la cabeza―. No pensaba volver, pero una parte de mí no quería defraudarla.
―Mirateee ―Leo molesta a Dan―. Tienes un poco de corazón y almita ―Dan le gruñe.
―Una salida se convirtió en 2, luego en 4, luego en 9, nos veíamos cada día ―respira un momento―. Se convirtió en alguien para mí, alguien que no podía dejar de ver, no podía dejar de pensarla. Todo era maravilloso, ella era maravillosa.
―Que linda historia de amor, entre un ladrón y una puberta ―Leo sonríe.
―Jason se enteró ―su mirada se pierde―. Me secuestró y esa noche fue la más dolorosa de mi vida ―sus ojos se ponen vidriosos―. No me importaba mi dolor, era el de ella lo que me dolía, escuchaba sus gritos, pidiendo piedad, esos gritos desgarradores ―una lagrima se escapa de sus ojos―. De un momento a otro dejé de escucharlos, desde ese momento no supe más de ella, escapé a duras penas.
―Dan, lo lamento ―Leo se pone serio.
―Un día la vi caminando por la calle, moría por abrazarla, moría por ir a su lado ―ríe con tristeza―. Pero no pude, temí que volviera a repertirse la historia, si yo volvía a su vida, el monstruo de su hermano también. Yo iba a hacerle daño, no quería eso. Esa es la historia, la perdí.
―Yo...no sé qué decir
―No digas nada ―responde Dan―. Todo debe salir bien, sacaremos a Mar y a Adara, sin errores, mucho depende de eso.
―Lo lograremos ―Leo intenta consolar a su amigo.
―Aunque mi vida cueste ello ―responde Dan―. Tomaré una ducha.
Adara
Martes, 3; 45 PM
Era hora, era el día. Debía salir del lugar sin ser vista, Jason dejó a uno de sus hombres en la puerta, ese iba a ser un gran obstáculo. Me meto a un cuarto del local, pensando en qué hacer, Paula entra.
―Hola, ¿Sucede algo? ―pregunta.
―Necesito tu ropa.
Salgo por la puerta trasera, con la ropa de Paula. Me cierro la capucha y bajo la cabeza para que nadie me vea, oculté mi cabello en un moño. Me puse gafas de sol y salí a paso apresurado, no mucho para no causar sospechas. Mi corazón no dejaba de salir muy rápido, el miedo constante de ser descubierta me mantenía con el pulso acelerado. La cafetería está a solos unos pasos, a dos cuadras de la librería.
Al entrar puedo ver bien el lugar, extrañé este espacio. Las mesas color café, los muebles, las macetas de flores, el olor a café recién preparado y las galletas calientes recién salidas del horno.
―¿Adara? ―su voz, ¡Dios, su voz!
―Holaa ―volteo aliviada y lo abrazo, necesitando de él, necesitando que esto sea real.
―Oh mi amor ―Me besa la cabeza―. ¿Cómo estás? ¿Te hizo daño? ―se aparta de mí e inspecciona mi rostro.
―Por ahora estoy bien ―tomo su rostro―. Me alegra que estés aquí.
―Esto debe ser rápido ―me guía a una mesa, alejada de la ventana―. Jason saldrá de viaje en 3 semanas, es la oportunidad perfecta para sacarte de ese lugar.
―No ―lo interrumpo―. Él viajará la próxima semana, me dijo que era un viaje de negocios
―Debió haberlo adelantado ―anota algo en su teléfono―. Bien, cambio de planes. La próxima semana iremos por ti, necesito que estés despierta a las 11:50PM, debes esperarnos en la cocina, hay una puerta que da al patio trasero...