Eras un hombre normal sin complicaciones ni prejuicios, fui conociendo cada espacio de ti, el lado oscuro de tu pasado, tus defectos, tus sueños, tus ilusiones, conocí al idiota que estaba escondido detrás de la imagen de un guerrero, te conocí como eras realmente y podría decir que conocí tu lado más inútil y aun así con cualquier lado me enamoraste.
En los años que compartimos juntos aprendí a conocerte, lo peor es que admitías que lo hacía más que tu novia.
Te conozco de pies a cabeza, se cuando estas nervioso porque empiezas a tocar tu cabello, se cuando estas incomodo porque te pones inquieto, se cuando estas molesto y no lo quieres demostrar pero tu cuerpo se tensa y tu mandíbula se endurece, se cuando te pierdes en tus pensamientos pues tus ojos se tornan lejanos y sin brillo, se cuando estas alegre porque tus ojos brillan pícaramente y tu cara se torna traviesa, conozco tus gustos desde tu amor por el chocolate hasta tu gusto por la poesía, conozco esa mirada dulce y traviesa cuando enseñas algo, se cuando estas concentrado y frunces el seño para aplicarte a tu tarea, se cuando necesitas espacio y te aíslas en un rincón con tus brazos cruzados, se cuando estas celoso y los pucheros que inconscientemente haces, se que eres posesivo, también se lo mucho que te gustan los animales, los niños y los momentos al aire libre, se que te importa cómo te veo pues tus sonrojos y nervios para hacer algo bien te delatan, se mucho sobre ti pero también sé que solo es una mínima parte.
No puedo decir que te conozco a la perfección pero veo mas allá de lo que quieres mostrar, tienes algo que nadie ve, no podría decirte lo que es pero eso te diferencia de otros y eso debe ser suficiente para que nunca dudes de ti.
Te conocí y entonces comenzó la verdadera tristeza, te conocía pero después de tanto… ya no te conozco.
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Editado: 27.12.2020