Silencios que matan

Capítulo 15

Las ideas que le generaba las palabras de Juana a Érika, no salían de su cabeza ni por un instante, se quedaban allí atormentando la todo el día y hasta en las noches (porque últimamente hasta en sus sueños estaban apareciendo), cada esfuerzo que hacía por dejar de pensar en ello parecía levadura que solo hacia crecer la avalancha de imágenes que pasaban por su mente, además, Rafael no ayudaba en nada a que eso mejorara ya que había estado regalándole algunos dulces de vez en cuando y aunque ella sabía que a él le gustaba hacer cosas así con la mayoría de sus amigos, su mente solo buscaba la más mínima oportunidad para mal interpretarlo todo.  

A la hora del almuerzo se quedó en el aula. Estaba terminando un retrato que empezó a mitad de la clase y sabía que fuera no se iba a concentrar, además, era un dibujo del chico que le gustaba (ya tenía varios dibujos del él) y no le entusiasmaba mucho la idea de que alguien lo viera. Suficiente tenía con Juana.  

Así que esperó a que todos se marcharan y cuando se aseguró de estar a solas, abrió su cuaderno con la imagen a medio termino de un Rafael de cabello largo cayendo en sus hombros, y empezó a dibujar. 

Se concentró al máximo en cada trazo que hacía sobre el papel y puso su mente a trabajar lo más posible para plasmar la imagen perfecta que había imaginado.  

¿Cuánto tiempo pasó? No tenía idea, pero logró terminar su obra y permaneció un momento observándola. Parecía tan real que daba ganas de tocar la hoja y mancharse las manos para comprobar que estaba hecha a lápiz y que no era una simple fotografía a blanco y negro.  

-Eres una pintora increíble -dijo una voz tras ella.

La chica se sobresaltó y llevó su mano al pecho de forma instintiva.  

ÉL se hecho a reír. 

-Lo siento, no quería asustarte. Pensé que te habías dado cuenta de que estaba aquí.

Ella no respondió nada pues en ese instante debatía con su cuerpo si debía perder la fuerza y caer desmayada o si debía aguantar la vergüenza. 

-Es realmente asombroso ¿Puedo?  -dijo señalando el cuaderno.  

Érika asintió sin saber que más hacer y él lo tomó en sus manos.  

Su mente empezó a bombardearla de nuevo.  

Rafael estaba viendo un dibujo que ella había hecho sobre él ¿Ahora que iba a pensar? ¿Que le gustaba? ¿Que estaba enamorada?... Sintió las mejillas arder, y la mirada del chico sobre su rostro sumada a su sonrisa de ternura, no ayudó a que disminuyera esa sensación sino que la puso más nerviosa de lo que recordaba haber estado alguna vez. Quería huir de allí, pero sólo logró ponerse de pie y dar unos cuando pasos atrás para poner más distancia entre ellos.

-¿Así de lindo me veo cuando sonrió? -dijo volviendo a mirar el cuaderno sin darle la menor importancia a su comportamiento -¿crees que deba hacerlo a menudo? -giró la imagen hacia ella y puso una sonrisa fingida que la hizo reír y olvidar un poco su nerviosismo.  

-No creo que sea posible sonreír más de lo que ya lo haces. 

-¿Estás segura? Yo creo que podría vivir así -volvió a fingir la sonrisa y ella a reír. 

-Nadie te tomaría enserio.

-Nadie me toma enserio. -la corrigió

-Yo te tomo enserio. -Eso pareció sorprenderlo y él volvió a hacer lo que mejor se le da. 

Sonreír

-Ahí está otra vez esa sonrisa.

-Es inevitable no mostrarla cuando es mi mayor atractivo ¿no crees? - levantó las cejas de forma coqueta. -antes era mi cabello, pero ahora…- tomó algunas hebras de su pelo, las cuales parecían ser del mismo largo que su dedo índice (sino es que más), y lo alzó por los aires con cara de decepción. -Solo me queda esto y todo gracias a Ray.  

-Te ves muy bien así.

-¿Eso crees? 

-Claro, cortarte el pelo no te quitó ningún atractivo, es más creo que…- sus miradas conectaron intensamente y ella se detuvo. Al principio había empezado a hablar con planes de consolarlo, pero si no se detenía empezaría a decirle lo mucho que le gustaba ver su pelo rebelde y rizado caer sobre su frente, las ganas incontrolables que le daban de querer hundir sus manos en el para saborear la sensación, los… 

-Crees que…- dijo incitándola a seguir hablando mientras empezaba a acercarse muy lento.  

-Que te ves mejor así.

-¿Te gusto más así? -cuestionó dando otro paso. 

-No… si… bueno. Creo que el gustar o no, no tiene que ver con tu cabello.

-¿Y con qué tiene que ver?

-Pues… con tu personalidad... con que eres amable… con que bromeas mucho- cada vez estaba más cerca lo que la ponía más nerviosa y le daba ganas de hablar sin parar – co…con que le pones muchas ganas a aprender, con lo lindo que tratas a tu hermano, con tus ojos, con tus… -se detuvo porque lo que cruzó por su mente ya se estaba saliendo del plano de lo saludable,



#8141 en Otros
#13987 en Novela romántica

En el texto hay: tristeza, amigos y amor, seretos

Editado: 23.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.