Silencios que matan

Capítulo 29

-Entonces ¿sí quieres salir con nosotros? -preguntó Rafael, sacando una rosa roja y poniéndosela en el pelo a Érika.

Aunque era habitual él tener ese tipo de detalles, esta vez solo intentaba chantajearla.

-Gracias, está muy linda la rosa, pero tenemos tarea que hacer -dijo ella esta mostrándole el libro.

-Pero no son para mañana, podemos hacerlas en otro momento e ir hoy al cine.

-Prefiero estudiar -refutó ella.

El chico soltó un suspiro, fingiendo estar derrotado.

-Bueno, al menos lo intenté -dijo mirando a Juana, que sonreía también con un libro en las manos.

-Eso veo, pero acabas de perder la batalla.

-Si, aunque aún tengo oportunidad de ganar la guerra. No sé cuál será, pero estaré preparado. Me armaré con todo -Simuló que su mano era una pistola y disparó al aire.

Las chicas se rieron. Erika le pasó un libro.

-Mejor ponte a leer que son tus notas las que están en peligro.

-Eh, pero eso no es porque yo no estudie, sino porque entré casi a mitad de año a la escuela, y muy bien que lo sabes, porque he estado estudiando contigo desde entonces.

-Eso es cierto, pero no está de más que estudies.

Rafael tomó asiento frente a ellas en el suelo, y así estuvieron los tres un largo rato reunidos en la nueva casa de Erika. Habían pasado dos semanas desde que ella se fue de la casa de sus padres, y en ese tiempo había recibido muchas llamadas de su madre. Aunque ella le insistió que volviera o que dejara ir a verla, Erika no le dijo dónde estaba. Le estaba costando volver a confiar en ella.

Además, con todo el dinero que había ganado vendiendo cuadros, tenía lo suficiente para vivir unos años por su cuenta, sobre todo porque seguía pintando y vendiendo. Así que volver ya no era una opción en su mente. Aunque su hogar apenas tenía una cama y unas cuantas cosas que Rafael y Juana le ayudaron a conseguir, y parecía más un taller de pintura que un lugar donde alguien viviera, ella estaba cómoda.

-Ahh, no entiendo nada -se quejó Rafael.

-Estamos igual, pero de ahí hay que llenar la práctica. Tenemos que hacer el esfuerzo por entender- Habló Erika dejando de lado su libro.

-Exactamente -Apoyo Juana -sino estaremos el jueves vueltos locos por dejarlo todo para el último día.

-Dios, ¿En qué momento se me ocurrió empezar a trabajar en equipo con las nerds del salón? -Exclamó, mirando hacia el cielo.

-Déjame ver... ¿No fue el día en que empezaste a salir con una de las nerds del salón? - habló Érika, con la ceja levantada.

El chico hizo ademán de pensárlo un momento.

-Ciertamente, solo estar contigo valdría una tortura cómo esta -Ella se hizo la ofendida y volvió la vista al libro. -pero tranquila, estoy dispuesto a soportarlo si eso me hace digno de ti- Dramatizó llevándose la mano al pecho.

-Ahh, que romántico -comentó Juana

-¿Verdad? Soy todo un amor.

-No le sigas la corriente que se pasará la tarde entera así -le reprochó Erika a su amiga.

-Sí, pero no puedes negar que te gusta -le giñó un ojo y ella se sonrojó

-Mira que linda se ve mi novia con las mejillas rojas- Se acercó a besarla en la mejilla, haciendo que se sonrojara aún más.

-Ustedes son especiales -comentó Juana, mirándolos con ternura -Pero no quiero que me agarre la noche aquí y que no hayamos avanzado nada. Encontré la primera respuesta, vamos a copiarla.

-Esta bien -dijo un Rafael, con tono cansado.

Ambas se echaron a reír

Así pasaba Érika sus días últimamente: entre risas, tareas y pintura, entre cenas en compañía de su novio y su amiga, o en casa de cualquiera de ellos. Todo dependía de en dónde estuviera cuando la noche llegaba. Si era en su casa, casi siempre compraban algo porque, si de algo tenía suerte, era de haber caído en una zona con muchos puestos de comida.

A veces, en medio de las risas, un pensamiento intruso la asaltaba y la hacía extrañar cenar con sus padres, aunque con ellos era como estar sola a la mesa. Ahora estaba más que acompañada. Juana le había dicho muchas veces que todo volvería a la normalidad y que, por lo menos con su madre, cenaría en un tiempo no muy lejano, pero querían que las cosas se calmaran. Querían que ir a verla no le produjera el miedo que aún le causaba y hasta que eso sucediera, la tendría a ella y a Rafael al lado, dándole apoyo.



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En el texto hay: tristeza, secretos, amigos y amor

Editado: 24.03.2025

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