Antes de las cinco, Rafael ya estaba en casa de Juana esperando por Erika, por lo que no perdieron tiempo y salieron de inmediato. Les tomó unos quince minutos llegar a pie, pero él no se quejó para nada.
Cuando llegaron al lugar Erika se enamoró de este.
—Me encanta —soltó cuando apenas llevaba un minuto dentro de la casa.
No tenía nada realmente especial, de hecho, era pequeña comparada con la de sus padres ya que solo tenía dos habitaciones, pero era más de lo que ella necesitaba y, además, estaba en un punto céntrico entre la escuela, la casa de Juana y la de Rafael, por lo que no había lugar mejor que ese.
Su mente se encargó de llenar cada espacio vacío con objetos que ella compraría e incluso se imaginó los cuadros que iba a pintar para colgar en las paredes. Más que su casa, aquel sitio iba a ser su refugio, ese que necesitó durante tanto tiempo.
Sonrió emocionada y luego se fijó en Rafael, quien llevaba varios minutos apoyado en una pared, mirándola dar vueltas como loca.
—¿Estás aburrido? Porque si quieres irte no me molestaría. Ya mucho hiciste con venir.
—No quisiera estar en otro lugar ahora mismo, porque no te encontraría en él.
—Rafael, ¿Por qué lo haces? —Habló empezando a caminar hacia él.
—¿Hacer qué?
—¿Por qué me tratas así, incluso después de pedirme que estuviera contigo y de que te dijera que no? ¿Después de enterarte de quién soy en realidad? ¿Por qué sigues aquí, como si nada de eso importara?
Él se quedó en silencio un buen rato como procesando las palabras, mientras que Erika trataba de descifrar su mirada.
—¿Qué es lo que quieres? ¿Que me vaya y finja que, de la nada, mis sentimientos han cambiado? ¿Que te ignore y haga como si no me destrozara saber por lo que estás pasando? No puedo, Erika. No puedo simplemente alejarme cuando sé que me necesitas más que nunca.
—¿Entonces qué? ¿Vas a esperar a que todo se calme y, solo entonces, dirás lo que realmente piensas de todo esto? ¿Lo que piensas de mí?
La mirada de Rafael se tornó confundida y este se peinó el pelo con las manos.
—¿De qué rayos hablas? ¿Qué es eso que crees que pienso de ti?
Que no valgo nada.
Trató de soltar eso que pasó por su mente, pero no pudo, las lágrimas se amontonaron en sus ojos.
—Erika... —empezó a decir Rafael, pero ella se limpió las lágrimas y levantó el brazo para detenerlo cuando quiso acercarse.
—Si de todos modos vas a irte, hazlo ya, porque si te quedas un poco más, luego no voy a poder soportarlo.
—Pero, ¿de dónde sacas que voy a irme?
—Es lo más lógico, ¿por qué te quedarías en la vida de alguien como yo?
Todo quedó en silencio.
—Erika, eres la mejor persona que he conocido. Eres amable, eres dulce, eres inteligente. Pintas increíble, eres hermosa y sin decir una sola palabra, iluminas mi día más oscuro.
Cualquier persona querría ser parte de tu vida, y me encantaría que lo vieras tan claro como yo lo veo, pero más que eso, quiero que sepas algo… Pase lo que pase, no—voy—a—irme. –Remarcó cada palabra con firmeza. —A menos que eso sea lo que tú quieras
Hizo una pausa que pareció eterna antes de preguntar, en voz baja, como si temiera la respuesta:
—¿Quieres que me aleje?
Ella negó efusivamente y se acercó para abrazarlo con lágrimas en los ojos.
—No, quiero que te quedes conmigo.
Rafael soltó un suspiro de alivio, como si hubiera estado conteniendo el aire todo este tiempo y, solo entonces, profundizó el abrazo envolviéndola con más fuerza, como si tuviera miedo de que ella se le escapara.
Erika se separó apenas unos centímetros y, con delicadeza, tomó el rostro del chico que le gustaba entre sus manos.
—No te vayas nunca.
Sin previo aviso, cerró los ojos y unió sus labios con los de él.
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Le puse corazón a este capítulo. ¿Me cuentas qué te movió a ti? Te leo con el alma 💕.
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romance y drama adolescente, ficción psicológica romántica, abuso físico emocional y superación
Editado: 17.06.2025