Silhouettes

Lo sabía

  —¿Y cómo sé que no me estás engañando con tus palabras?, no me inspiras confianza– cuestionó ella no tan segura de sus palabras.
–Solo te estaba dando una idea, no es para que te alteres, no soy esa clase de personas enfermas- aclaró el joven más serio dándole credibilidad a lo que decía.

Annie meditaba su respuesta, en realidad él se veía un buen muchacho aunque lo desconocía por completo pero su forma de hablar y de expresar le daban cierta aura de confianza.

–Está bien, acepto pero solo serán un par de días no quiero ser una incomodidad.– abrió la puerta del auto y se adentró en el, tenía un olor a frutos rojos que la tenía mareada desde hace rato, los muebles totalmente limpios y un entorno agradable.

–Qué auto tan limpio-deslizó su dedo para confirmar que estaba limpio sin que ninguna mota se quedara pegada en él.

–Gracias, me ha costado mantenerlo tan limpio. - se acomodó a decir, él no despegaba su mirada de la carretera y no mantenía ninguna una conversación.

*Annie*

–¿Cómo conociste a Paulette? - pregunté perdiendo las ganas de contenerme, pero necesitaba saber quién era ella en realidad y por qué estaba en un hospital psiquiátrico.

–Paulette es mi hermana- contestó sin problema alguno, dentro de mi sentí un pequeño alivio, pensé que era su novia o algo así. 

–¿Y Daniela qué es para ti?- devolvió la pregunta, él también quería saber sobre mi amiga.

–Ella es mi mejor amiga, la conozco desde hace mucho, siempre hemos sido las dos para todo. – respondí recordando todas las experiencias que tuvimos juntas.

–Es una chica muy agradable, es extraño que ella esté allí.

–Si, siento que ella esté ahí por mi culpa. 

–¿Por tu culpa? ¿Por qué?

–No lo sé, siento que si no la hubiese abandonado ese día en el antro no habría pasado nada. 

–¿Qué estaban haciendo en un antro?– preguntó muy interesado en el tema. 

–Yo no diré nada más a cambio de que me cuentes tu historia- interpuse sería y también con muchas ganas de saber sobre él.- Ya que conviviremos un par de dias. 

Lo dudó un poco pero al final accedió dejándome la palabra. 

–Advierto que cambié de opinión pero Daniela y yo queríamos experimentar cosas nuevas, probar algo que nos elevará la euforia y todas esa cosas. Nos gustaba ir a antros a fumar y escuchar música. En una de esas salidas, fuimos a un antro al parecer muy exclusivo. Había muchísima gente vendiendo y consumiendo todo tipo de drogas. Daniela estaba muy asustada porque las personas allí estaban muy drogadas y extrañas al igual que a mi, pero yo, cobardemente, me fui y la dejé sola, no quería meterme en líos pues le había hecho una promesa a mi mamá. Minutos más tarde cuando estaba a punto de llegar a mi casa, recibí una llamada de Daniela; ahí me decía que había consumido ganja: me dijo que era una puta locura que era lo mejor que había probado en la historia pero su voz era muy distorsionada casi ni le entendía, me preocupé porque estaba alucinando demasiado y me regresé corriendo al antro pero fue demasiado tarde, vi cómo la policía junto con una ambulancia emboscaban el lugar y entre esas estaba ella en una camilla para ir directo al hospital. Su diagnóstico fue sobredosis de droga, sufrió de abstinencia y se puso agresiva, por eso está en el hospital psiquiátrico y por desgarcia todos sus problemas se acumlaron dandole una especie de depresión. – finalicé soltando un suspiro de arrepentimiento, me sentía muy mal de por si. 
–¿Así qué sois drogadictas? Vayaa eso no la haría yo en mi sano juicio.- comentó con un sarcasmo que me resultó fastidioso. 
–Me arrepiento ¿Vale? A pasado casi un mes desde que sucedió eso pero ahí murió.- hablé picada y cruzándome de brazos.– Ya te conté la mía ahora sigue la tuya. 
–Esta bien, Paulette sufre de esquizofrenia, piensa que algún día saldrá de el hospital pero no es así, el doctor la enviará a un internado en menos de una semana porque no es seguro que ella esté en casa o en la calle, puede parecer una joven cuerda y calmada pero no lo es, inclusive a llegado a confundir a los doctores pero sufre uno de sus episodios y le aplazan más la estadía en el hospital. Al menos de que Dios le haga un milagro ella se irá derechito al manicomio. 

–Pero ¿que la llevó a sufrir esquizofrenia?

–Hemos llegado— dijo dejándome con la palabra en la boca.

–Pero no has respondido. - comenté indignada.

Todos mis palabras se esfumaron cuando me obligó a salir del auto. Me paré en pie en la imponente casa del chico, una casa de fachadas modernas y campestres que resaltaban el lugar. 

–Puedes pasar- estiró su mano para abrir la puerta y dándome paso para entrar. 

–¿Es tu casa? - pregunte incrédula, como alguien tan joven podría llevar una vida tan cómoda. 

–Si todo está a mi nombre. 

Me callé hasta qué él se quitó los zapatos y me largó unas chancletas 

–¿Me las tengo que poner? 

–Acogí una costumbre asiática de quitarse los zapatos y usar chanclas, lo hago para que la casa esté limpia. 

–Interesante, me gusta tus ''costumbres'' - enfaticé en la última palabra y obedecí a lo que me pidió. Me dediqué a observar la casa y sus alrededores detalladamente, tenía un sofá y una sola silla, toda la ambientación era para una sola persona. 

–Y... ¿Vives solo? 

–No, ahora vivo contigo– respondió seguro, por mi parte el sonrojo me atacó, por un segundo me sentí estúpidamente feliz. Pero no se notaba en mi rostro. 

–Qué gracioso– comenté en burla, él solo rió por unos segundos que me parecieron de lo más tierno. 

–Lo digo porque presiento que te quedarás más tiempo. Pero bueno sin más meollo te mostraré tu habitación. Sígueme.



#12149 en Thriller
#6842 en Misterio
#28879 en Otros
#2447 en No ficción

En el texto hay: asesinatos, violencia, groserias

Editado: 10.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.