Había pasado una semana desde la epifanía de Silur, en la que se enteró que sus poderes venían del mismo Xephagón, primogénito de la diosa y señor del abismo. Todos los días practicaba su piromancia, como se lo había sugerido Razelión, que no podía estar más contento con él. Había logrado canalizar calor suficiente para dañar gravemente a un oponente estando en contacto con él, por lo que añadió agarres a su arsenal de pelea, junto a la esgrima que siempre había practicado. Se encontraba en el patio, golpeando con las manos desnudas el barril, que ahora se veía como una lata gigante, aplastada y chamuscada; ya no era un buen objetivo para practicar. Las manos de Silur al estar canalizando calor, se veían rodeadas del efecto espejismo que hace el sol sobre la arena. El aire alrededor de ellas se calentaba muy rápido, pero no lo suficiente como para encenderse en llamas.
—¡Silur! —dijo Razelión abriendo la puerta que da al patio y acercándose a él.
—Razelión... —tomó aire y se secó la frente con el antebrazo volteando a verlo— ¿Alguna novedad?
—Si. Saldrás en tu primer misión.
—Bien. Creo que de una vez debía poner a prueba mis habilidades. ¿Cuándo será?
—En aproximadamente cinco horas.
—Una misión de madrugada. ¿Infiltración?
—No.
—¿Espionaje?
—Asesinato.
—Oh, bueno, iré a prepararme.
—Solo toma un baño y encuéntrame en el garage para salir.
—¿Saldremos ahora?
—Así es. Queda un poco lejos el objetivo, está en otra ciudad.
—Bien, en el viaje me darás los detalles de la misión.
—Por cierto, no quiero que uses tu uniforme de Gelir hoy.
—Es lo único que tengo de ropa, al menos hasta que me paguen en el gremio de comercio por la escolta del convoy que haré pasado mañana. Además la ropa de Gelir tiene las mallas de gelita entretejidas que-
—No van a ser necesarias —interrumpió Razelión—. Tampoco quiero que lleves tu espada, debemos pasar desapercibidos.
—¿Cómo vamos a matar a nuestro objetivo sin armas?
—¡Confía en mi! —sonrió palmeándolo en el hombro—. Ahora ve a bañarte, dejé una muda de ropa "normal" en el baño para que te pongas. Te quedará mejor.
—Está bien.
Se dio una ducha refrescante, descansando bajo el relajante sonido del agua. Se vistió con la ropa que Razelión le había dejado: Un pantalón de cuero ajustado, negro; una camiseta oscura y una chaqueta negra de cuero también. Ya vestido, se miró al espejo y se acomodó el cuello. No le quedaba mal, realmente.
—Estoy listo —dijo dirigiéndose al Star y deslizándose sobre él hacia el asiento del copiloto.
—Bien, pasaremos por un puesto de comida ambulante en el camino, comeremos algo y estaremos en cuatro horas aproximadamente en Blumina. ¿Conoces la ciudad? Quiero decir, obviamente no personalmente, pero aprendieron geografía en el crisol, ¿Cierto?
—Blumina es una ciudad de Arcalis, donde se concentran los personajes de mayor poder adquisitivo. Tiene aproximadamente ochocientos mil habitantes. Estratégicamente no tiene valor militar.
—¿Todo lo asociaban con la guerra en el crisol, cierto? ¿Sabías que allí viven muchos artistas?
—¿Artistas? No tiene sentido. Tengo entendido que ellos no ganan bien, sin embargo en Blumina hay muchos ricos.
—Bueno, las estrellas si... bah, no importa —respondió sin querer aclarar su comentario mientras la puerta del garage se abría lentamente, arrancaba el motor del deslizador, que se ponía a flotar de a poco y encendía la radio, que empezó a sonar con un rock pesado.