—Ésta es Hematófaga —continuó Krieger, mientras mostraba su exótica arma a los jóvenes, y sus dos compañeros maltrechos tomaban el ascensor en retirada—. Es una daga única, ¿saben?. Tiene la capacidad de copiar los poderes abisales de su portador —se puso en guardia y comenzó a acercarse a Silur sin perder de vista a Razelión y a su golem.
En un pestañeo, se acercó, dando largas zancadas hacia la invocación de Razelión y cortó varias veces el armazón de concreto, para luego continuar hacia él. Cuando estuvo a unos metros, blandió su arma en una estocada que fue interrumpida por un golpe directo de Silur en su mandíbula, que lo hizo volar contra una columna, traspasarla rompiéndola, y estrellarse pesadamente contra una pared.
—Carajo, a penas pude verlo —se quejó sorprendido Razelión y vio a su golem desarmarse en pedazos con cortadas profundas.
—Es muy rápido... ¿Estás bien?
—Creo que si. Si me hubiera alcanzado... —hizo cara de sorpresa.
—No entiendo —miró los pedazos de concreto tajados—, los estiletes son cuchillos que no están hechos para cortar así. Son armas principalmente punzantes.
—Pero este no es... —se levantó Krieger lentamente acomodándose la mandíbula y despegándose de la pared agrietada— cualquier estilete... —continuó.
El vampiro se acomodó los hombros e hizo sonar su cuello mientras empuñaba de nuevo su arma, cuyo pomo comenzó a moverse como si se tratara de una sanguijuela viva. Esta abrió su boca, cuyos dientes preparaba rápidamente y buscó la parte interna de la muñeca de Krieger, mordiendo y quedándose pegada a su carne.
—Eso me dio más asco que miedo —interrumpió el silencio Silur, intentando no parecer intimidado.
—¡Te enseñaré modales, cachorro! —se acercó rápidamente a Silur y blandió su arma de lado a lado a la altura de su tórax.
Silur había conseguido alejarse bastante rápido del corte, sin embargo la punta de la hoja había llegado a lastimarlo con una herida superficial.
—Así aprenderás, pequeño gusano. La próxima vez te cortaré a la mitad —siguió hablando, mientras levantaba su arma y dejaba correr un poco de la sangre de Silur que había quedado cubriendo su filo. Se desplazaba por el metal negro lentamente; al llegar a la empuñadura, esta la absorbió con rapidez.
—¿¡Estás bien!? —gritó Razelión preocupado.
—Es solo una herida superficial —lo tranquilizó Silur, mirándose de reojo el corte.
—Ese falso coraje no hará efecto conmigo, muchacho. He vivido casi dos siglos y medio ¿Crees que no sé reconocer el miedo?—miró a Razelión—. Te han enviado con un recién iniciado, invocador, y además, tus poderes son inútiles conmigo. ¡No tienen oportunidad!
Lanzó una estocada a Silur, que logró esquivar con dificultad y una patada en giro lateral al cuerpo de Razelión, que lo sorprendió haciéndolo volar, cuando este creyó que su objetivo era su compañero.
—¡Bastardo! —gritó contraatacando Silur, con un puño en el hombro derecho, buscando lisiar el brazo con el que sostenía su arma.
En efecto, el hombro de Krieger hizo un horrible sonido y se dislocó. Cualquier humano normal hubiera soltado su arma y quizás hasta desmayado de dolor, pero los vampiros eran duros de pelar. Sin un mínimo gesto, se acomodó el hombro con el otro brazo y quedó parado frente a Silur.
—Eres un maldito bastante tenaz... —continuó, alejándose a distancia segura mientras se movía, preparado para esquivar algún otro ataque—. ¿¡Razelión!? —miró de reojo hacia donde estaba su compañero.
—¿Crees que vas a matarme a golpes? Eres fuerte, lo acepto, no recuerdo la última vez que alguien me había causado tantos problemas en una pelea; pero mis poderes abisales me sanan más rápido de lo que tú podrías hacerme daño.
Krieger se acercó a él rápidamente preparado para perforar a Silur con su arma en una perfecta estocada, cuando de repente, el suelo donde estaba parado se agrietó y una fuerza invisible se sintió hacer efecto sobre el brazo derecho del vampiro.
—¿Qué rayos? —miró de reojo hacia atrás— ¡Maldito invocador! ¿Por qué no te mueres de una vez? —Razelión se había levantado y hacía una señal con las manos hacia donde estaba Krieger, como si sostuviera riendas invisibles—. No pueden ganar de todas formas... para mantener la trampa cinética que inmoviliza mi brazo no puedes moverte de donde estás, y si tu compañero intenta atacarme, puedo matarlo con una sola mano.
—Nos subestimas —Razelión hablaba como si estuviera haciendo un esfuerzo físico importante para sostenerlo.
—¡Despídete, Krieger! —Silur tomó una botella de una caja abierta, la rompió en el piso y se acercó por el punto ciego que le dejaba su brazo inmóvil, incrustándosela en la clavícula y separándose enseguida esperando que la sangre empezara a brotar de su oponente.