Silur de Gelir: La llama del abismo

Improvisando

—Hematófaga está unida a mi; por lo tanto copia mis poderes abisales, que son los de absorber la energía de otros seres vivos. A los humanos les robo su juventud, y a otros abisales, les puedo robar sus poderes.

Por primera vez, Silur vio la cara de preocupación de Razelión. Mordía con fuerza el aire y continuaba haciendo la maniobra que inmovilizaba a su oponente.

—Mientras sigas imprimiendo tu energía abisal en la trampa cinética para detener mi brazo, más débil se hará, porque Hematófaga la absorberá y yo podré incluso aprender a usar tus habilidades, invocador —continuó el vampiro, confiado.

—¿Sabes? —lo interrumpió Silur molesto—, estoy harto de que quieras intimidarnos. Somos guerreros, no te tenemos miedo.

Krieger miró a los ojos a Silur, y escuchó sus palabras reprimiendo sus ganas de forcejear con la trampa de Razelión; sabía que era inútil hacerlo.

—Tienes razón, no tengo la misma experiencia que mi compañero en el campo de batalla —continuó.el gelirense.

—¡Silur, no te expongas a sus artimañas, quiere desconcentrarte! —gritó Razelión.

—No tengo la misma experiencia, pero he entrenado duro toda mi vida... —seguía hablando cada vez más decidido— una vida de dedicación y disciplina... —la mirada de Krieger se volvía menos confiada— No sé lo que tú seas, pero yo soy un guerrero de Gelir... ¡Y no conozco el temor! —Comenzó a acercarse a su enemigo, caminando amenazante.

—Te debes haber vuelto loco, niño. Cuando te pongas a alcance de mis garras, te arrancaré la tráquea antes que puedas darte cuenta —se le notaba confundido, dudaba si Silur tenía un plan para vencerlo.

—Estás solo, Krieger, por eso perderás esta pelea e irás esta misma noche el abismo para saldar tus cuentas...

—¡No sabes nada sobre mis "cuentas"! —lo interrumpió con un dejo de nostalgia en la mirada que ahora era una mezcla de furia y duda.

—Tus seguidores se rebelaron contra ti, tus amigos te dejaron peleando solo, le fallaste a tu maestro.

—¡No hables de mis amigos! —forcejeó con la trampa cinética de Razelión para liberarse, un aunque le fue imposible. Su brazo derecho sostenía su arma sin poder soltarla o moverla siquiera un milímetro—. ¡Cuando pueda ponerte un dedo encima, morirás como el pequeño gusano que eres! ¡No eres siquiera un mercenario, eres solo un esclavo!

—¡No te dejes confundir, Silur, podemos derrotarlo! —gritaba desde lejos Razelión, intentando dar ánimos a su compañero.

Silur terminó de acercarse lo suficiente a Hematófaga como para extender su brazo hacia ella. Krieger hizo lo mismo, defendiendose con un golpe con su otra mano, aunque el joven gelirense logró inmovilizarle el brazo con el suyo.

—¿Qué vas a hacer ahora? —dijo el vampiro. Habían quedado casi cara a cara, incapaces de hacer movimientos para dañar a su enemigo sin desequilibrarse—. ¿Tienes miedo de acercarte más? —le mostró los colmillos—. ¿Con tu mano libre me vas a golpear la cara hasta que te rompas la mano? Mi cabeza terminará de sanar en segundos, y yo estaré como nuevo.

—No, Krieger, con mi mano libre haré esto —apoyó su palma sobre el filo de Hematófaga, haciéndose un profundo corte.

—Silur, ¿Qué haces? ¡Si absorbe suficiente de tu sangre, el bastardo nos empezará a lanzar fuego! —gritó preocupado Razelión, cuya cara de extenuación inminente era desalentadora. Se notaba que a la trampa le quedaban pocos segundos de resistir.

—Estoy improvisando, amigo, ¿O de casualidad tienes un hacha afilada por ahí, para cortarle la cabeza de un golpe? —sonrió aguantando el dolor de su mano.

La sangre de la palma de Silur corría con rapidez por el metal y era absorbida de a poco. La herida le causaba una hemorragia más profusa de lo común, como si la misma hoja estuviera succionando el líquido vital como una sanguijuela hambrienta.

—Mmmh, sangre de piromante. Voy a ser el primer vampiro en controlar el fue- —Una tos seca lo interrumpió— El fuego... —comenzó a mover la boca incómodamente, como si sintiera algo extraño dentro de ella—. ¡Hijo de perra, es un maldito truco! —inspiró hondo y sostuvo el aire, al exhalar, salió vapor.

—Cuando recibes este poder, Krieger, parece que primero te tienes que acostumbrar al fuego consumiéndote por dentro. ¿Lo sientes?

En ese momento, Razelión cayó de rodillas, sin fuerzas y luego de cara al suelo. Por suerte, Krieger estaba en la misma situación, pero ahogándose boca arriba y convulsionando levemente. Enseguida Silur tomó el estilete de su oponente y lo arrebató de su mano. La empuñadura, cual sanguijuela salvaje y hambrienta, serpenteaba buscando un nuevo huésped.

—Me gusta esta daga. Creo que me la quedaré, Krieger.

El vampiro aún intentaba respirar, pero estaba prácticamente inmovilizado de cuerpo entero y solo se lo veía poder mover los ojos, que se fijaron en Silur. Este sostuvo el arma en su mano derecha, y la boca de la criatura, con pequeños dientes en filas alrededor, se posó dolorosamente en su muñeca, quedándose agarrada ahí. La hoja fue tomando un color anaranjado como el metal al rojo vivo y se volvió a ennegrecer con un color obsidiana.



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En el texto hay: thriller, accion, fantasia oscura

Editado: 19.03.2019

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