Durante el viaje de vuelta al exterior, reinó el silencio. Silur se sentía extrañamente culpable y Razelión caminaba a paso firme, intentando no pensar en lo que había pasado anteriormente.
—Hicimos lo correcto, ¿Cierto? —Silur miró de reojo a Razelión que venía intentando concentrarse en el mapa.
—Claro, por supuesto. Cumplimos la misión.
Se veía luz fuera del túnel principal, estaban a unos 200 metros de la salida.
—Digo, nuestra misión era recuperar esa cosa, ¿No? ¿Para qué sirve, de todos modos?
Razelión lo miró a los ojos y respondió elevando la voz.
—¿No cuestionabas tus motivos cuando te entrenabas para matar a las órdenes de Gelir, la tierra que te dio la espalda; pero ahora que solo tienes que recuperar un objeto, tienes una crisis existencial?
—Vaya proyección... —rompió el silencio Roxanne sonriendo de lado.
—No me vengas con psicología barata, —le respondió— yo no cuestiono nada. ¡Mis acciones no son "correctas", pero si impecables! ¡Cumplo con mis órdenes a la perfección, y nada más!
—Me alegra que tengamos los mismos ideales —respondió Silur intentando permanecer tranquilo ante la rabia de Razelión.
De pronto, Darren chistó llamando la atención del grupo.
—Hay algo afuera —entrecerró los ojos—. Esa luz... no es el sol.
Permanecieron en silencio un momento y salieron de la mina, donde la luz del sol se entrelazaba con un fuerte brillo radiante, casi cegador, que flotaba frente a ellos.
—¿Qué es esto? —susurró Silur, sintiendo una extraña debilidad; observando a los demás, excepto a Darren, sufrir sus mismos síntomas.
"En nombre de la diosa, dadora de vida, infinita fuente de luz del mundo, los desterraré al abismo" se escuchó una voz atronadora proveniente del resplandor, que se acercaba lentamente a ellos, como un cazador que ya ha acertado en su presa, y solo le queda terminar con ella.
—¿Eso crees? —respondió a penas audiblemente Razelión llevándose la mano al bolsillo—. Ese es el problema con ustedes...
Su expresión era de estar apretando los dientes con furia e impotencia mientras hablaba. Había dejado de pensar en lo que había pasado hace un momento y ahora solo se concentraba en no rendirse. Sacó de su bolsillo el llavero del Shooting Star y continuó:
—Cuando pasan tanto tiempo creyéndose invulnerables —tomó aire con dificultad—, subestiman a sus enemigos... —Presionó un botón en el llavero, haciendo que éste se eleve automáticamente y se acomode mirando hacia el misterioso resplandor flotante—. Darren... deberías tirarte al piso —continuó, antes de desplomarse en el suelo con el mayor cuidado que pudo.
Cuando todos estuvieron cuerpo a tierra, el deslizador comenzó a disparar automáticamente ronda tras ronda de proyectiles, que fueron empujando a su objetivo hacia la entrada de la mina. Los casquillos rebotaban en el piso soltando humo y el olor a pólvora empezaba a llenar el ambiente. Las detonaciones eran ensordecedoras, y cada disparo golpeaba en el misterioso ente o le pasaba muy cerca, terminando dentro de la mina.
—¡Aberraciones! —comenzó a vociferar en medio de los disparos, recibiendo cientos de ellos, y aún así solamente siendo empujado hacia dentro de la mina—. ¡Pueden correr hoy, quizás, pero nunca podrán evitar el juicio de la diosa! ¡Nunca cumplirán la profesía oscura! —se escuchó desde el resplandor, que comenzaba a tener forma humana, brillando en la oscuridad de la mina recibiendo disparos que solo lograban mantenerlo alejado de ellos.
—Es nuestra oportunidad... ¡todos al Star! —avisó Razelión, arrastrándose al asiento del conductor, mientras Silur hacía lo mismo y Darren ayudaba a Roxanne, aprovechando que él no se había debilitado. Cuando todos estuvieron arriba, los disparos cesaron y las vainas de las balas, incontables, dejaron de sonar cual cascabel al caer al piso—. ¡Adiós! ¡Dile a la diosa, que éste no es su mundo ya... que los humanos se lo arrebataron, para destruirlo y destruirse ellos mismos! —fingió una risa estruendosa y aceleró el vehículo, mientras la entrada de la mina se derrumbaba sobre el poderoso ser que les había prometido desterrarlos al abismo, por tantos impactos de bala recibidos.
Pasado al menos un minuto, Silur, Razelión y Roxanne recobraron sus fuerzas.
—¿Qué rayos era eso? —preguntó él, tomándose la cabeza, intentando vencer el mareo.
—Si sirvieron las metralletas en el frente, al final, ¿Eh? —contestó Razelión esquivando la pregunta con una sonrisa de lado.
—No es momento de bromas. Ese brillo... era celestial. Parecía un guardián de la creación...
—Eso era.
—¿Cuándo ibas a decirme que en nuestras misiones podríamos encontrarnos con esta clase de enemigos?
—Creí que estaba implícito cuando te lo expliqué todo: Los guardianes que siguen a Xephagón, son aliados; los que son fieles a la diosa, quieren vernos fuera de este plano.