Si el tuviera que elegir una cosa en el mundo por la cual daría lo que fuese, sería la comida. La comida y dormir. Come a más no poder y guarda con no cumplir con sus caprichos.
Silver era odioso. Se pasaba la mayor parte del tiempo fastidiando a Miriam; la mujer que daría lo que fuese por volver a ver a su marido, el cual, con la llegada de la guerra, tuvo que partir, abandonándola y dejándole de mensaje que volvería por ella.
Miriam cuidaba de Silver desde que, una tarde, una tarde pesada, de mucho calor; lo encontró tirado bajo la oscuridad de un callejón desolado y húmedo, a unas pocas cuadras de su hogar. Estaba desnutrido, sucio, con falta de cuidados y de amor. Lo único lindo que se apreciaba allí era una pequeña margarita que se encontraba junto a él.
Verlo tan así, a ella le dio un vuelco el corazón.
Con su reputación de viuda y con falta de alguien en su vida a la cual dar cariño; recogió al pequeño y le dio todo el amor y calor de un dulce hogar. Su hogar.
Volviendo a lo que es ahora, es imposible no regañar o sacarse de quicio por causa de las travesuras que realizaba Silver.
Ella lo nombró así debido a que era su color favorito, y bueno a él le sentaba muy bien.
Solía romper cosas y tirarlas al suelo solo para hacerle perder el tiempo y mantenerla ocupada, la cual, con toda la paciencia que puede llegar a tener una mujer de 50 años, iba detrás de él tratando de que la casa no se convierta en un completo desastre.
Más allá de todo, Silver cuidaba de ella también, ya que con el pasar del tiempo, había perdido gran parte de la vista y solía chocarse muebles o sillas muy a menudo.
Un día húmedo y de atosigante calor; alguien toco a su puerta. Generalmente a esa hora pasaba el cartero, así que Miriam fue a abrir, y lo que vio, jamás se lo hubiera imaginado.
Un hombre, de tez un poco oscura y algo arrugado, aunque eso no le sacaba el brillo de sus ojos, sus ojos color miel que ella tanto adoraba; estaba parado enfrente de su puerta. Había regresado, su amor, con una que otra herida, había regresado.
Sin perder un segundo más, se abrazaron, lloraron y se contaron todo lo que se tendría que contar una pareja después de estar 20 años separados.
Después de cenar juntos, como una familia nuevamente, Miriam se acordó de Silver, y le contó a su marido todo sobre él.
Luego, fue a buscarlo. Recorrió cada habitación, cada esquina y reviso cada ropero de la casa. Pero no lo halló. Corrió cada mueble y miro debajo de cada cama. Pero no lo halló.
Ya sin esperanzas, se dirigió hacia el patio. No era tan grande pero tenía buenos cuidados. A pesar del insufrible calor de esa tarde, y el pasto un poco seco; Miriam encontró algo muy inesperado.
Aquel 1º de Abril, el mismo día en el que fue encontrado; Silver, un gato gris platinado de 19 años, dejo este mundo al cual había llegado para cumplir una misión: hacer de Ángel guardián para alguien que lo necesitase.
En su lugar, no estaban sus restos, ni su cuerpo, ni nada por el estilo.
Eso sí, lo único que se hallaba, era una pequeña margarita, a la cual Miriam le resultó un poco conocida.
FIN…