RODRICK, SOBRINO DE SILVER:
Abrir la Puerta Principal de las Rockers no es tan fácil. La anterior expedición la cerró a cal y canto por dentro y por fuera así que resulta muy complicado. Aunque teníamos miembros de la anterior expedición ninguno de los dos, ni mi tía ni su amigo, mueven un músculo para ayudar a abrirla.
Tras dos días de cinceles y picas conseguimos desbloquear los engranajes pudiendo moverlos con dos recuas de mulas tirando de ellos. Al abrirse sale todo el aire con mucha humedad y un sabor poco recomendable.
- ¿Desde cuándo las Rockers tienen agua cerca para tanta humedad? – pregunto a mi tía – Entonces nos sobra agua de nuestros depósitos.
- No hijo, la humedad no es de agua. Es de la sangre de los caídos de nuestra expedición. En las Rockers tienes que sumergirte mucho en sus túneles para encontrar algo parecido al agua.
- Eso sí, primero lo tienes que hervir porque no sabemos que puede contener. – contesta el mago.
Los dos no han apartado ni un solo momento los ojos de la negrura que envuelve la entrada de la puerta mientras me contestaban. Se nota en su mirada que están muy tensos. El príncipe grita:
- ¡¡Todos adentro!! ¡¡Encended los peleteros!! ¡¡Los enanos vuelven a reclamar las Rockers!!
Me doy la vuelta rápidamente para entrar de los primeros cuando dos manos me sujetan. La mano robusta de mi tía y una mano, bastante más fuerte de lo que pensaba, del mago.
- No tengas prisa por morir chaval. Seremos los últimos en entrar.
- La última vez fuimos los primeros. Hazme caso sobrino, ese lugar es una trampa asesina; si quieres que demos la vuelta, nos damos la vuelta. Si quieres quedarte aquí a esperarlos también nos quedamos contigo.
- Entraremos – gruño en voz baja mientras recojo todas mis pertenencias. Miro a la columna que ya está entrando. Otra vez seremos los últimos.
Mi tía suspira:
- Viejo amigo, te querré igual si no entras.
- Sí claro, ¿cómo podría dormir dejándote sola? Ni hablar Silver, si entráis a las Rockers, yo voy con vosotros.
CAPITÁN DE REGIMIENTO POK:
Nos enfrentamos a las tribus que se han reunido de los horms. Nuestra falange se mantiene firme en su posición esperando su carga. Posiblemente nuestro último combate.
Nos acercamos poco a poco hasta llegar a lo alto de una pequeña cima que hay en medio del desfiladero Rocker. Aguantamos firmes las picas mientras esperamos la carga de la décima sexta tribu de horms. Están esperando en la otra entrada del desfiladero cuando abren un pequeño camino. Sale un hombre a caballo que se dirige a trote hacia nosotros hasta una distancia en la que le podamos ver perfectamente.
Es un hombre imberbe, sin ninguna armadura ostensible, con una larga espada cruzada a la espalda mientras que de la silla de su montura cuelgan tres lanzas por cada lado. Su caballo es negro de pura raza y, definitivamente, es un humano y no un horms. Al llegar a medio camino, levanta la mano de forma de despedida mientras sonríe. Sin ninguna otra palabra vuelve hacia los horms que se retiran. Los horms siguen a un humano.
Hay que aprovechar la ocasión antes de que se les ocurra volver. Los primeros minutos de descanso que tenemos desde que hemos llegado.
- ¡Clavad las picas al suelo! ¡Buscad picos y palas! Empecemos a construir un terraplén aquí antes de que vuelvan.
Para dar ejemplo a mis soldados, clavo mi pica en el suelo mientras recojo un pico que me ofrece mi sargento y empiezo a descargar golpes para abrir huecos en la tierra que quite mi sargento con su propia pala. Hay que aprovechar cada minuto de tranquilidad que nos den para fortificar esta posición.
- Sargento, mande un mensajero. Que vuelvan todos. Crearemos un campamento fortificado aquí. Los necesitamos a todos.
- Ahora mismo señor.