RODRICK, SOBRINO SILVER:
Entramos en las Rockers siendo los últimos de la compañía. Lo bueno de ser los últimos es que el resto de las antorchas iluminan la gran sala que precede a las Puertas. No se pueden apreciar casi ninguna de las esculturas y menos aún cualquier detalle de las paredes. Oigo que el mago dice a mi tía:
-¿No le enseñaste nada?
-Se supone que sí, pero nadie me escuchaba, así que me pondré yo- contestó mi tía con un suspiro.
Doy la vuelta para mirar que hace mi tía cuando veo que el mago me dedica una sonrisa y un guiño de ojos. Mi tía se acerca a una de las paredes y, estando completamente a oscuras, golpea levemente una piedra. En ese mismo momento toda la sala comienza a iluminarse. Los miembros de la comitiva empiezan a soltar exclamaciones de asombro a medida que observan con más detalles de las diferentes estatuas y los adornos de las paredes. El fuego de las antorchas se asemeja a pequeñas velas en una fogata de clan.
Tanto mi tía como el mago no se sorprenden nada; es lógico porque ya lo conocían.
-No hay ningún rastro de ella.
-Por ahora- añade mi tía – Esperemos que sigamos con la buena suerte que hemos tenido hasta ahora.
La caravana empieza a distribuirse por las diferentes cavernas en que se divide la Gran Sala. El mago y mi tía se colocan delante de mí guiándome con un rumbo fijo:
-¿Sabéis dónde vamos?- pregunto.
-Sí, vamos dónde está nuestra habitación. Si ella sobreviviera, nos la encontraríamos allí- me contesta el mago.
-Algún día me tendréis que decir quien fue ella.
Mi tía se da la vuelta y se me queda mirando a los ojos.
-Sobrino, ya te lo conté en su momento, pero si lo has olvidado en la cena te lo volveremos a contar. Mi amigo Zelendi se encargará de los detalles que se me puedan escapar.
SOLDADO DE REGIMIENTO POK:
Durante dos días tuvimos un descanso totalmente desconocido. Ninguna tribu de horms atacó el desfiladero y pudimos construir mi deseado puesto fronterizo.
Es en el tercer día cuando un batallón del Rey decide hacer acto de presencia en el desfiladero. Ellos van impolutos en limpieza con las armas relucientes mientras que nosotros acabamos de terminar una serie de trampas antes de acceder a la empalizada y preparar el hospital de campaña.
El capitán de la compañía se acerca a nosotros. El bigote encerado emite destellos con el Sol, la armadura reluciente, sin una mancha. Mientras tanto, mi armadura tiene desconchones donde ha recibido impactos, están llena de barro de cavar las trampas, la última vez que vi algo parecido a un baño fue hace tres semanas…
- Veo que lo tenéis todo controlado por el Desfiladero, capitán.
Aunque tengo ganas de partirle la cara, de gritarle y de quitarle esa estúpida sonrisa, me controlo porque sé que habla en nombre del rey -el Príncipe estará con problema después que su compañía de mercenarios saliera disparada-. Ya me encargaré de eso cuando pueda.
- Todo en orden, Alteza.
- Me alegro, capitán, el Rey ha dado sus felicitaciones al Príncipe por su astucia. Nosotros nos encargamos del Desfiladero a partir de ahora. Puede volver a la capital.
- A sus órdenes.
Aunque sea un simple capitán de un Regimiento, al ser un Regimiento del Rey es como si hablará por el propio Rey. Solo tengo una cosa clara, hemos salvado el Desfiladero de Rocker y haré todo lo máximo posible para que ninguno de mis chicos vuelva al desfiladero. Nuestras tarifas a este Príncipe empiezan a no entrar en varios carros.