RODRICK, SOBRINO DE SILVER
Tres días recorriendo el túnel colocando las antorchas para no dejar ni una sola sombra en el camino. Por la noche, ya nos hemos acostumbrado a dormir con toda la luz en la cara y tener solo las dos terceras partes de la noche. Tres guardias en las que te dejas los ojos en la oscuridad, por lo menos en mi caso, porque dudo que tengan esos problemas el mago y mi tía. Ambos tendrán sus recursos para comprobar qué pasa ahí fuera.
Al cuarto día llegó corriendo un mensajero del Príncipe.
-Por fin os atrapo. Llevo recorriendo todo este camino varios días sin veros.
-¿Qué quieres? – Mi tía, tan seca como siempre con la gente.
-Me manda el príncipe; quiere que volváis para que nos digáis cómo exploramos el resto de los túneles.
-Le puedes decir al príncipe de mi parte -contesta el mago- que pasamos de su sugerencia. Vamos a resolver esto nosotros tres. Puesto que antes no quería hacernos caso, ahora nos toca a nosotros no hacerle caso a él.
-Estarán solos. No esperen ayuda de ningún tipo. Eso quieren que me ha pedido que les diga que sucederá si no le hacen caso.
-Dile a tu Príncipe que mantenga a toda la gente dentro de las luces hasta que nosotros arreglemos este problema.
Nada más oírlo el mensajero sale corriendo en dirección contraria y nos disponemos a pasar otro día igual.
-Esperemos que lo que esté pasando aquí dentro se centre solo en nosotros y deje en paz al resto.
PRÍNCIPE ALORIAN
Con la información precisa de que no ha habido más ataques en el puesto avanzado, continuamos con la embajada. Esta vez con más atención que nunca, porque no solo esperamos ataques de los horms sino también el ataque por parte de la reina. La tensión en el ambiente se puede cortar incluso con cuchillo, sobre todo, en los reclutas más jóvenes.
El maestro de armas se encarga de mantenerlos ocupados todo el rato para que no puedan pensar en lo que estás pasando mientras que me reúno con mi capitán:
-Atacarán al amanecer – dice antes que pueda abrir la boca mientras se rasca los ojos que los tiene algo secos.
-¿Perdón?
-Majestad, me iba a preguntar cuándo pensaba que atacarían y le aseguro que atacarán al amanecer. Se creen que no les hemos detectado, pero es lo que queremos. Están preparándose para el amanecer. Ya tenemos organizado todo. No se preocupe señor, caerán en nuestra trampa.
Así me voy a ir a dormir muchísimo más tranquilo que antes.
-Me levantaré antes del amanecer.
-Señor, por favor, no. Tiene que ser un día cualquiera para sus ojos.
-¿Ojos?
-Sí, ahora mismo están mirando. ¿Por qué cree que me froto los ojos como si tuviera sueño? Para que lo crean y que piensen que estamos cansados. Quiero que ataquen cuando les estemos esperando. Sabemos que tienen ojos, pero no oídos por eso se lo puedo decir libremente.
-Estoy dándome cuenta que la mejor decisión que tomé fue contrataros como Guardia Personal.
Su única respuesta fue una sonrisa mientras se dirige a su tienda.