RODRICK, SOBRINO DE SILVER
Nos dejamos los ojos mirando la oscuridad, intentando vislumbrar…. algo diferente entre tanto negro, pero nada. El mago ha empezado a sudar poco a poco:
-Nos acercamos lo notó.
-Estaremos a una jornada de la puerta de salida, si no he calculado mal.
-Entonces si he entendido bien, estamos cerca de la puerta de salida buscando a la última hechicera orka que ha abierto un portal cuya magia que puede provocar el fin de nuestro mundo.
-Correcto, chaval – me responde el mago.
-¿Alguna idea de cómo convencerla para que lo deje?-pregunto.
-Estamos en ellos sobrino, me responde mi tía.
Pues no quedan muchas más cosas que aclarar.
Seguimos un rato más (ya he perdido bastante la noción del tiempo en esta permanente oscuridad) y cuando paramos para comer veo algo. Bueno más bien hay algo diferente en la oscuridad. Cojo del codo a mi tía y señalo con el dedo. Enfoca la vista y asiente con la cabeza. Avisa al mago, posponemos la comida para otro momento y nos dirigimos a ese punto.
-¡¡QUEDAOS QUIETOS DONDE ESTÁIS OS SUFRIRÉIS LAS CONSECUENCIAS!!
PRINCIPE ALORIAN
Mi capitán se adelantó para asegurarse que no había ninguna trampa. Hemos conseguido llegar al momento exacto en que la embajada de los horms entra en el campamento. Un regimiento está preparado para presentar armas y honores a la embajada.
Los miembros que la componen son los ancianos de varias tribus de los horms, los que son prescindibles. El mayor de todos toma la palabra:
-Estamos orgullosos de haberos hecho sangrar en el Desfiladero. Nuestro líder supremo ha decidido que merece la pena oíros.
¿Líder supremo? No puedo dejar que sepan que desconocía esa información, pero me ha sorprendido. Todas las tribus de los horms bajo el liderazgo de una misma personalidad…. Puede provocar una guerra que ningún reino humano pueda ganar.
-Queremos un tratado de paz entre nuestras razas para permitir el comercio y que evite más guerras entre ambos.
-Eso dijo el líder que dirías. Tendremos que acompañaros hasta dónde se encuentra él. No quiere ofenderos por lo que no os pedirá que dejéis las armas aquí, pero vuestro chaval tendrá que dar su palabra de no usar ninguna magia en nuestra contra.
-La palabra está dada, noble anciano- dice mi mago con gran rapidez. Ningún gesto acompaña al asentimiento expreso de los ancianos.
-Entonces desmontad este campamento. Tardaremos tres días en llevaros con nuestro líder, os haremos de guía – dicho lo cual salen del campamento y se quedan esperando.
-Capitán, nos quiero en marcha en menos de una hora.
-Sí señor, ¿y los prisioneros?
-Con nosotros, si dan la palabra de que no harán nada raro.
-Les conozco, saben cuando tienen una oportunidad y ahora la tienen con usted -hace dos gestos rápidos con la mano a las tenientes que comienzan a repartir órdenes.
-Capitán, ¿líder supremo?
-Estoy igual de sorprendido que usted, señor. En el desfiladero vimos a un humano montado a caballo saludando pero pensábamos que era una confusión.