RODRICK, SOBRINO DE SILVER
Tardamos tres días en llegar al nuevo pueblo minero enano. Esta vez hemos ido hacia el sur para no encontrarnos con la anterior aprendiz que ya nos acogió. Está lejos pero toda precaución es poca.
-¿De verdad crees tía, que este aprendiz te recibirá con los brazos y su forja abiertos?
-Niño, los aprendices que tomé bajo mi tutoría son seres totalmente respetados y con los mismos valores que yo. Tardo años en enseñar todos los conocimientos de forja que pueden necesitar para mantenerse ellos solos. La única forma de que se formen es que les pueda aguantar el tiempo suficiente. Este aprendiz, en concreto, te va a gustar.
-¿Cuántos aprendices tienes tía?
-Once repartidos por varios reinos. Da la casualidad que dos de ellos me los encontré en este reino.
-¿Conocías a los horms anteriormente?
-Conocerlos los conocía y he tenido tratos con ellos. Es una especie muy amable pero les obligaron a guerrear. Cuando el resto de las razas se dedican a quitarte tierras y a cazarte, acabas defendiéndote. Los pueblos que están en su territorio nunca han sido atacados por horms y pueden comerciar sin problemas. Ese comercio es el problema; está extrayendo materiales que no encuentras en casi ni un lugar más de todo el continente, por lo que son muy valiosos. Los reinos cercanos han puesto los ojos en esas riquezas, los quieren. Menos mal que los horms tienen un líder supremo humano que entiende lo que se están jugando y el tratado con el Príncipe Alorian es muy importante para defender a los horms.
Andamos con un ritmo rápido por lo que en tres días llegamos a las puertas de un nuevo pueblo minero. Como decía mi tía no tienen ni una sola muralla ni torre de vigilancia. No tienen miedo de que los ataquen.
PRINCIPE HEREDERO ALORIAN
Llegamos al condado abandonado. Los rebeldes campan a sus anchas teniendo el control absoluto. El mayor problema que tienen es que ya no hay ni una sola granja ni mercader que pasé por sus tierras, por lo que no pueden robar a nadie.
Sin necesidad de realizar ningún campamento provisional, simplemente escondemos nuestras mochilas en árboles cercanos, atacamos a dos patrullas seguidas en el linde del bosque. En ambas interrogamos a los dos cabecillas antes de reunirlos con su Creador.
Después nos dirigimos al norte del condado, donde nos han dicho que han establecido su campamento principal. Están dirigidos por un antiguo señor de los humanos caído en desgracia por enfrentarse abiertamente a la Reina cuando tenía préstamos con ella. Este sujeto empezó a dedicarse al pillaje en su propio ducado donde le conocían demasiado y no podía esconderse con facilidad. Mas tarde, al descubrir este que existía un condado vacío, en el nuevo territorio de la reina, se trasladó allí para poder realizar sus fechorías con más libertad.
Mientras nos dirigimos a las montañas, al norte, no atacamos a ningún grupo más de los que nos encontramos. No queremos que se den cuentan de nuestras intenciones, no hemos dejado ningún testigo que pueda decir nada. Solo cadáveres, sin ocultar. Que nos busquen donde no estamos.
Lo que he descubierto en la lucha es que los orkos son temibles en el cuerpo a cuerpo. Las patrullas están formadas por varias razas, humanos, enanos y algún elfo. Ninguno de ellos ha sido capaz de hacerles ni una herida y eso que les atacaban hasta tres miembros a la vez. La fuerza y rapidez con que usan las mazas y martillos, cómo saben mantener la distancia gracias a sus largos brazos, los hacen únicos. El Capitán y yo estamos de acuerdo que son la mejor infantería pesada que hemos visto o leído en libros nunca.
Este es el último capítulo de esta parte de Silver. ¿Qué os ha parecido? Ya tengo pensado que publicar hasta que tenga preparada la segunda parte. Como os digo siempre podéis apoyar estas publicaciones en Patreon:
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