Simple humana

•C a p i t u l o 22•

Trato de tranquilizarme y pensar bien lo que voy a hacer.

— Después de la cena necesito hablar contigo— mencionó más tranquilo de lo usual.

A mi no me engaña, algo está buscando y se equivoca si cree que voy a caer…

A quien engaño aunque me haga la fuerte y la valiente en estos momentos tengo miedo y cualquier cosa en donde me vea en peligro me iré por la solución fácil.

Lamentó si no soy la heroína que esperan.

— ¿Puedo saber la razón?— hablé ya sentada en una silla que encontré lo más lejos posible de él.

— Solo disfruta de la comida, luego hablamos— mencionó con simpleza, quitándole importancia al asunto.

— Majestad, necesito saber que hago aquí— dije tratando de sonar tranquila y convincente— de otro modo lo mejor será retirarme.

Me levanté de la silla para luego tomar camino hacía la puerta de la entrada principal.

— Siéntate, no lo volveré a repetir— dijo Noah tensando sus palabras tratando de no sonar enojado.

— No.

— Samantha… — mencionó mi nombre con ese semblante ya bastante enojado.

Eso significa problemas. Yo no quiero problemas así que me senté de nuevo en mi lugar; No paso mucho tiempo cuando las chicas llegaron a dejar los platillos en la mesa para luego mirarme con extrañesa.

No es para menos puesto que ellas y nadie en realidad creería que el ser mitológico enfrente de mí, que odia a mi especie, me ha hecho la vida lo más difícil que puede y para rematarla mató a la única persona que era lo más cercano a mi familia, estaría aquí invitando a comer a una humana para luego hablar "civilizadamente" con ella.

Ellas no mencionaron absolutamente nada y regresaron quiero creer que a la cocina.

— Si que se esmeraron— susurré para mí misma al ver toda la cómida que habían preparado.

Sin decir nada más empezamos a comer. La comida estaba exquisita, por no decir que perfecta. Después de varios minutos en silencio incómodo Noah decidió hablar.

— ¿Hace cuánto las conoces?— pregunto Noah.

— ¿A quiénes te refieres?— pregunté de vuelta mientras tomaba un poco de agua.

— A las sirvientas de clasificación Omega— al decir aquello casi me ahogo con el agua que tomaba.

¿Cómo le decía que hice amigos en toda la manada a pesar que el me lo prohibió a mi y a todos?

En realidad a mi me daba igual que pasará, pero luego pienso en las consecuencias que les traería a los demás. Es mejor mentir en situaciones así.

— Las conozco de vista, es todo— inhale profundo relajando todos mis músculos para seguir hablando— después de todo me prohibió hablar con cualquiera de la manada a menos que sea para algo importante.

— Si intentas hacerme sentir mal créeme que no lo lograrás.— tomó una servilleta para pasársela por la barbilla y su boca para dar por terminada su cena.

— Esas no fueron mis intenciones majestad, solo estoy diciendo una verdad, eso es todo.

— ¿Ya has terminado tu comida?

No.

— Si, ¿Ya pondremos hablar?

— Por supuesto— me sonrió con desdén levantándose mientras caminaba hacia el cuarto de biblioteca.

Yo lo seguí hasta está y cerré la puerta am entrar.

— ¿Sabías que existe la posibilidad de que seas mi segunda mate? — pregunto tomándome por sorpresa mientras en su miraba no sabía reconocer nada.

— Alpha, por lo que tengo entendido eso es imposible y si así lo fuera no lo aceptaría y se que usted tampoco.

— Lo se, es por ello que mande a varios de mis hombres y consejeros a investigar y en efecto— tomo asiento en un sillon mientras pasaba una pierna encima de la otra —no existen los casos de tener dos almas gemelas en ningún ser existente, así que quiero creer que es solo un capricho de mi lobo por querer buscar el calor de su mate.

— Que bueno que aclaramos ese tema ¿Era de eso de lo que quería hablar conmigo?— pregunté mientras tomaba asiento en una silla de madera que se veía realmente incómoda pero me dolían los pies por el arduo día de trabajo que tuve.

— En parte, para lo que te traje aquí fue para hacer un trato limpio para el tema del heredero.— dijo sin ganas y con el rostro ya candado y estresado puede ser que ya esté llegando a su tiempo de muerte.

— ¿Qué tienes en mente? — pregunté notablemente interesada por saber que idea tétrica tenía el licántropo.

— Estuve hablando con mi consejero principal y llegué a la conclusión que enserio necesito un heredero de mi sangre y ya que tú eres mi única alternativa al menos quiero morir en paz, así que quiero llevar este tema por la paz.— ¿Está hablando enserio?— se que no soy el único que no siente real atracción uno por el otro así que pensé en tomar tu idea de hacerlo por algún tratamiento, pero la realidad es que no funcionará, varios lobos han intentado este método por distintas razones y no han podido quedar preñados. — por favor que no esté hablando enserio— llegamos a la conclusión que nosotros no podemos procrear un bebé de ese modo, así que, solo podremos tenerlo por medio del método tradicional.

Que simple sino para él, pero para mí eso no lo aceptaré.

— No.

— Sabía que te negarías, así que te daré la libertad de poner condiciones al aceptar hacerlo por el método tradicional— dijo parándose de su asiento para luego dirigirse a la estantería.

— ¿Condiciones?

— Me refiero a que podrás proponer alguna idea para que todo este tema no se te haga tan incómodo, después de todo estás ayudando a mi manada.

¿Qué diablos le pasó? Solo estuve fuera un mes y parece que tengo a unos metros de mi a alguien totalmente desconocido.

— Entiendo, pensare de mejor manera en estos días y le diré mis condiciones majestad— respondí.

— Bien — miró su reloj para luego hablar— es bastante tarde ¿Deseas quedarte?

No. No quiero, pero no tengo muchas opciones y no tengo ni como hablarle a Aramis.

— Si no te molesta — el solo asintió y llamo a Rosa para que me preparara una habitación.




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