Simple humana

C A P I T U L O 32

En un lugar desconocido

— ¡Pero madre! — renegaba la hermosa joven de cabellos dorados, los presentes miraban con recelo la situación puesto la madre de aquella señorita estaba totalmente seria ignorando por completo los casi berrinches de su hija.

— ¡Ya no más, es suficiente! Vuelves a comportarte de esta manera y no me importara en lo más mínimo que seas mi creación — sentencio la madre de la joven. — es estólido de tu parte querer relacionarte con los que llaméis tus hermanos.

— ¡Eso es inaudito! ¡Es incesto!  — rugió el consejero más fiel del reino, después de él, más se unieron a la discordia provocada por la joven que tenía ya las lágrimas estancadas en sus ojos azules cual cielo resplandeciente.

— ¡Callaos! — disolvió la pelea la reina del satélite natural.

Todos callaron al instante sin quitarle la mirada a la preciosa dama que se encontraba hincada en medio de todas esas personas cuyo rango era importante para la toma de decisiones. El joven hijo de uno de los seguidores de la reina más importantes estaba ahí siendo detenido en la entrada por su propio padre, él quería a toda costa defender a su protegida.

— Si queréis relacionar sentimentalmente con alguno de tus hermanos lo consentiré.

— Madre… — susurró sorprendida.

Y de nuevo los desacuerdos comenzaron a tomar fuerza, todos estaban en contra, después de todo se hablaba de la próxima reina del satélite natural mayormente conocido como luna parta los humanos. De nuevo la reina hizo callar a todos pero esta vez no fue con la palabra, ella se paró de su trono y tiro de su bastón pegando en el duro suelo, el lugar fue iluminado por una luz casi cegadora para el ojo humano, pero a ellos solos les molesto la vista unos segundos.

— Agradezco su preocupación pero no olvidéis que es mi hija, mi creación, las decisiones más allá sobre ella son mi responsabilidad. — los presentes notablemente molestos no pudieron negarse  ante su autoridad, la reina se acercó a paso lento a su llamada hija, al llegar a ella esta levantó el rostro mirando a la cara a su tan amada madre, la susodicha con las yemas de los dedos tomo el mentón de su  descendiente para luego levantar la mirada y mirar atentamente el techo del lugar, el techo yacía un orificio que dejaba ver el planeta tierra y a su alrededor estaban los demás planetas flotando con cuya magia lo hacía verse real.  — He ahí se encuentran tus hermanos, mis creaciones más adoradas, si estáis decidida a tomar el amor de uno de ellos yo debo escogerlo ese es mi deber y decisión.

— Lamento intervenir mi señora, pero sería inicuo para la verdadera alma destinada del elegido. — murmullos en aprobación empezaron a resonar casi haciéndolos inaudibles.

— Madre yo no estoy tomando esta decisión por cualquier hombre, estoy enamorada de uno en especificó, por el estoy dispuesta a todo.

Hubo un silencio sepulcral donde era notable la tensión que se acumuló.

— ¿Por qué estáis afirmando estar enamorada de alguien que posiblemente no conocéis realmente? — la joven bajo la mirada y con las manos hecho puños tomando de su vestido tomo el valor suficiente y hablo.

— Incumplí las normas del reino y he visitado la tierra incontable veces, pero no he ido sola y me he puesto en real peligro… — aclaro con una sonrisa, volteo la mirada levemente mirando detrás de ella, topando la mirada con su amigo y Schutzseele desde que era una niña, pidiendo perdón en una mirada, el joven tenía un par de lágrimas en sus ojos, por mucho que intentaba no podía zafarse de la gran fuerza sobre humana de su padre y soldados todos más experimentados que él. — he ido en acompañamiento con Aramis mi Schutzseele al planeta tierra.

Dicho esto no hubo quien replicara, solo basto las miradas de los más altos rangos para notar su descontento y decepción, su madre quito sus dedos de la cara de su hija como si quemara, dando un paso atrás tomo su cabeza puesto que un dolor había en esa zona tomo fuerza haciendo que se tambaleara, los fieles seguidores corrieron a su ayuda haciendo preguntas que alarmaron a todos y más a su hija. 

— Estoy bien — aclaro la preocupación pero aun así sus fieles la ayudaron a sentarse de nuevo en su trono, después de un par de minutos donde la preocupación del rostro de los presentes no se disolvía decidió seguir con la reunión y toma de decisiones. — no puedo creer que mi propia creación haya incumplido mis normas y haya ido a un lugar donde el peligro es inminente, que hayas ido con tu guardián no es suficiente para ti que eres mi descendiente, tomare las medidas según las leyes de este reino, no puedo dejar pasar esto.

No hubo nadie que replicara excepto el joven Aramis quien estaba desesperado gritando que ella no tenía la culpa y le dieran una segunda oportunidad, quería ayudarla, más que nadie sabía que pasaba con los castigados y en los peores de los casos se exiliaban sin comunicación ni ayuda con nadie del reino.

— Mi descendiente y amada hija Pandía, hoy declamo tu castigo por incumplir las normas tomando así como testigos a la corte, como la ley dictada por mí la reina Selene, diosa de la luna, tu sentencia es dejar el reino dejándote desamparada en el planeta donde decidiste tomar rebeldía. — Pandía dejo caer sus muslos en sus tobillos para quedar sentada al final, sin poder creer lo que había escuchado quedo en completo shock, los que antes replicaban por que le dieran un castigo quedaron sorprendidos, era de saberse que querían que la castigaran para que así ella quizás tomara más enserio su deber como próxima reina, pero saber que su castigo era el exilio no sabían que decir, ni ellos pensaron en esa posibilidad.




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