Simplemente Nina

Cápitulo 11

   En cuanto escuché los golpes en la puerta, abrí los ojos sobresaltada. Y del mismo modo me senté en la cama. Miré la hora: ocho menos cinco. Recordé mi vida y mis datos personales diez segundos después. Fue ahí cuando comprendí que Tommy era quien había golpeado la puerta. Me levanté a los tumbos y abrí de un tirón la puerta. Tommy me miró sorprendido y con un asomo de sonrisa en la comisura de los labios. Estaba perfectamente peinado y perfumado. Además bien vestido. Si veía eso estando medio dormida, no quería imaginarme cuando me hubiese lavado la cara. Las malditas palabras de Nico de seguro habían echado raíces mientras dormía.

-Perdón, me dormí. No tardo nada –dije invitándolo a pasar.

-¡Buenos día Nina! –dijo ya sonriendo abiertamente.

-Buenos días –dije ya de camino al baño –ponete cómodo.

-¿Con eso querés decir que empiece el mate?

-¡Sos muy bueno captando mensajes subliminales! –grité.

  En cuanto me ví al espejo, casi tengo un ataque de vergüenza. El pelo todavía húmedo se me pegaba al cuello y la cara, y el maquillaje del día anterior, que no me había molestado en quitar, bajo la ducha se había corrido y así había pasado la noche. Además, lucía el camisón rosa que me había regalado la abuela que había sido de ella. Si a Tommy le pasaba algo conmigo, hasta ahí había llegado.

  Me limpié la cara y puse maquillaje nuevo. Me calcé un jean negro al cuerpo y una camisa vaquera, sin quitarme aun mis garras de dormir de los pies.

-Bueno, perdón. Se ve que anoche se me olvidó poner la bendita alarma.

Tommy ya había arrancado el mate, cortado torta y abierto las ventanas. Todavía era de noche. Maldito invierno.

-Me imaginé que iba a pasarte eso. Por eso vine antes.

  Lo miré de refilón mientras tomaba un mate. Sin duda alguna se había cambiado más que de costumbre.

-¿Y cómo pasaste tu día de blinis? –preguntó.

-Hermoso. Siempre la paso bien esos días.

-Me gustan también. Es un trabajo terrible, pero me gusta.

   Un silencio que se me tornó insoportable nos invadió de pronto. Fue en ese instante que odié a Nico más que nunca. Sus estupideces me estaban bloqueando frente a mi compañero y amigo. A ese tonto le iba a costar caro. Ya pensaría en como desquitarme.

-Tenemos algo pendiente Nina –murmuró.

-¿Qué cosa? –se me atragantó un trozo de torta en la tráquea.

-La cena que te debo. –sonrió.

-No me debes nada, de verdad –dije llenándome la boca con torta.

-No voy a discutirlo. ¿Cuándo cenamos?

-Cuando quieras –dije tímidamente.

-¿Este viernes podes?

-Claro.

-Perfecto –sonrió –ahora hablemos del menú.

     ¡Gracias por leer!

 ©Todos los derechos reservados a Melina Sol Gual

Safe Creative- Todos los derechos reservados

Código de registro:1807147726669




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.