Simplemente Nina

Cápitulo 14

-¡Decime la verdad Nina, de todos modos me voy a enterar! –exigió Nico del otro lado de la línea.

-¡Ya te la dije, fue así! –repetí por centésima vez consecutiva.

-¿De verdad no estaban chapando?

-De verdad –dije cansada. 

-Bueno, Karem es de hacer esas cosas.

-No me quedan dudas –dije girándome sobre mi cama. Afuera había salido el sol. Decime quién te lo dijo.

-Tommy me llamó a mitad noche preguntando por vos. Supuso que me habrías llamado, no sé.

Suspiré, y Nico captó que estaba sintiéndome mal por todo aquello.

-Te visito en la tarde antes de ir al Moscú.

-Te espero entonces –dije y colgué.

    Volví a rememorar toda la noche anterior. La cena en casa de Tommy había sido la más genial de las cenas. Los tres nos la habíamos pasado en grande, o al menos eso era lo que sentía yo. Al menos de mi parte me había divertido. Las cosas se habían ido por derrotero después.

   Después de cenar y de poner un poco de orden en casa de Tommy, habíamos decidido ir a tomar algo. Con Nico logramos convencer a Tommy de ir a otro bar que no fuera el Moscú. Al menos un día en la semana teníamos que zafar de aquel lugar. Como ya me lo había anticipado antes, Nico, fiel a sus canalladas, buscó la excusa perfecta para irse al poco rato de llegar y dejarme a solas con Tommy, asegurándose que este me llevaría a casa. Traté en vano de controlar mis nervios. Apenas podía mirar a Tommy a los ojos.

   Después de un rato, y bajo el efecto de la cerveza que bebíamos con avidez, los dos nos relajamos. Tommy, aunque lo disimulara, también estaba nervioso, cosa que no hacía sino empeorar mi timidez. Nuestra conversación fluyó con más soltura y los dos pudimos comenzar a contarnos cosas de nuestras vidas que, ni siquiera, en nuestras casi libres tardes de verano en el bar, habíamos hablado. No tengo idea de en qué momento nos acercamos tanto. ¡Ojo! ¡Tampoco estábamos pegados! Pero si estábamos cerca, lo suficiente para que alguien como Karem nomás vernos, estállara en un increíble numerito de celos. ¡Maldita mi suerte, maldito Nico, malditos todos!

   El bar entero, que por cierto se llamaba Maroon, se giró por completo a ver el espectáculo que estaba dando la mocosa. Las amigas que venían con ella aportaron lo suyo. En mi vida había pasado tanta vergüenza. Aunque, vale decirlo, dentro de todo tuve suerte, ya que no contaba con que dentro de Maroon, se hallara una de mis amigas, que no queriendo interrumpir, no me había dicho nada de su presencia allí. Se ve que Karem no era la única que lo había malinterpretado.  Mi amiga, aprovechado que la atención se centraba en Karem a los gritos y en Tommy tratando de sofrenarla, me empujó a y los manotazos me sacó del bar en menos de lo que canta un gallo. Obviamente no logré convencerla de que Tommy era solo un compañero. Sus labios decían creerme, pero sus ojos no. Era sospechoso, tenía que asumirlo.  

   Me giré de nuevo en la cama. Tendría que levantarme, ya no podría volver a conciliar el sueño. Toda la novela de la noche anterior se desarrollaría hasta el hartazgo en mi mente una y otra vez, exagerando cada detalle más y más. Me levanté y encendí la lavadora metiendo toda la ropa de la cena de un empellón. No estaba sucia, pero quería borra cualquier cosa física que me llevara de nuevo a esos acontecimientos, era una estupidez, claro. Pero era lo único que tenía a mano. Estaba de mal humor, de un terrible mal humor.

-¡Nina! –Gritó Tommy del otro lado de la puerta, provocando que casi me caiga al suelo del susto – ¡Nina abrime!

  Corrí a abrirle, y me encontré con un empapado Tomás.

-¿Cuánto hace que esperás? –pregunté atropelladamente mientras lo dejaba entrar.

-Al menos diez minutos. Está lloviendo.

-Lo notó –dije extendiéndole mi toallón. Las cavilaciones en las que me sumergía, además de borrarme la conciencia del mundo por incontables períodos de tiempo, también me dejaban sorda. No había oído para nada en cuanto Tommy golpeara. 

-Lamento sacarte de la cama –dijo, y ahí me percaté de que estaba en pijama y vaya a saber dios con qué cara.

-Estaba despierta –dije -¿Querés tomar algo? –asintió. Sabía que se sentía terrible por lo que había pasado hacia tan solo unas horas. Yo no estaba mejor. 

-Perdón por lo de anoche Nina –susurró al fin –No tenías que pasar por nada de eso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.