Simplemente Nina

Cápitulo 16

   El Moscú, para nuestra sorpresa, se mantuvo calmado todo el día. Las mesas estaban ocupadas casi todas, pero no se atestó de gente en ningún horario del día. Llegando la noche descubrimos el motivo: fiesta de la publicidad. Los universitarios, algunas veces, y siempre dependiendo de la carrera, organizaban una fiesta e invitaban a cantidades inusitadas de gente, contando con la colaboración de la propia institución. Nosotros, no quedamos afuera. Aunque lo hubiese preferido. Estos eventos, se organizaban en pos de recaudar fondos para causas benéficas, y en algunas ocasiones habían batido records. Nico, por supuesto me había arrastrado a casi todas aquellas fiestas.

   Cerca de las seis de la tarde, Karem con la mayor caradurez  y una tranquilidad y alegría inusitadas ingresó al bar con un grupo de chicos. Todos llevaban distintas playeras fluor con el nombre de la carrera de cada quien y una aclaración: pedime tú entrada a mí.  Se acercaron todos juntos a la barra y le entregaron a Nico y a mi entradas gratis para el evento, haciéndonos prometer con sonrisas y súplicas falsas que iríamos. Nico sonreía como idiota. Se había tragado el rollo de que a aquellos niños mimados les importaba nuestra presencia allí. Solamente querían el auspicio del bar, por ser tan reconocido, además de ser el refugio de ellos mismos todos los días. Soy mala onda, lo admito.

   Por mi parte no podía entender la felicidad de Karem. Era una absoluta hipócrita. Ella misma me entregó la entrada en mano, como si nunca hubiese hecho el desastre de la noche anterior por encontrarme con su novio bebiendo en Maroon. Después de unos cuantos minutos se fueron, dejando su perfume caro flotando junto al aroma a café negro.

-Saca esa cara de vinagre –se mofó Nico.

-¡No entiendo porque te emocionas con esta gente! –protesté.

-No tenés espíritu festivo Nina. Naciste vieja y amargada.

-¿Qué querían esos chicos? –preguntó Tommy en un susurro. No sé cómo, pero me había olvidado de su presencia allí. Debía ser, porqué era el primer sábado que trabajaba en el bar. Mirko nos había cambiado los horarios ese mismo día y todavía no me hacía a la idea. Nico me hizo un mohín a espaldas de él, de que me encargara yo de explicarle. Acto seguido se esfumó en la cocina. 

-Nos trajeron invitaciones a la fiesta de esta noche.

-Con razón andaba poca gente –musitó –Están organizando el club de la uni para hacerla ahí. Karem me había comentado algo, pero lo había olvidado.

-Dejaron varias –dije y le extendí una. Decididamente yo era alguien idiota. No sé porque pensaba que justamente él iba a querer ir. La tomó sin decir nada. Aunque su gesto lo dijo todo.

-¿Vas a ir? –preguntó.

-Sinceramente no me parece lo mejor –confesé. No quería tocar tema, pero dado el caso, era inevitable –Aunque Nico insiste.

-¡Si me dejas tirado esta noche no te habló más! –gritó Nico desde la cocina. Ese chico debía tener un oído biónico. – ¡Menos a una fiesta gratis!

-Deberíamos ir –dijo Tommy –es una fiesta, creo que nos va a hacer bien salir un poco.

   Lo miré y noté desesperación en su rostro aniñado, mientras observaba la invitación colorida que le había dado. Pero no fui capaz de decir nada. Un buen plan sería mirar una peli los tres y reírnos de todo como la noche anterior. No me parecía lo correcto ir a una fiesta que vaya a saber cómo podría terminar. Era obvio que Tommy quería estar donde ella lo hiciera, y eso me dolía. De seguro la mocosa reventada esa montaría alguna escenita para destrozarle el corazón aún más. Me volví y continué con el trabajo que dejara en cuanto Karem y los otros ingresaran a llevar las benditas entradas esas.

-¿Qué decís? –Insistió. Mi cara debió verse descompuesta.

-No sé Tommy, tengo mis miedos.

-¡Vieja, amargada y miedosa! –exclamó Nico poniéndose entre medio de los dos.

-Tiene su razón para estarlo –me defendió Tommy –Aunque ya está. Karem logró lo que quería.

  Nico hizo un mohín.

-Por eso mismo –dijo palmeándole el hombro a Tommy –no podemos dejar solo a Tomás hoy. Necesita a sus amigos para que le levanten el animó –dijo persuasivamente. El muy maldito sabía cómo jugar sus cartas –vayamos a la fiesta Nina. ¿Qué perdés?

  Suspiré rendida. Después de cinco años junto a él, debía asumir que nunca jamás le ganaría una pelea. Nunca. Nico sonrió abiertamente, había ganado. Tommy ya lo miraba como a un ser respetable. ¡Dios me salve!




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