Simplemente Nina

Cápitulo 20

   El Moscú, como era de esperarse un domingo a la tarde, estaba lleno hasta los topes de gente bebiendo café y probando las distintas delicias rusas. No quería imaginar el caos en el que se convertiría en la noche. Tommy nos estaba esperando en cuanto llegamos. Lo noté como siempre, solo que ahora sus ojos se veían más tristes de lo que los había notado jamás. Traté toda la tarde de iniciar una conversación con él, pero no pude. Siempre lo mismo, en cuanto alguien me necesitaba, se me iba la voz. Maldita timidez, iba a acabar arruinándome la vida.

-Me apena el saber que nunca vas a aceptar tomar conmigo un café –reconocí la voz de inmediato.

   Baltazar en toda su estatura se hallaba parado al otro lado de la barra en la que preparaba café como una posesa.  A la luz del día se veía aún más hermoso que la noche anterior. Automáticamente sentí como se me incendiaban las mejillas.

-Hay muchas otras actividades para hacer que ir a beber café. –respondí haciendo acopio de la poca simpatía de la que disponía.

-Me gustan las citas a la antigua –sonrió mostrando sus perfectísimos dientes blancos.

-Bueno, me gustan las flores por ejemplo –dije, hasta yo me sorprendía de estar coqueteando con él.

-Bueno, lo acabo de agendar. –hizo ademán de guardarlo en su mente como si de una computadora se tratara. –pensé en escribirte, pero la opción de verte me gustó más –volvió a sonreír. Sin duda ese chico tendría un seminario de seducción y querría ganar clientes. De lo contrario no entendía como encontraba siempre la frase correcta para alborotarme la sangre.

Serví un café con crema y lo deposité junto a él.

-No es la mejor manera de verme –dije mirando mi uniforme de trabajo –No sé si en la fiesta lucía mi mejor look, pero seguro me iba mejor que este.

-La ropa es lo de menos –musitó probando su café –exquisito.

   En cuanto Nico salió de la cocina y nos vió, me percaté que desde su llegada no paraba de sonreír como una lela. Obvio Nico no tardó en hacérmelo saber mediante sus espontáneas burlas. De seguro lo estaba oyendo todo desde la cocina. Como siempre.

-Mañana me libero de mis responsabilidades estudiantiles al mediodía, si estas libre podríamos ir al parque a la tarde temprano. Antes de que el frío nos congele.

    Me quedé unos segundos pensando en mi nuevo horario. No recordaba a qué hora trabajaba. Los nervios de tenerlo delante de mí, obstruían mi capacidad organizativa.

-¿Te parece mala idea?-dijo arrugando la frente. Aún de ese modo se veía guapo.

-¡No! –dije y en un ademán volqué un café que acaba de preparar. ¡Lo estaba arruinando!

      Baltazar, giró a la barra y me ayudó con el desastre. No tenía idea de cómo alguien así me había visto. En cuanto ganara confianza le preguntaría si era miope.

- Estaba tratando de recordar mi nuevo horario –dije en cuanto logré recuperar el habla.

-¿Entonces aceptás? –preguntó, y aunque no había logrado recordar nada, acepté.

   Sí, hay que asumirlo, soy idiota.

¡Gracias por leer!

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