Simplemente Nina

Cápitulo 48

 

  Nico le había dado vueltas al asunto desde que Tommy había vuelto a traspasar la puerta del Moscú. Sentía en su interior que tenía que decírselo, que algo aún podría hacer. Sabía por demás que no era bueno meterse en esas cosas, y él ya contaba con varios chascos en el pasado por meterse a comedido. Pero esta vez, realmente esta vez, estaba seguro de que Nina la estaba pifiando medio a medio. De todas las mujeres que se habían cruzado en su vida, Nina había sido a la única a la que realmente había valorado como se lo merecía. Reconocía que había sido un pésimo hijo, nieto, novio y lo que sea. Pero a esa cabecidura, no podría fallarle jamás, porque simple y llanamente la adoraba. Era la hermana que la vida le había robado hacía tantos años. Pero mejor no ahondar en el pasado. No cuando el futuro podía venirse a pique por los miedos del presente.

  Nico contó hasta diez y se decidió. Lo haría. Nina ya había tirado la primer piedra: ese fin de semana se iría a la casa costera de “el idiota ese de Baltazar” en plan novios. Y lo que es peor, se lo había dicho a boca de jarro y con la mayor de las torpezas a Tommy, el mismísimo día que regresó al bar. De no creer. El chico se había quedado de una pieza, sin entender como Nina le había ocultado una cosa así. Pero no dijo nada. Sin embargo, a Nico, que jamás de los jamases se le escapaba algo lo vió. Mejor dicho la vió. Una chispa fugaz de esas que provienen del lugar más sagrado que todos tenemos había huido de los ojos de Tommy hasta desaparecer. Es probable que ni el mismo lo supiera, menos con todos los mambos que tendría en ese momento en su cabeza, pero en el fondo, Tommy también quería a Nina de un modo diferente, muy diferente al de un amigo normal. Y fue eso, lo que  Nico necesito para decidirse a llevar a cabo aquello.

   Nico sabía de sobra, que el amor es raro, escurridizo y mágico. Y que por eso no hay que dejarlo escapar de ningún modo. Él ya había dejado ir demasiadas cosas, como para permitirle a la boba de su amiga dejar atrás aquello que muchas veces le había ayudado a su corazón a latir con más ganas.

-¡Psst! ¡Psst! ¡Tommy! –llamó Nico, tratando de que Nina que estaba a pocos metros oyera lo que decía.

  Tommy lo miró, frunció el entrecejo, y después cayó que lo que sea que Nico quería decirle, era un secreto.

-¿Qué? –dijo acercándose medio agachado.

  Nico revoleó los ojos.

-¡Actúa natural menso! –dijo tratando de que el otro se incorporara.

-¿Qué pasa insistió?

-Tengo que hablar con vos algo importante, pero no puede ser acá –explicó viendo como el otro recibía sus palabras con una sorpresa inaudita. Seguro se estaría carcomiendo el cerebro pensando de qué iba aquello. Nico jamás tenía secretos con él.

-¿Cómo hacemos? –preguntó al cabo.

-Cuando mañana Nina salga de su turno, rumbo a su fin de semana soñado, hablamos.

-Ella no puede saberlo –dijo Tommy.

-¡De ningún modo! –masculló Nico exagerando sus ademanes –no le digas ni pio de esta conversación.

-No lo haré –dijo mientras le hacía señas con los ojos de que Nina regresaba de la cocina.

 

¡Gracias por leer!

 

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