-¿Estás seguro de lo que decís? –pregunté a los gritos. Algunos clientes se giraron y miraron para la barra donde nos encontrábamos con Nico con cara rara.
-¡Te digo que si! –dijo oteando el bar mientras seguía preparando cafés rusos a toda máquina –sé lo que vi.
-¿Dónde y a qué hora?
-Ahora no puedo adelantarte nada –dijo señalando con la cabeza la entrada. Para mi disgusto Nina se despedía afectuosamente del imbécil de Baltazar –hay moros en la costa.
-¿Estás seguro de que era él con otra chica?
-Lo juro por mi abuela –dijo clavando la mirada en los cafés mientras Nina traspasaba la puerta y avanzaba con cara de lela hacía nosotros.
-¡Esto no puede quedarse así! –mascullé con ira.
-¡Tommy cálmate! –Susurró –nos queda una larga jornada antes de que podamos hablar con calma.
Pensé que iba a estallar de la rabia. Pero me contuve. Y todavía no sé cómo. No podía creer que a tan poco de estar saliendo con ella ya la estuviese engañando. El mundo estaba lleno de imbéciles, o todos nos habían tocado a nosotros. Pero esto no se iba a quedar así. Había pensado en marcharme del bar, dejarle el camino libre. Pero ahora, ahora era diferente. Este era el momento de devolverle a Nina todo lo que había hecho por mí.
¡Gracias por leer!
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