Simplemente Nina

Cápitulo 69

    Nunca había hecho una cosa así. Jamás. Pero si quería desenmascararlo y ver la realidad, tendría que hacerlo. Por mucho que aquello fuera a destruirme. Porque iba a destruirme. Mirándome al espejo, acepté, que la felicidad no era algo que hubiese sido creado para mí. La mala suerte era mi compañera más fiel desde que tenía uso de razón.

-Al menos tengo buenos amigos –me dije para darme ánimos –al menos los tengo a ellos.

  Miré una vez más mi viejo vestido de fiesta. Hacía tres años había tenido una boda y mi abuela, como yo no tenía dinero para comprarme uno, con tela de un vestido largo suyo, me había hecho uno sencillito para mí en un tono azul eléctrico que se veía de dos cuadras de distancia. Menos mal que era de noche. Era lo único más o menos presentable que tenía para ir a una fiesta. A una fiesta más de mi clase, no de la clase de Baltazar. Y mucho menos cuando no te han invitado. Porque ese era el quid de la cuestión: era el cumpleaños de Baltazar y no me había invitado.

   Días antes le había preguntado si lo iba a celebrar o no. Obviamente no esperaba que me dijera de presentarme a la familia, porque todavía no éramos nada serio, pero él me había dicho que detestaba las celebraciones de cumpleaños propias, y que solo accedería a una comida familiar para dejar contenta a su madre. Jamás me había hablado de una fiesta. Por lo demás las cosas iban bien con él. Hasta caminábamos de la mano si estábamos en un lugar con poca gente.

  Pero entonces llegó Nico a cenar dos noches atrás con la dichosa invitación a la fiesta de Baltazar en la mano. Obvio no lo había invitado a él, aunque tampoco me había dicho muy claramente de donde la había sacado. Pero eso era lo de menos. Baltazar me había mentido, porque aquella invitación no podía ser falsa. Y si lo había hecho en algo así, también lo habría hecho en otras cosas, como por ejemplo en lo de andar con otra chica. Con la misma que lo habían visto Nico y Tommy. 

  ¿Y qué haría yo al respecto? Por supuesto una idiotez. Una que acabaría con mi relación con él y fregaría al mismo tiempo la poca dignidad que me quedaba. Me presentaría en su fiesta, vestida como estaba, maquillada, con una sonrisa. Me lo imaginaba clavado al suelo mirándome, a su madre susurrándole con cara agría “¿Quién es esta chica? ¿Acaso la conoces?”. No sabía a ciencia cierta porque Baltazar habría hecho una cosa así, pero lo cierto es que lo había hecho. No me hubiese molestado que organizara una fiesta y no me invitara porque no éramos nada, sino el hecho de que mirándome a los ojos me mintiera de ese modo.

   Durante dos días tuve que fingir que todo iba de maravillas, recibir sus abrazos, sus besos. Soportarlo en mi casa burlándose de mí en mi cara. Porque eso era lo que hacía. Nico me había dicho que estaba loca, que tendría que haberle tirado la invitación por la cabeza en cuanto lo viera. Pero no, mi decisión estaba tomada. Asistiría a aquella bendita fiesta para que sintiera en carne propia el dolor y la vergüenza que yo sentía ahora. Me había humillado. Y no se lo dejaría pasar.

   Tomé el labial rojo que me había regalado Nico para mi cumpleaños el otoño pasado y me pinté a rabiar. Estaba lista.

¡Gracias por leer!

©Todos los derechos reservados a Melina Sol Gual

Safe Creative- Todos los derechos reservados

Código de registro: 1807147726669

 

 

 

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.