Ella lo acariciaba queriendo impregnarse en su piel.
Le gustaba besar su cuerpo, especialmente su pecho, ese lugar donde estaba su corazón.
Lo hacia todo despacio, tocandolo lento para ver, si así , despacio, se daba cuenta de lo que su boca no decía.
Él gemía bajo su cuerpo, ella le gustaba escucharlo, le gustaba sentir como temblaba ante su toque.
Él no la miraba, tenia los ojos cerrados, ella se lo había pedido.
No quería que se diera cuenta de lo que ocultaban sus ojos.
Él sin duda le regalaba sus suspiros los causaba ella, pero al final, no eran suyos, no iban dirigidos a ella.
- Luis...- gimió fuerte, lo sintió temblar mientras ella sentía como se derramaba en su mano. Era una tonta masoquista, pero que perdía, por lo menos lo podía besar y tocar de esa manera. Aunque no era a ella a quien le dedicara sus temblores, ni sus besos ni sus gemidos. No, no era a Ella.
Él chico abrió los ojos y le sonrió, se acerco a ella y le dio un beso fugaz en los labios, como siempre la abrazo y como siempre le dio las gracias.
- Gracias Melina, eres la mejor amiga que eh podido tener -
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Esta historia puede tener lenguaje adulto o escenas subidas de tono la lectura queda a responsabilidad del lector.
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Editado: 01.10.2019