Sin Almas 2 © Los Gaía

7. Secretos (parte 3)

—Crees que Lucio sea humano —preguntó William a Adam.

Adam se devolvió hacia William sonriendo amargamente. —Conoces a Víktor, para que él paré su cacería es que mató al tipo.

Los gemelos entraron riéndose.

—¡Sangre Santa! —Se exclamó Adam al ver el estado de Ethan—, ¿qué te pasó?

—Yo le dije que su paracaídas no funcionaría, pero Ethan insistió —acusó Robert.

—Tú no quisiste probarlo, mejor nosotros que un humano, ¿no?

Adam y William se quedaron boquiabiertos.

—¡Ustedes están locos de la cabeza! —se exclamó William.

—Pudiste ducharte antes de venir a la reunión —criticó abiertamente Adam— podrías llamar la atención de un humano con tanta sangre. Volviendo al punto, tenemos varios puntos pendientes, llamó Víktor y dice que él que atacó a Nina es humano.

—Entonces eso explicaría por qué Nina no se transformé después de él. Puede que él nunca fue un Sin-Alma y que la otra fue la comenzó el proceso; al estar ella muerta el círculo no se completó y Nina no se convirtió —dijo William.

Adam iba a contestar cuando su celular sonó; era un mensaje de James REUNION EN UNA HORA.

— ¿Qué era? —preguntó Ethan.

—Un cambio de último momento —dijo Adam serio.

En ese momento entró un segundo mensaje: PROTOCOLO SEGURIDAD.

—Seguridad activada —dijo Adam.

—¡Adiós partido! —dijo Robert.

Todos se fueron caminando hacia sus respectivos autos. William con más determinación que los demás, su padre le debía una gran explicación.

Cada uno por separado, se concentró en aplicar el proceso de máxima seguridad, Adam especialmente. Él se dirigió hasta su caja de seguridad y marcó su código que cambiaba cada minuto, allí tomó las llaves de su auto, el cual por cierto ni siquiera se encontraba registrado. Luego salió de la propiedad gracias a un camino subterráneo llevándolo por túneles angostos hasta la salida de la calle principal. Justo antes de su puerta, Adam estacionó el auto y salió con discreción.
El clima era a como le gustaba, lluvioso y lo suficiente frío, para que los humanos no salieran hasta que fuese necesario. Cuando miró el taxi pasar, Adam silbó para pararlo , y una vez adentro le dio las instrucciones para llegar al Mac Donald más cercano.

Allí, ya estaban todos esperándolo, y con un poco de esfuerzo lograron apretarse lo suficiente para que todos cupiesen. Después de media hora de vueltas por la ciudad llena de pitos y de choferes impacientes, el taxi los dejo a unos metros de una propiedad privada. En la entrada, William pasó su dedo en el escaneo digital, instantáneamente la puerta se abrió sin ruido alguno. Juntos se dirigieron hasta la sala central, como William lo planeó las cajas sobre la mesa contenían celulares, relojes, ropa, tarjetas de crédito, identificación, permiso de conducir.

Sin una palabra Ethan tomó el detector de micrófono y lo pasó sobre cada uno, al instante a Adam le sonó el zapato derecho, se lo quito inmediatamente mientras William le tendió un par nuevo sonriéndole por haber previsto todo, Adam los tomo agradecido. Para terminar, pasaron por el detector general, esta vez le tocó a William tener una especie de chip en el brazo justo debajo del tatuaje de los templarios. Todos se miraron incrédulos, sin sonrisas ni risas disimuladas Adam tomó en su bulto su equipo y sacó un bisturí e instantáneamente William retrocedió del disgusto y de mala gana le tendió su brazo. El bisturí de Adam se deslizó hábilmente sobre la piel de William dejando una pequeña incisión y con un pinza larga sacó el chip tan cuidadosamente metido. Luego con sus dedos enguantados, Adam presionó sobre la incisión hasta que cicatrizase sola; minutos después William se ponía su nueva camisa.

Todas sus pertenencias fueron dejadas allí, en una caja de cartón ocultada dentro del sofá. En el garaje sacaron al auto de Adam oculto debajo de una plataforma de cemento.

No era de esos nuevos vehículos que llamaban la atención, sino la clásica Aston Martin DB5 de color verde oscuro con asientos de cuero. Todos entraron y el auto salió del garaje sigilosamente. Una vez a una buena distancia Adam aceleró y prendió las luces.

—¿Quieres que te reemplace luego? —se preocupó Robert.

—A la vuelta a lo más seguro Rob, gracias.




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