Sin Almas 2 © Los Gaía

14. EL CIRCULO DE LA AMISTAD

William veía la madera crepitar en la chimenea pensando a su hermana. Ahora que sabía que Nina era su media hermana tener sus visiones ya no le molestaba, todo lo contrario, las ausencias de esas lo ponían ansioso. Descanso su cabeza atrás sobre el cojín cerrando sus ojos buscando la calma absoluta cuando su bíper vibró: NINA LOCALIZADA, TENTATIVA 1 ABORTADA. Al leer el mensaje pegó un brinco de alegría y casi mandó su vaso a volar. Localizaron a su hermana, era un paso enorme. Ya quería verla de nuevo y abrazarla dándole la bienvenida a su familia, él que siempre quiso tener un hermanito o una a hermanita de verdad, allí la tenía. Era simplemente inesperado, aún más si Adam se casaba con ella, no le cabía la menor duda que ellos estaban hechos el uno para el otro. Nunca vio a Adam enamorado, y de todas las personas tenía que ser con alguien de su familia. Una sonrisa se dibujó sobre sus labios, ya quería estar con todos reunidos al fin. Por supuesto su madre se disgustaría, al principio, pero Nina sabría cómo llegar hacia ella.

—Adam ha llegado —anunció su sirviente, justo cuando Adam apareció.

—¿Cómo te fue Will? —dijo de una vez Adam.

—Qué tal: ¡Hola Adam, ¿cómo estás?

—No estoy para bromas Will.

—Puede que ese sea tu problema Adam, desde que pasó todo eso ya nunca estás para bromas. Sabes que no lo lograremos si te pones pesimista.

Adam se quedó callado, las manos en los bolsillos de su pantalón negro de un corte impecable con el ruedo hacia fuera. Su vestimenta perfectamente alineada y elegante contrastaba con su figura, un caos total. —Anímame Will, por favor —rogo Adam masajeándose sus ojos.

—Está más que hecho Adam.

William sabía que Adam quería desahogarse, y los dos sabían que no podían hablar libremente. Con un gesto amistoso y espontáneo, William agarró a Adam por lo hombros mirándolo fijamente prestándole un poco de ánimo. El Lucio ya no era una amenaza para ellos, la mirada tranquila de William se lo aseguró.

—Ethan —dijo William llamando a los gemelos por celular, — ¿Cabe campo para dos personas más?

—¡Loco! Vengan, estábamos por irnos pero los esperamos —dijo Ethan contento antes de colgar.

—¿A dónde Will? —cuestionó Adam sospechoso.

—No preguntes y deja que yo me encargue de todo. Vámonos.

William entró en el garaje y sacó su Maserati de un rojo petulante: “rosso trionfale”, llantas “grigio mercury”. Adam se quedó mirando a William con cara de pocos amigos. William lo ignoró y caminó hasta su auto. Muy pocas veces lo utilizaba, pero esta vez era una emergencia. Se acomodó en el asiento de cuero y miró su joya disfrutando de la vista. De la guantera sacó sus guantes de cueros rojos y arrancó el auto. El rugido del motor era tan sordo y profundo que William volvió a sentir la sensación olvidada de las vibraciones de su bólido en sus manos expertas. Pasó las marchas en las curvas de la montaña a toda velocidad. Adam, a la par, pareció relajarse, satisfecho aceleró aún más pasando la sexta marcha. Cuando llegaron Ethan y Robert se quedaron boquiabiertos no porque William sacó su Maserati sino por la velocidad con la que llegaron.

—¡Está loco! —rio Ethan en dirección a Adam.

—¿Nos vamos con éste hasta el aeropuerto? —soltó Robert con un guiño a William.

—No lo veía de otra forma —contestó William confiado.

Los dos de una vez sacaron el equipaje del cofre y lo metieron dentro del auto de William.

—No lo rayes Ethan —advirtió Adam —o estarás en serios problemas.

William se metió de nuevo adentro, eso es lo que él buscaba, reunir la banda.

—Will toma la pista para sentir tu joya —dijo Robert excitado.

— La policía nos va a parar—contestó Adam amargado.

—¡Cállate! —contestaron todos.

Cuando William encendió el motor, los gemelos lo gozaron. Una vez en la pista, William se dio el gusto, sin siquiera detenerse cuando el flash de la policía lo agarró.

—¡Primera multa! —dijo Adam.

—Nunca la pagaremos Adam, y tú lo sabes —dijo Robert ligero.

William lo ignoró acelerando hasta los 280; un auto de policía intentó en vano de perseguirlos bajo las risas de los gemelos burlándose de los mortales y de su ingenuidad.




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