Sin Almas 2 © Los Gaía

22. HUIDA

La huida

Julien no perdió ni un segundo, se encaminó hasta su habitación pasando por la de Valentina cuyas puertas estaban completamente abiertas. Sorprendido, entró, las ventanas estaban totalmente abiertas y el viento soplaba por las cortinas levantándolas levemente. Fue en ese momento que Julien creyó verla. Nunca la vió, solo en las fotografías y algunas pinturas; él no vivía en el Palacio cuando ella estaba aquí. Pero sabía a quién veía, y quién lo miraba. Con la piel de gallina Julien se quedó quieto, sin retroceder, sin rendirse, sin afrontarla; en una neutralidad cuidadosa y estudiada, mientras su mirada se pausó sobre él estudiándolo con cuidado.
Cuando por fin desapareció, Julien compuso el número de Pierrino.
Todavía le quedaba una promesa por cumplir. Con su celular, envió el mensaje PALOMA a Pierrino, el cual contestó BIBLIOTECA pintura. De inmediato,  Julien se dirigió hacia la biblioteca sin toparse nunca con nadie. No era buena señal, más bien un mal augurio, pero sus asuntos eran más importantes. Una vez frente a la pintura, leyó la siguiente instrucción: “CRUZAR”. Expirando y riéndose al mismo tiempo, Julien acató la instrucción al pie de la letra. Segundos después, reapareció en un salón totalmente distinto, en otra casa, y por poco casi le cae encima a Pierrino al aterrizar. Sin esperar, ambos se volvieron a lanzar sobre el siguiente oleo.

—¿Estás bien? —preguntó Pierrino preocupado al ver el semblante pálido de Julien.

—No —le contestó sinceramente antes continuar—, François va a ser el nuevo Patriarca, le juré mi lealtad para salvar mi vida y la de Nina. Nina mató a un cazador que mató a un ciervo y luego creí… vi a la madre de Nina en su habitación mirándome.

Pierrino guío a Julien hasta el sofá, y le sirvió el alcohol más fuerte en mano en un vaso y otro para él.

—¿Por qué tuviste que salvar sus vidas?

—Nos pilló, me pilló tratando de sacarla de allí.

—¿Pero cómo hubieras hecho?

Julien se levantó nervioso, no sabía si decirle la verdad a Pierrino. Se pasó la mano tensó por su cabello volviéndose a sentar para tomar un trago de licor. Se concentró en el líquido como si este tuviese el poder de decirle la respuesta correcta. Finalmente, se tomó todo el líquido de un solo tiro, y los explicó—: Conozco algunos Inmortales que estaban dispuestos a ayudar.

—¡¿Ibas a llevarla con ellos?!

—Sí, hay una persona que la quiere de vuelta, es complicado —suspiró Julien—.  Escúchame bien Pierrino, tienes que irte o François te matará. No puedo ir contigo sino François notará mi ausencia y sospechara de algún complot. En ese caso, vendrá de inmediato, aquí, con la caballería, y no tendrás oportunidad alguna de escapar. No me contradigas, sabes que tengo la razón. Tienes que irte ahora, y sin mí. Te traje efectivo, pasaporte falso, papeles de identidad y de conducir. Aquí, está el mapa para que te encuentres con él. Yo tenía que llevarle a Valentina, pero tendrás que explicarles que no lo logré, y que me quedo para protegerla. Explícales quién es François y cuáles son sus planes. Dudo que los Templarios se queden los brazos cruzados cuando sepan lo que François trama. Vete a pie, no tomes tu auto, toma los transportes públicos, no alquiles ningún auto. Y cuando estés con ellos podrás bajar la guardia, créeme ellos no son lo que se cuenta por aquí. No hay víctimas Pierrino, sino una acumulación de malas decisiones y malas reacciones. ¿Entiendes? Y sé que es inútil decirlo, pero no uses tus poderes.

Mientras Julien le explicaba, Pierrino trató de asimilar todo, pensando en lo que él pudiera necesitar en su ausencia. Pensando, y meditando sobre lo que dijo, se dirigió al laboratorio y tomó una hoja de papel tendiéndosela:

—Esas son algunas mixturas que ayudaran a Nina en todo momento, por favor dáselas, tú no harías nada con ellas.

—Ella no tiene el nivel que se requiere, ni la experiencia —protestó Julien.

—Ella no, pero su madre sí —contestó Pierrino moviéndose por su casa alistando todo.

—¿Cómo, lo sabes? —preguntó Julien perplejo.

—Porque yo la invoqué, Julien. Diana protegerá a Nina de François.

—Pero, pero no viste lo que sucedió hoy. ¡Ella la uso para matar! ¡Atacó a su propia hija, Pierrino, sometiéndola!

—Lo sé, pero sí lo hizo es que era necesario.




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