Sin-Almas 3 © Almas Eternas

PROLOGO

Inquieto, Adam despertó sentado en su escritorio. Su corazón latía a un ritmo alarmante aplastándole el pecho. En un intento de amortiguar el dolor, sus dedos sudados agarraron el borde del escritorio y su cabeza se inclinó hacia atrás en busca de aire.
Lágrimas de pánico desbordaron de sus ojos enrojecidos cuando la oscuridad invadió su mente.
A ciegas, Adam intentó incorporarse pero sus piernas cedieron ante la falta de oxígeno. En el piso con un paro cárdiaco y ciego, la mente de Adam voló en mil pedazos.
De suplicio y tortura, Adam gritó su agonía luchando contra el dolor apretando su cráneo con ambas manos  mientras su cuerpo se convulsionaba sobre el piso.
Poco a poco su ritmo cardiaco se apaciguó, y cada músculo de su cuerpo se relajo despejando el espeso velo negro que ocultaba su visión.
La sala comenzó a cobrar forma, primero con las líneas borrosas y colores indefinidos hasta convertirse en objetos concretos. El sudor frío ceso por completo y Adam por fin logró sentarse, febríl pero agradecido.

De inmediato, con precipitación descoordinada, Adam se volvió a sentar y con una mano temblorosa prendió su computadora. Necesitaba saber la fecha, necesitaba saber si realmente había logrado volver al pasado. Cuando el símbolo de inicio del sistema operativo apareció en la pantalla, las lágrimas de Adam volvieron a caer libremente sobre sus mejillas.
Le dolía, le dolía tanto que todo le pareció de repente tan descabellado para ser real.
¿Y si todo era el fruto de una larga y interminable pesadilla sin fin?
¿Acaso su mente era capaz de diferenciar la realidad del mundo alternativo?
Su mente parecía luchar para encontrar algún sentido a esa locura, mientras su corazón adolorido y pesado seguía deplorando la pérdida de Nina. La desesperación de Adam era tan intensa y a flor de piel que no pudo más: sus manos agarraron todos los objetos sobre la mesa del escritorio haciéndolos volar por toda la oficina, su puño se abatió reiteradas veces con tanta fuerza que rompió la madera. Las imagines de Nina convirtiéndose en la Maga de la Oscuridad lo atormentaban sin piedad de la forma más cruel y aterradora que jamás su mente hubiera podida imaginar: un Mal sin fin encerrado en el cuerpo de Nina. O era Nina incarnando el mismo Mal.
El sabor del miedo penetró su mente envenando sus esperanzas. Realizar que la mujer que más amaba en ese mundo fuese capaz de destruir a toda la humanidad era una escalofriante realidad. Durante un instante, Adam cerró los ojos, centrándose de nuevo por recuperar el control de sus emociones. La fecha fija en la pantalla rescatada de su arranque de rabia, era el símbolo, y prueba que nada estaba escrito y que todavía todo se podía cambiar.
La cifra de los minutos cambió, un minuto más en otra realidad donde todo era aún posible. Otra oportunidad para remediar un futuro oscuro y tenebroso.
¿
Y si todo fuera un círculo sin fin? Y si esta oportunidad no era la primera sino una continuación distorcionada del tiempo, donde él era el guardian de la humanidad. Adam se tomó el cabello entre sus manos rogando al cielo que su misión fuese salvar a Nina, él quería ser el protector de Nina y no el protector de la humanidad.

Esperanza, fue la palabra que llegó al corazón de Adam. Mantener la esperanza a toda costa, él era el elegido para liberar a Nina. Y él la salvaría, aunque fuese de ella misma.

De pronto, una, dos, tres esferas pesadas cayeron en piso. Adam giró su silla para observar a las tres bolas de cristal echando humo. Esparcidas a su alrededor, cada una parpadeaba con una luz distinta. Cada una poseía un indescriptible color, era como ver a la esperanza junto con todas las almas de la esencia de la vida misma. Con cuidado, Adam las recogió y las colocó en una bufanda de terciopelo verde en su mochila, con una nota mental, Adam notó que faltaba el bastón de Los Gaía.
Estaba envolviéndolas cuando su corazón paró: igual que la primera vez -si no era con más intensidad- la visión de Nina caminando por la universidad. Con una claridad deslumbrante, Adam observó a Nina caminar por el pasillo con una agilidad y gracia fuera de ese mundo: deslumbrante.

Con prisa, Adam recorrió el espacio que lo separaba de Nina. Su paso era preciso y seco, iba a por Nina, con la determinación y la valentía de un Léon. No necesitaba ningún mapa para saber dónde encontrarla, su esencia estaba conectada con la de ella guiándolo hasta el encuentro de sus almas reunidas. Dos almas eternas en un campo de batalla donde los límites borrosos entre el Bien y el Mal pondrían su amor a prueba. Esta vez, Adam no dejaría nada, ni nadie, atravesarse en su camino; ni siquiera Nina.

 

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Nota para el final:
pueden escuchar esa canción es de  LIFEHOUSE - YOU AND ME - https://youtu.be/ac3HkriqdGQ




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