Sin-Almas 3 © Almas Eternas

CAPITULO 2

—¡Se puede saber qué rayos te pasa! —se enoja Lucio, tirando mis libros sobre la mesa de la par. Petrificada, lo miro sin fijarme en él—. ¡Nina, acabas de besar un desconocido! —me reprocha con amargura.

—¿Y?

—¿¡Y!? Es todo lo que tienes que decirme, Nina: ¡y! —pregunta, molesto tomándome la muñeca. 

—Si Lucio, ¿qué te importa? —digo sincera. Sin dejarme pensar, Lucio me arrastra lejos de las miradas de los demás. En uno de los pasillos oscuros. Su mano encierra mi muñeca con innecesaria fuerza; yo sigo feliz en mi otro mundo, y no le prestó atención.

—A ver, déjame resumir un poco. ¡Meses me tomo a mí, Nina! Para que un maldito infeliz venga a tomar... 

—Lo que ya no te pertenece —termino por él. 

—¿Qué... dices? —dice retrocediendo, como si lo hubiese pegado en la cara. 

—La verdad, Lucio. Terminaste conmigo, ¿recuerdas? —digo con amargura. 

—Que yo recuerde, no te opusiste —me recuerda enojado. 

—¡Qué querías que hiciera, rogar! —grito alzando los brazos al cielo. 

—Pues al menos era algo, algo es mejor que nada. Créame, si me hubieras besado como lo hiciste con él, todavía serías mi novia. Es que ni siquiera lo conoces, ¡Nina! Es una locura, me siento tan frustrado en ese momento, es tan malditamente duro ver que él puede.... —Y sin más su puño se contrae y se estampa contra la pared—. Eres, mía, Nina. Juro que eres, mía. 

—Perdiste ese derecho cuando terminaste conmigo, Lucio —digo con calma—. Estás con alguien ahora, no tienes por qué decírmelo, lo sé. Y no dije nada, Lucio. Pero no compliques las cosas, seamos amigos como lo hemos hecho los últimos meses.

—Nunca te vi como mi amiga, y lo sabes —dice tomando mi barbilla en su mano. 

—Y yo tampoco, pero no funciono. Tú mismo lo dijiste... 

—Intentémoslo de nuevo —me pregunta con una sonrisa. 

—¿Qué hay de tu novia? —pregunto seria. 

—Terminaré con ella —dice, sin dudar un solo segundo. 

—¿Así de fácil? —digo molesta.

—Así de fácil —repite seguro.

—No, Lucio. Creo que estás celoso, nada más. Vayamos a clases, ¿sí?

—No me rendiré tan fácilmente, Nina —me advierte Lucio contrariado, yéndose solo para el aula. 

Sola, en la penumbra del corredor, medito las palabras de Lucio. ¿Por qué esperó tanto tiempo para confiarse? ¿Acaso actúa por celos únicamente? Nunca pensé que Lucio fuese de esos chicos posesivos. Esa nueva faceta de él me desconcierta, ¿acaso podemos ser amigos con tantos celos en medio? Él tiene una novia, lo sé porque no salimos juntos como antes. Siempre me inventa excusas baratas, y yo me las como sin decirle nada.  Pero hoy, cuando por fin, siento volver a la vida; él tiene que montar todo un espectáculo y reclamarme como si yo fuese su objeto. Por primera vez desde que nos conocemos, creo que vamos a tener nuestras primeras peleas, pienso al dirigirme hacia el aula.
Allí, me siento sin volver a mirar atrás. El profesor entra serio con su maletín de cuero. Se sienta en el escritorio, saca un grueso folder beige donde están nuestros exámenes y su cuaderno de asistencia. Sin perder tiempo, abre su cuaderno y pasa lista. El nombre de Lucio llega, seguido por un silencio glacial. Me doy la vuelta, y descubro el asiento de Lucio... vacío. Va a fallar el examen, ¿cómo se atreve? Molesta, me levanto cuando me llama por mi nombre y me da las páginas agrupadas de mi test.
Sin una palabra, comienzo a leerlas una por una... sorprendida. Es como si ya hubiera contestado a cada pregunta, me las sé todas.
Es como si, ya lo hubiera practicado.
Pero es imposible, estoy segura de nunca haber visto el test de hoy, ¿entonces? Alzando los hombros, decido hacer el test sin preguntarme más. Y apenas termino, pido salir de clase.
Nunca lo hago, pero necesito saber a dónde se encuentra Lucio. Camino por los corredores sin señal de Lucio por ningún lado. Para estar segura, subo las escaleras y chequeo el estacionamiento a lo alto, pero su vehículo sigue aquí, ¿a dónde estás Lucio? Triste y decepcionada, bajo las escaleras sin prisa alguna cuando me topo con alguien.

—Mira Viktor, aquí está la compañera que le mencione. Se llama Nina de Villaret, ella es una de nuestras mejores alumnas y le ayudará sin duda a incorporarse a nuestra universidad con facilidad.

—Yo... —miro al rector de la Academia como si me hubiese caído encima.

—Un gusto Nina, soy Viktor. Es un gusto conocerla al fin —dice, tendiéndome su mano para saludarlo.

—El placer... es mío —susurro, al ver su sonrisa desaparecer apenas nuestras miradas se cruzan. Su semblante se pone pálido y sus ojos de un negro absoluto me miran como si fuese la aparición de un fantasma.




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