Sin anillo no hay dinero | A-R-M-Y & Chanchan

31

 

 Mi cuerpo se tensó, no sabía qué hacer. ¿Debía decirle que sí o no? Demonios, lo que me faltaba, mamá y papá no me advirtieron de algo así. SeokJin ya empezaba a observarme de manera desanimada, yo no quería negarme pero ¿Entonces que pasarían con los demás? ¿Terminaría así como así? ¿Lo olvidaría? ¿Me haría la que nunca los conoció?

 Solté una sonrisa pero, nerviosa. Eso contagió a SeokJin y por su semblante en su mente ya tenía la respuesta; sin embargo, no era la que esperaba porque le contestaría con un "Lo pensaré".

Cosa que no pude hacer porque un chillido nos sacó de nuestros pensamientos.

— ¡Ey, tú! 

 Sin más, un balde de agua me cayó encima y no hacía falta mencionar a la delgada chica que lo hizo.

— No te devolví la cachetada pero sí una humillación.

 Pues no se equivoca, todas las persona incluyendo a Jin estaba sorprendidas. Me levanté y le sonreí con desfachatez, me acerqué a ella para intimidarla.

— La humillación con personas que no conozco se supera pero, el azote que le di a tu cara enfrente del chico que te gusta, jamás.

— ¡Eres una zorr...! —intentó golpearme, Jin la detuvo empujándola levemente y sacarme del lugar. 

 Nos dirigíamos al estacionamiento donde se encontraba su auto. No soltaba mi mano y ni decía palabra alguna, solo continuaba con paso firme. Al llegar, abrió la cajuela y de un bolso sacó una toalla, supongo que del gimnasio porque esos hombros anchos no son gratis.  La extendió, me cubrió con esta y siguió buscando más cosas en el interior del automóvil. Temblaba de frío, necesitaba quitarme aunque sea la camisa, así que fui hacia otro auto y me puse detrás para comenzar a desvestirme.

— ¿Qué haces? —preguntó la suave voz de Jin acercándose.

— Qui-Quitándome algo de ropa —se me quebraba la voz, mínimo era hipotermia lo que tenía. 

— O-Oh, está bien. Te pa-pasaré una de mis camisas, no quiero que pesques un resfriado por culpa de esa loca.

 Reí ante su comentario y detallé mi cuerpo con la ropa mojada: mis pechos resaltaban sin miedo alguno, el abdomen se veía un poco más marcado y mis glúteos estaban más definidos gracias a los jens.

— ¿Debería jugar un rato con él? —susurré para mí.

— ¿Dijiste algo? 

 Sonreí en señal de afirmación a lo dicho antes. Dejé la toalla en el suelo y me quité un arete para dejarlo en mi bolsillo trasero, salí de mi soledad fingiendo buscar algo y aproximarme a Jin. 

— Oppa, creo que perdí uno de mis aretes —giré mis extremidades con la mano en mi oreja y mirarlo inocentemente, estaba arregostado con los brazos cruzados y al verme sus ojos estaban hipnotizados en mí, sabía que usar sostén de encaje negro con una camisa blanca ayudaría en algo. Su cara empezaba a tornarse de un rojo no tan notorio, en serio que se congeló—. Oppa —me puse en frente de él— ¿No me ayudarás a busc...?

 No terminé la frase porque tomó mi nuca y me besó con desespero, juntó nuestros cuerpos haciendo que mojara su ropa. Mis manos se posaron en su pecho y las de él viajaban por mi cintura, tenerlo cerca de mí me hacia entrar en calor. Algo que notó al instante y abrió la puerta del auto, girándome para guiarme al asiento trasero y acostarme en el cuero. 

 Sentía como el beso aumentaba su intensidad, la respiración me faltaba pero, no lo quería separar de mí. La mano derecha de Jin acariciaba mi muslo izquierdo y subía poco a poco, percibí sus dedos en mis bolsillos y se separó de mí, ambos nos encontrábamos agitados.

— Lo encontré —sonrió al mostrármelo y luego colocármelo delicadamente. 

— Que bien, fue un regalo de mi madre —reímos un poco, mimaba mi cara sin quitar aquella mirada de vigor que tenía.

— ¿Ya me darás una respuesta? —sus ojos conectaron con los míos.

 Cuando creí que Yuna me había salvado la vida, no había sido así. Me moví un poco para que se separara y yo recuperar la compostura, relamía mis labios dejando la vista en otro lugar.

— T/N...—me llamaba en voz baja— ¿No te gusto?

— No es eso, Jin, solo que...—piensa un mentira ¡Ya!— No quiero causar más problemas con tus hermanos.

 Quitó su sonrisa y posó su mano en mi mejilla.

— No lo harás, deben entender que tú y yo estaríamos juntos —ojeaba mis labios con deseo— ¿No crees que sea así?

 Hice la misma acción que él.

— Sí, JinJin —sonreí—, sí creo que será así.

— ¿Entonces eso es un sí? —preguntó con entusiasmo y yo asentí, me abrazó con fuerza— Soy un hombre afortunado al tenerte —tocaba sus bolsillos con exasperación— ¡El anillo! Lo dejé en el café —salió del auto y acomodó sus ropas.

— Tranquilo, oppa —salí también—. Puedes conseguirme otro.

— No, no. No hay otro igual, es especial, es tuyo ¡Y no permitiré que se pierda! —tomé su muñeca y lo detuve.

— Oppa, pero tu ropa está húmeda —tocaba su pecho—, podemos ir después, al fin y al cabo saben quien eres y lo guardaran —sonreí coqueta—... Podemos continuar con lo de antes ¿No te gusta la idea?

 Que fácil es que retener a un hombre, no podía hacerlo volver a ese café, las personas notarían que buscaría y harían hipótesis de nosotros. La prensa no tiene piedad con nadie, si se enteran los demás chicos o Sebastián... Estaría devastada. Nada me asegura que Jin sea el hombre indicado para el dinero, no muchos hijos al ser los mayores heredan la empresa de sus padre.

 Jin me besó de manera tierna y yo lo separé, éste me veía un poco confundido.

— ¿No te gustan serenos? —dijo con un toque de gracia y yo negué— ¿Por qué me apartaste?

— Olvidé decirte que...—exhalé— Quiero que esto sea secreto.

— ¿Qué?

— Por lo menos por un tiempo, Jin. No estoy en un bu-buen momento con mis padres ¿Sabes? Si se enteran que tengo novio me sacarían del país y yo...—suspiraba para intentar sacar mis lagrimas falsas— Yo no quiero separarme de ti.




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