Sin anillo no hay dinero | A-R-M-Y & Chanchan

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— Gracias por venir —dije algo nerviosa—, yo ya tengo la respuesta que ustedes quieren. Y estoy realmente feliz de haberlos conocido a todos, lástima que las circunstancias no fueron las adecuadas pero, el destino es así —sonreí—. Son chicos realmente grandiosos y los subestimé, error mío. Superaron todas las expectativas que el mundo tenía de ustedes, y para bien. Han logrados cosas extraordinarias que nadie ha tomó en cuenta y... Y yo... Ash —limpié mis ojos—. Dije que no lloraría; sin embargo, ustedes ya saben que soy débil ¿No?

 Sonrieron y Jimin se acercó a mí para acariciar mi cabello.

— No, eres fuerte siempre lo has sido.

— Park tiene razón. Nosotros somos los que deberían decirte esas cosas, no merecemos que hables de esa forma después de los tratos que te dimos —agachó la vista Jin después de decir eso.

— Kim tiene razón —rascó su nuca Yoongi—. Y sé que esto es muy apresurado de mi parte pero, ¿A quién elegiste, T/N?

 Mi estómago se revolvió, tenía miedo de pronunciar aquel nombre. Tenía miedo de perder el contacto con los demás, tenía miedo de alejarme de ellos, tenía miedo de sentir que fallaba, de equivocarme. Tenía miedo, joder.

— Yo...

 

Dos meses atrás

 

 

 Las clases fueron aburridas, esquivando a Mía y sus comentarios narcisistas, es una loca tratando de llamar la atención. Y cómo siempre, tenía una carga muy grande en la espalda, al saber que pronto les diría cuál era mi decisión. Me había encargado de dejarles un mensaje a los chicos, para que se reunieran en el restaurante y poder así comunicárselos. Caminé con rumbo a la casa de NamJoon, para mi mala suerte, aún tenía que seguir ahí. Mi vista fue llamada por un periódico en el puesto de la calle.

 

"El asesino de Min Yoon-Gyeon finalmente fue encontrado".

«Jeon Jungkook y Lim son la misma persona».

 

Fruncí en ceño y desbloquee mi móvil con rapidez, las redes estaban llenas con fotos de Jungkook y YoonGi en la comandancia, cabe destacar que el primero tenía los brazos descubiertos dejando ver los tatuajes que lo vinculaban a Lim.

— ¿No deberías estar en casa a estas horas? —escuché a mis espaldas.

— Ay Dios me asustaste —mi mirada se encontró con la de Min.

— Me llegó tu mensaje —asentí—. Seguramente ya viste la noticia.

— ¿Realmente dieron con el asesino de tu hermano? —pregunté.

— En parte fue gracias al testimonio de Jungkook, aunque tuvo que perder su doble identidad. Dijo que eso no le importaba.

— Es una buena noticia —le mostré una sonrisa mientras tomábamos asiento en una banca del parque.

— Espero que tomes la mejor decisión, lo único que deseo es verte feliz —YoonGi me mostró una sonrisa.

— Yo también espero que todo siga bien incluso después de esto —le dije jugando con sus dedos.

— No te preocupes, por mi parte no habrá problema, te apoyaré en todo. Me parece lo correcto después de los momentos locos que hemos vivido. ¿Sabes? He decidido retomar mi carrera con el piano.

— Me parece una excelente idea. —le mostré mi dedo pulgar.

— Planeo invertir mis propias acciones en ello, para que la empresa crezca. Después de todo mi madre no tiene otra opción más que nombrarme el jefe.

— Lo dices con tanta convicción que me da miedo —comenté haciéndolo reír.

— Así lo estipuló mi abuelo en el testamento, y planeo generar una alianza con la academia de Hoseok.

— Algo me dice que serán exitosos.

— Espero.

 Ambos nos miramos, los ojitos de YoonGi eran algo increíble.

— Bueno, creo que me iré, quedé de verme con Jungkook para tomar un helado en nombre de Yoon-Gyeon.

Asentí.

— Espero verte muy pronto —habló dramáticamente—, TN.

 

Min Yoongi

 

 

— Ese idiota definitivamente es una basura —comenté haciendo reír al oficial que llevaba esposado a Hwan.

— Me alegra que finalmente haya dado con el asesino de su hermano, joven Min —respondió llevando a la celda al maniático culpable.

— No es correcto que me quedé con todo el crédito, pero, está bien, solo me encargué de reunir las pruebas para refundirlo en la cárcel.

— ¡Ey! —volteé en dirección a dónde venía aquella voz.

— ¿Qué haces aquí, Demian? —lo encaré y el oficial se retiró.




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