No sé cuanto tiempo duró aquel abrazo después de leer sus palabras.
Pero lo que sí sé con seguridad es que me prometí cambiar su vida, hacer que fuera una persona más feliz. Nadie tiene derecho a pasar por ese tipo de mierda.
Estaba soñando. Era consciente de eso. Incluso podía controlar mis acciones dentro del sueño.
Estaba todo oscuro hasta que dos siluetas empezaron a formarse delante de mí. Estaba asustada, pero, por suerte, sabía que era un sueño y no me preocupaba lo que fueran hacerme.
Pero todo cambió al aparecer una tercera persona. Tumbada en el suelo.
- ¡Eh! ¡Parad! – grité mientras corría hacia ellos - ¡Dejadle!
Estos me miraron y una fría y victoriosa sonrisa se dibujó en ambas caras.
Con las mismas, volvieron la mirada al sujeto del suelo y le golpearon incansables veces. Éste no se movía, con la vista sobre él, buscaba su respiración en vano. Corrí e hice todo lo posible por quitar a los chicos, pero eran tan fuertes como dos grandes estatuas.
Mi rostro reflejó el horror al ver el tercer sujeto y darme cuenta de quién se trataba.
Lee Minho.
Estaba en el suelo, con la vista clavada en mí, pero sin mirarme realmente. Una mirada vacía.
No tenía pulso.
No respiraba.
Unas voces me despertaron. Al principio todo parecía confuso, pero pronto tardé en darme cuenta de que la realidad me iba a espantar más.
- ¡HIija! ¿¡Qué es esto!? – gritaba mi padre como loco.
No puede ser. ¿Por qué siempre volvían sin avisar?
- ¿¡Qué hace un niño durmiendo!? – gritaba mi padre.
Mierda, mierda, mierda.
- Mamá....papá – fue lo único que pude decir. Eché la vista al lado, Minho estaba sentado en la cama, asustado ante los gritos, con su espalda pegada a la pared y con la sábana "escondiéndose" hasta la nariz.
- Ahora mismo se va – dijo mi padre.
- ¡No! – me interpuse creando un silencio un tanto incómodo. – no puedes echarle, no tiene a dónde ir.
- ¿A caso te crees que somos una casa caritativa? – habló esta vez mi madre muy enfadada.
- ¡CHICO, FUERA! – mi padre lo miraba amenazante.
Este me dedicó una mirada antes de levantarse.
- Lee Minho – dije mientras me ponía de pie – No salgas.
Estaba esperando más gritos de mis padres, pero la cara de mi padre se tornó un tanto extraña.
- ¿Cómo has dicho que se llama?
- L...Lee Minho – dije sin comprender el interés en su nombre.
Mi madre y mi padre cruzaron una mirada.
- Así que, finalmente, echaron al hijo – soltó mi padre con una risa triunfante.
- ¿De qué hablas? – pregunté realmente asustada ante su expresión un tanto psicópata.
- ¿Es él? – dijo mi madre incrédula.
Tanto Minho como yo nos mirábamos, y pude darme cuenta de que él si sabía qué pasaba. Por mi parte, yo no. Y parecía ser la única.
- Ya decía yo que su cara me resultaba familiar. Cómo no....uno de los "Lee".
- ¿Lee? – hablé - ¿Qué pasa?
Mi padre soltó una corta carcajada psicótica.
- Esa "familia" inepta terminó teniendo su merecido. Me sorprende que hayan hecho eso con un hijo, pero sólo se merecen males.
Minho hizo todos los gestos posibles para evitar que mi padre hablara, pero, finalmente, se rindió y agachó la cabeza mientras cerraba los ojos.
- ¿Qué dices, padre? – hable furiosa.
- Su padre estaba aliado con nosotros, pero los despedimos y terminaron en la ruina. La verdad, no merecían mi dinero, y ellos no valían nada.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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