- ¿Qué quieres hacer? - le pregunté a Minho mientras cerraba con llave la puerta de mi casa.
El pareció meditarlo durante unos segundos antes de darme una respuesta clara y concisa sobre lo que prefería hacer ahora mismo.
Pero al parecer le estaba llevando demasiado tiempo decirme una respuesta.
Pero me hizo salir de mi mar de pensamiento cuando pronunció las siguientes palabras:
- Minho quiere asegurarse de que Songi y está bien.... - hizo una pausa y tragó saliva tan bruscamente que creo que retumbó en todo el vecindario - Em...m...
- Tranquilo, y dilo despacio no tenemos prisa. Tampoco te pongas nervioso ¿vale? - dije mientras me acerqué a él y puse mi mano en su hombro.
Respiró con profundidad para, después, soltarlo poco a poco.
Entonces, como si de un vehículo de alta velocidad se tratara, comenzó a hablar de forma tan rápido que casi no le entiendo.
- Minho quiere asegurarse de que estés completamente bien y luego.... quiere tumbarse en la cama contigo y abrazarte.
Y sí, aunque me costó entenderle, lo hice... y me puse completamente colorada.
No sabía que decir...pues Minho acaba de pedirme que me durmiera junto a él ¡abrazados!
Obviamente no era un problema, pues no era la primera vez que dormiríamos juntos y abrazados. La última vez que habíamos hecho eso fue cuando estuvimos en el hotel de aquel viaje antes de ir al parque de atracciones...aquel dichoso día en el parque de atracciones que cambió nuestra vida...
El problema fue que no lo dijo con un tono con el que tú dices que vas a dormir con otra persona...solo dormir.... no sé si me entendéis. Detrás de sus palabras había algo más...
- Emmm...¿A qué te refieres? - dije nerviosa mientras quitaba mi mano de su hombro y anduve un poco hacia atrás, no por nada, solo por dejar espacio.
Espacio que el cortó en cuestión de milisegundos.
Sin decir nada, en cuanto yo quité la mano de su hombro, el agarró mi mejilla con la suya y me atrajo hasta él fundiéndonos en un apasionado beso del que no me dejó apartarme ni para respirar.
Nuestros labios jugaban con los del otro, al igual que nuestras lenguas, todo nuestro ser estaba fundido con la otra persona. Dejé caer las llaves al suelo, sin buscar una mesa en la que dejarla, y fuimos hacia arriba mientras las manos subían y bajaban por nuestras espaldas, acariciaban nuestro pelo o nuestra cara y los besos eran imparables.
sin pensarlo dos veces nos dejamos caer sobre mi cama. No sé cómo, ni en qué momento nos conseguimos meter debajo de las sábanas.
Sin poder frenar la situación cada vez se volvía más...caliente.
En ese momento éramos Minho y Songi.
Songi y Minho.
Y nos amábamos.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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