El día amaneció muy brillante, el olor de las flores inundaban mi habitación, abró un ojo y puedo ver que han corrido las cortinas para que los rayos del sol se filtraran.
Abrazo mi almohada y cierro los ojos, al fin el día había llegado... ese día que tanto deseé cuando tenía trece años pero hoy la realidad era otra. Yo no deseaba casarme con Landon.
—Levántate querida —mamá entró en la habitación con una bandeja —el equipo de belleza estará aquí en una hora.
Miró a mamá y ella está rebosando de felicidad.
—¿Te alegra esta boda? —ella aclaró su garganta
—Landon es un buen muchacho y se que te hará feliz
—Mamá —dije molesta —conoces las circunstancias de este matrimonio, no esperes los animalitos del bosque de Blancanieves llevando la cola de mi vestido —ella sonríe y acerca la bandeja, la acomodé en mis piernas.
—Sería muy romántico —se sienta a los pies de la cama —sinceramente me preocupaba mucho tu relación con Josh, no lo menospreciamos pero a medida que paso el tiempo, tú cambiaste, dejaste de ir a la universidad, tus llegadas casi al amanecer, aquella alegría que mantenías se ha ido apagando en ti. Si te comparó con la chica de hace un año, me doy cuenta que eres la sombra de ella y eso no es bueno Rubí —bajo la mirada y me dedico a untar mermelada en mi tostada —se que te molesta lo que te estoy diciendo pero es la verdad. Estoy muy feliz por que serás la esposa de Landon.
—Mamá, voy a desayunar —metí la tostada a mi boca y me negué a mirar a mamá, me centre en mis alimentos.
La mañana para mi fue una total tortura, estaba rodeada de un equipo de belleza todos trabajando en mis uñas, cabello, rostro quería gritar de aburrimiento.
Mi tía Ivana, Sandy llegaban cada dos minutos a alabar el trabajo que estaban haciendo, en sus rostros había felicidad pura.
—Vaya estoy viendo esto y no lo creo —enarcó una ceja al escuchar aquella burla, ante mi aparece Zachari el hermanito.... me he quedado con la boca abierta... es el hermanote de Landon, era todo un hombre y que hombre, estaba más guapo de lo que recordaba, su cuerpo bien trabajado, su mandíbula cuadrada con un inicio de barba bien cuidada —¿Qué rayos te paso mujer que hoy te casas con el hombre que jurabas odiabas? —parpadeó y vuelvo en si, la verdad yo quería saber que rayos había pasado con Zachari, no recordaba que fuera así de guapo y sobre todo él no me hablaba, jamás se había detenido a conversar conmigo, me saludaba pero era lo único.
—¿Zachari?—murmuró con un poco de duda, él sonríe y hace una reverencia graciosa
—El mismo que viste y calza —su mirada se posa en mi rostro, me sonroje hasta la raíz de mi cabello —Estás preciosa —sonrió —nunca te lo pude decir pero siempre me pareciste adorable —sujeta con delicadeza mi mano y besa mi dorso, yo estoy atónita, siempre pareció que yo le caía mal —Landon nunca permitió que te me acercará —abró más los ojos de la sorpresa —era un total estúpido por que siempre hice lo que mi hermano me decía y una de las cosas era que no me acercará a ti, que no respirará cerca de ti y yo muriendo por ti Rubí
Las palabras martillaban en mi cabeza, Landon nunca dejó que su hermano estuviera cerca de mi, quizás Landon noto que Zachari sentía algo por mi y para Landon debí parecer poca cosa para su hermano pero el maldito karma le estaba dando una lección por que se casaba conmigo.
—No lo sabía —él acomoda su traje de etiqueta que le quedaba a la perfección.
—Lo sé —se encoge de hombros —pero ya no importa, en unas horas serás mi cuñada —sonríe travieso pero esta se borra de su rostro y su expresión cambia a una de desagrado pero esto fue por fracción de segundos, giró mi rostro hacia mi costado para saber que le había causado esa reacción.
—Rubí —Amalia está junto a mi, su mirada es dura —bella —murmura
—¿Estás bien?—le preguntó
—Muy bien —aclara su garganta —Zachari, traeme un vaso con agua con dos cubos de hielo
Zachari acomoda su traje, me parece que está tratando de controlarse, por que luego le lanza una mirada muy sexy a Amalia, ella, mi amiga la que nunca se ha enamorado se ha puesto roja.
—Con gusto —murmura y sale con pasó firme de la habitación.
—Vaya —la veo y me doy cuenta que ella no se ha arreglado aún —has sonado muy mandona con Zachari pero lo increíble es que él se ha dejado mandar.
Ella no responde sólo sonríe
—¿Ya te vas a arreglar? —ella se deja caer frente a mi
—No quiero que me torturen como a ti —se encoge de hombros.
Amalia era mi amiga de toda la vida, su rostro era muy pecozo y eso la hizo sufrir en la escuela por que muchos se reían de ella. La única vez que pareció interesada en un chico fue en Zachari pero eso sólo duró un día, nunca me dijo que pasó para que dejará de estar interesada en él.
Así que ella no vivía pendiente de la moda, vestía para sentirse cómoda, no importaba si combinaba su atuendo.
—Es mi boda y ... —ella levanta la mano
—No te preocupes que usare el vestido de dama de honor —rueda los ojos —lo que hago por ti
Sonrió por que sabía que ella me miraba como una hermana no como su amiga, tía Sandy revoloteaba alrededor de ella feliz por que iba a usar un lindo vestido.
—Soportar a mamá es todo un reto, quiere que me arregle el cabello, las uñas —muestra sus dedos y suelto un jadeó al ver que se ha comido las uñas, la manicurista la mira con horror y no evita negar con su cabeza, algo que yo sabia no le importaba a Amalia en lo más mínimo —iré a darme un delicioso baño para vestirme... nada mas Rubí.
Se pone de pie y me lanza un beso, se detiene cuando Zachari extiende el vaso hacia ella.
—Toma —ella sólo se cruza de brazos
—Ya no tengo sed pero gracias —sin más pasa junto a él, Zachari aprieta fuerte su mandíbula y puedo notar que la fuerza que está aplicando al vaso lo hará estallar.
—Yo estoy sedienta —él suspira y lo extiende, rápidamente lo tomó y bebo, no entendía que rayos le pasaba a Amalia.
Editado: 28.07.2019