Sin Diferencias [hermanos Dagger #1]

~14~

La mañana fue pasando lentamente, en algún momento me había quedado dormida en la silla pero me sentía cómoda, al moverme sentí aquel olor delicioso a colonia, abró un ojo y me doy cuenta que estoy en el pecho de mi esposo, rápidamente me separó y me acomodo en la silla. Me niego mirarlo a los ojos.

—Rubí —levantó la mirada, mamá tiene en su mano un vaso —Toma este jugo, no has almorzado, deberían ir a comer, tu padre está dormido.

—Vamos, te llevaré a almorzar — Landon me está observando pero niego

—No tengo hambre —tomó el vaso de la mano de mamá y bebo de un trago todo el contenido. Mamá me mira asombrada pero realmente tengo mucha sed

Mi esposo se pone de pie y me mira con indiferencia

—Cómo quieras, iré a almorzar —lo veo marcharse y siento aquel vacío dentro de mi corazón.

—No me quiero meter en tu matrimonio pero si sigues con está actitud, tu esposo te dejará —me encojo de hombros mientras centro mi mirada en el vaso —Landon te ha tenido paciencia pero se va a cansar de tus desplantes y cuando eso pase será tarde hija,  él es un buen hombre.

No respondí por que sabía que si lo hacía iba a llorar, me sentía triste

Mamá se fue a sentar aparte para conversar con mis tíos que acababan de llegar.

Recosté mi cabeza en la pared y cerré los ojos. Hacia mucho tiempo había jurado que nunca más iba a sufrir por Landon.

Los días fueron pasando y papá iba mejorando, mis dias los pasaba en el hospital y el ver a mi esposo se hizo cada vez más esporádico. Landon se centró en la empresa, en nuevos proyectos, reuniones con posibles nuevos inversionistas.

En las noches me acostaba sola y despertaba sola, la única prueba de que mi esposo durmió junto a mi era la huella de su cabeza en la almohada.

—Hoy le dan de alta a tu padre —mamá sonrió mientras guardaba los artículos personales de papá.

—Son maravillosas noticias —sonreí y por fin mi corazón sintió un momento de felicidad.

—Tú padre está impaciente por llegar a casa, odia los hospitales

No respondí y mientras mamá continuaba conversando, yo me sumi en mis pensamientos oscuros por que si, estos últimos días mi mente era mi peor enemiga, pensaba que en las noches mi esposo se quedaba con Edith, pero quizás ahora que mis padres estarían en casa, llegaba más temprano.

—¿Estás bien? —parpadeó y miró a mamá

—Lo estoy —respondó automáticamente, mamá me miró un instante pero no dijo nada y continuó guardando en su bolso.

Por la tarde llegamos a casa, papá iba tomado de la mano de mamá, siempre que los recordaba era así, pendiente el uno de el otro. Desvíe la mirada hacia la ventana del auto. Yo estaba recién casada y ya tenia una semana sin ver a mi esposo. Al llegar a la casa, suspiré mientras abrían el gran portón, me gustaba ver como se veía de imponente la mansión de mis padres, recortada en el bello cielo azul, el camino hacia ella bordeado de hermosos arbustos bien cuidados, la gran fuente de piedra en el frente, el chófer bajo y nos abrió la puerta, al bajar, espere a mis padres para entrar con papá. Por un momento tuve miedo de no volver a verlo pero aquí estaba con nosotros. Los trabajadores de la casa estaba todos de pie en una línea recta, en sus rostros se dibujaba una sonrisa de afecto. Mis padres siempre fueron buenos jefes con ellos.

Le dieron la bienvenida a papá y nos dirigimos al ascensor interno para subir a la habitación de papá, él sonrió, supongo recordó todas las objeciones que le puso al diseñador cuando remodelaron la mansión, él se opuso tajantemente a la inclusión de ascensores internos en la mansión, pero al final termino cediendo ya que mamá dijo que en algún momento serían de utilidad y había llegado ese día. 

Al llegar a la planta recorrimos despacio el largo pasillo, papá apretaba mi mano y sonrío

—Pensé que no iba a regresar a casa —murmuró y yo sólo mordí mi labio inferior. Lo acomodamos en su enorme cama y mamá se dirigió a darse una ducha, sentía la mirada de papá sobre mi, mientras sacaba sus artículos personales de la maleta —Hay tristeza en tu rostro Rubí —negué con la cabeza y seguí en mi labor —No olvides que soy tu padre y te conozco muy bien.

Me detengo y lo veo

—Estaba preocupada pero ya estas aquí papá —no mentía

Él extendió sus brazos y como cuándo era una niña, corrí hacia sus brazos y me refugié en ellos, sentir su olor, su calor me hizo quebrarme y lloré.

—Mi niña —murmuraba papá en medio de caricias en mi espalda.

—Estaba aterrada —confesé cuando pude hablar, me aferre a sus brazos y cerré los ojos.

Landon

—¿Aún aquí? —Zachari me obervaba desde la puerta del despacho, pasó una mano por mi cabello y dejó los documentos en el escritorio.




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