Sin Diferencias [hermanos Dagger #1]

~15~

—¿Dónde estabas? —Josh se hizo a un lado para que entrará, su rostro estaba contraído por el enojo.

—En el hospital Josh —me senté y suspiré —debemos hablar.

Josh se acercó a la mesa del café y tomó un frasco de pastillas.

—Ya estoy tomando tratamiento

Muerdo mi labio inferior

—Josh... —él sonrió un poco triste y pasó su mano por su cabello.

—No quiero morir Rubí —susurra y lo veo caminar hacia mi para luego dejarse caer de rodillas, apoya sus brazos a ambos lados de los brazos del sillón —Desearía vivir toda mi vida junto a ti.

Abro más los ojos y niego con la cabeza

—Josh ... —pero él se niega a escuchar

—Quiero que seas mía Rubí —toma mi mano entre la suya y besa mis dedos

—Josh... —murmuró

—Sé mi esposa —a como puedo me pongo de pie pero eso sólo ocaciono que Josh me abrazara por las piernas — se mía, no puedes negarme ese deseo... estoy muriendo.

—Sueltame Josh —él levanta su rostro, veo sus ojos en los cuales hay confusión.

—Rubí, no seas egoísta por favor, es mi único deseo, morir junto a la mujer que amo... yo quisiera —lo escucho sollozar, mi corazón se acelera al escucharlo sufrir — que tuviéramos un hijo.

Niego y me suelto de su abrazo, él sigue en el suelo, observándome, su rostro está dolido.

—Rubí...

—No puedo — le estoy dando la espalda

—¿Por qué soy pobre? —eleva la voz —eres igual a tu familia —declara —jamás te casarás conmigo por no ser de tu condición.

—Josh —él ha avanzando rápidamente y me sujeta del brazo con fuerza, siento mi espalda estrellarse contra la puerta, su mirada es de odio, su mandíbula está presionada con fuerza.

—Josh —la voz de la mujer fue firme, él me suelta y me mira con arrepentimiento.

Su madre está en el umbral de la puerta, su mirada está centrada en su hijo. Ella una mujer alta, delgada con un rostro austero, se notaba que en su juventud había sido una mujer muy guapa pero el sufrimiento la había hecho verse dura, fría.

—Rubí, disculpa el comportamiento de mi hijo, a tenido días malos y la soledad no le ayudo mucho — me abrazó a mi misma.

—Disculpa Rubí —Josh trata de acercarse pero doy un paso atrás —¡Perdóname! —declara con lágrimas en los ojos

—Yo... debo irme

—Rubí... lo dije en serio, seria inmensamente feliz... en mis últimas días si aceptas casarte conmigo.

Miré a su madre y luego a él, mi brazo aún dolía por la fuerza con la que me sujetó,  sin decir nada más me giré y salí de la casa. Corrí hacia mi auto, me sentía mal, Josh estaba muriendo y me pedía ser su esposa... pero yo era la esposa de Landon.

Me sobresalto al escuchar que golpean la ventanilla de mi auto, Josh está ahí,  de pie, con lágrimas en los ojos. Junta sus manos como suplicando, cierro los ojos por un momento mientras luchó internamente en si bajar o no del auto. Noto su dolor y abró la puerta para bajar, él se acerca y pone ambas manos en mis hombros, sus lágrimas recorren sus mejillas.

—Perdóname, nunca te he lastimado y lo que hice no está bien —susurra en medio del llanto.

Él me atrae a su cuerpo, siento que me rodea con sus brazos. Recuesto mi cabeza en su pecho mientras él me abraza. Sentí tristeza en mi corazón al saber que él estaba muriendo y yo no podía hacer realidad su deseo.

Con sus dedos levantó mi barbilla e inclinó su rostro, no podía besarle más, ya no era una mujer libre, suavemente giré el rostro y recibí su beso en la comisura de mis labios.

Landon

Solté un puñetazo en el volante del auto, sentia un hormigueo en todo mi cuerpo, mi sangre estaba hirviendo. Tire el móvil en el asiento del copiloto y acelere...

Me interné en las calles de la ciudad, iba sin rumbo, el video que Edith me acababa de enviar iba tan presente en mi mente, mi esposa en los brazos de su supuesto ex, recibiendo un beso....

Apreté con fuerza el volante y seguí sin rumbo. Me detuve más tarde en un bar, entre ahí y al sentarme en la barra, pedí una bebida fuerte... quería borrar de mi memoria ese abrazo y ese beso.

Rubí

—Landon esta llegando muy tarde —levantó la mirada y mamá está observándome con reprobación —el trabajo es importante pero no al extremo.

No respondí y seguí leyendo mi libro pero realmente sólo miraba las letras sin entenderles, llevaba una hora en la misma página.

Cuando me canse de intentar leer, me puse de pie y me despedí de mamá, ella acomodó sus lentes de lectura, miró alrededor del estudio y soltó un suspiró.

—Rubí —me detuve —lamentó meterme en tu vida, debes pensar que soy una vieja metiche.

—No te preocupes madre, descansa —salí del estudio y apresuré el paso hacia mi habitación, al abrir la puerta, desvié la mirada de la cama vacía.




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