Sin Escape

Capitulo 7- Sepelio.

A la mañana siguiente despierto para encontrarme que Caín se fué hace algunas horas, cuando mi familia me lo hace saber finjo que ya sabía, y que antes de irse se despidió de mi. Algo que es mentira. 

La sepultura de mi abuela está estipulada para las 2 de la tarde. Luego de desayunar, subo y tomo una ducha rápida. Me decido por usar un atuendo cómodo y saco un jeans negros y un suéter blanco con capucha, una vez lista, me dirijo a la cocina para pasar allí las siguientes tres horas preparando comida para las personas que estuvieron despiertas toda la noche.

-Eso huele delicioso. Dice Ender entrando a la cocina.

-Es solo un revoltillo de huevos. Le hago saber mientras el se apoya a mi espalda y rodea mi cintura con sus manos.

-Yo quiero.

-Ya te sirvo. Digo sirviendo el desayuno para mi primo.

-Yo también. Dicen los demás sentándose en la mesa.

Los detallo a cada uno y me dispongo a servirles comida.

-¿Después de la sepultura te irás? Pregunta Fabricio mientras muerde su arepa rellena.

-Si. Tengo cosas que hacer.

-Caín estaba extraño. No estaba muy hablador.

-Es cierto. Coinciden los demás.

No respondo a eso y continúo mi faena. Decido solo estar para la sepultura y desde allí salgo a la capital. Necesito resolver muchas cosas de mi vida y el estar aquí no me ayudaría.

-A tu abuela le hubiese gustado que continuáramos con nuestras vidas, así que me parece bien. Además estás recién casada y debes estar con tu esposo.

-Buenos días Pá. Digo al verlo entrar a la cocina.

-Buenos días Princesita. Contesta mientras viene y deposita un suave beso en la mejilla.

-Eso huele muy bien. Dice y sonrío mientras tomo un plato y le sirvo la comida.

Después de eso, las siguientes horas estamos con los trámites de la sepultura, la misa y todo lo que esto corresponde. No pienso en ningún momento en Caín mientras nos dirigimos al cementerio. Recuerdo las ultimas veces que estuve en un lugar como este pero en otro Estado. Mérida. Primero con Eduardo y después con mi Mamá. En todo momento sostengo un ramo de flores en mi mano y con la otra sujeto la de Papá. Mientras el féretro va delante, nosotros los familiares vamos detrás, siento las miradas de los presente y los ignoro a cada instante.

La ceremonia transcurre lenta y mientras el sacerdote recita la misa, yo me desconecto. Solo estoy allí observando el ataúd, color marrón donde yace el cuerpo de mi abuela. No soy consiente de que ha terminado la misa y escucho el llanto de mis tías. Me niego a llorar una vez más y rememoro los momentos de alegría vividos con mi abuela, desde las fiestas decembrinas, cumpleaños y días de vacaciones cuando hacíamos las fogatas. Recuerdo el día de mi boda y lo emocionada que estaba por los dos.

Si lo hubieses sabido abuela.

Una vez terminado el sepelio, solo quedamos los familiares, así que beso el ramo de rosas y lo deposito lentamente sobre las demás flores.

Gracias por tanto cariño abuela Elena. 

Te amaré siempre.

Y con este ultimo pensamiento, todos nos retiramos del lugar. Voy rodeada en un costado por el brazo de mi padre mientras caminamos hacia el estacionamiento.

-Prometo que te llamaré al llegar a la capital. Digo a mi papá quien me trajo hasta el terminal.

-Necesito resolver algunas cosas y después prometo pasar algunos días aquí con ustedes. Le aclaro mientras tomo su mano y beso sus nudillos.

-Entonces esperaré tu llamada. Ten mucho cuidado y dale saludos a Caín de mi parte.

-Se los daré. Te quiero mucho Papi.

-Y yo a ti princesita. Dios te bendiga.

-Amén. Cuídate mucho y come sano. Digo como tantas veces que me despido de el.

-No te prometo nada. Pero haré el esfuerzo. Y es así, que luego de un beso y largo abrazo, minutos después salgo en camino hacia la capital.

Una vez en mí asiento, soy consciente de las horas que tengo acompañada nada más que con mis pensamientos. Cierro los ojos y me niego en pensar en el hombre que se convirtió en mi esposo y el que en momentos actuales no reconozco.

-¿Se encuentra bien? Me interrumpe una señora a mi lado. La miro y veo que es una mujer mayor ojos claros con el cabello un poco blanco.

-Si. Digo y es en ese momento donde me doy cuenta que estoy llorando. Me limpio los ojos y finjo una sonrisa.

-Nunca me han gustado las despedidas. Digo para excusarme y la señora me sonríe cálidamente, mientras se distrae sacando un libro para leer, mientras yo finjo dormir.

Quizás será por el agotamiento de estos días que no me toma mucho dormirme, agradezco hacerlo, cuando abro los ojos me sobresalto.

-Disculpe niña, hemos llegado. Me hace saber la señora a mi lado.

-Si, gracias. Digo con voz ronca por el sueño. Me incorporo y arreglo mi cabello con las manos para darme un mejor aspecto.

Tomo mi pequeño bolso con las pocas pertenencias y camino hacia la salida y tomar un taxi. Pero antes de hacerlo me encuentro con un auto familiar, al acercarme veo que de el descienden Hugo y los gemelos. Al verlos siento un vacío en el estomago pero disimulo mi reacción caminado hacia donde se encuentran.




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