A Caín le dieron el alta médica hace una semana. Por más que insistimos que estuviese más tiempo en el hospital, se negó rotundamente alegando que se sentía mejor y que odiaba los hospitales. Es por eso que actualmente hemos estado viviendo en la casa nueva.
Nuestra casa.
Con respecto a la seguridad, yo creo que ni el presidente está tan seguro como nosotros en este momento. A los dos días de llegar aquí, me enteré que todo el barrio está repleto de funcionarios policiales, guardias nacionales, militares entre otros. Por lo que es muy común en este caso, que esté algún conocido de Caín en casa.
Si, me he acostumbrado a ver distintos uniformsdos a en los alrededores. Por las conversaciones me he enterado de que a algunos los conoce por sus tiempos de aprendiz en la academia. A Yenifer Colmenarez también la veo, para mí desagrado.
Paciencia.
Y es que viene seguido a visitar a Caín. Desde esa vez en el hospital no hemos cruzado más de una palabra y es mejor así.
-Se encuentra bien. Dice Vanesa al salir de la habitación y me saca de mis pensamientos.
-¿Cómo lo viste?.
-Debe seguir guardando reposo y todavía no debe hacer mucho esfuerzo.
-Nada de ejercicios.
-Nada de ejercicios. Afirma y es que una de las cosas que le dije al llegar es que quiere entrenar.
-Sii por mí fuese estuviese recuperándose en el hospital y no aquí.
-Tambien pienso lo mismo, pero ya sabes cómo es.
-Si, eso para que decirlo. Dice Vanesa quién viene a hacerle su chequeo diario.
-¿Siguen durmiendo solos?.
-Si. Digo secamente.
-Deberian de solucionar lo de ustedes.
-No quiero hablar de eso.
En vista de todo lo que ha pasado en nuestras vidas, hemos estado durmiendo en habitaciones separadas, ninguno de los dos ha dicho nada de nuestra situación. Creo que por ahora lo importante es que primero se recupere.
Yo soy quien se encarga de su cuidado en las noches, desde que estamos aquí, soy un completo desastre para dormir, solo lo hago unas cuantas horas en el día. Por la noche me despierto en medio del llanto después de tener una pesadilla donde Caín no despierta y estoy sola frente a una lápida con su nombre y apellido.
El no lo sabe, pero en estos últimos días, corro hacia su habitación y sin el valor de entrar me siento y concilio el sueño a un lado de su puerta. Es estúpido, lo sé, y si el se ha dado cuenta no ha dicho nada y en el fondo se lo agradezco.
-Elisa.
-¿Si? Miro a Rodrigo.
-Debes decirle algo a mamá. Al oírlo sonrío y recuerdo nuestra conversación.
-Rodrigo y yo irémos por un helado para Caín. El dice que es bueno para su recuperación. Digo y le guiño el ojo.
-El mejor medicamento. Dice ella siguiendo la corriente.
-Vayan mientras espero que Roberto llegue. Así hablo unas cosas con Caín con respecto a las terapias.
-Será rápido. Digo y me levanto.
-Toma mis llaves. Dice la madre del niño quien para ese entonces ya celebra nuestra salida.
-Ya nos vemos. Digo mientras tomo lo que necesito y salgo con Rodrigo en busca de un helado para su tío.
Después de 10 minutos vamos en la Terios color blanco rumbo al supermercado. Rodrigo va en la parte de atrás con un Cubo Rubik en sus manos mientras tararea una suave canción que se oye por el altavoz. Conduzco con cuidado y me doy cuenta que es muy liberador salir sin que nadie te esté seguiendo. Caín insiste en que en todo momento esté escoltada por algún funcionario, pero me niego rotundamente a hacerlo.
Trato de disimular que me incomodan los funcionarios, pero ninguno de los dos ha dicho nada de nuestra situación, las pocas ocasiones en que estamos solos, cruzamos unas pocas palabras con respecto al clima o alguna comida que le apetezca.
No hemos hablado de nada más.
Mi familia del Llano, se fue hace algunos días y quedaron en visitarnos pronto. Ninguno comentó nada de porqué Caín y yo estamos en habitaciones separadas y en el fondo lo agradecí. Todo este hecho se encuentra en investigaciones y según lo que sé, todavía no se sabe quién entró a mi casa esa noche.
-Llegamos. Digo mientras me estaciono.
-Vamos. Dice el niño mientras se quita el cinturón y abre la puerta.
Yo por mi parte tomo mi cartera y salimos del estacionamiento rumbo al lugar. Caminamos tomados de la mano y sentirlo aquí conmigo, hace que imágenes de un hijo mío y de Caín pasen por mi mente. Pero, así como llega este pensamiento así mismo lo desaparezco, junto con lo demás.
Entramos al lugar y tomamos un carrito de compras, aprovecho de equiparme con algunas cosas y enseguida veo a Rodrigo correr hacia la sección de refrigerados.
-Llevemos de arequipe. A mi tío le gusta.
-Llevemos de arequipe. Aseguro y a los minutos tenemos un buen equipaje de helados, frutas y dulces.