Sin Escape

Capitulo 32-Daniel Morris.

Poco a poco soy consciente de distintas voces. 

Escucho atentamente y en este momento escucho conversaciones que se llevan a cabo en inglés. Suspiro y por solo un momento me siento desorientada hasta que caigo en cuenta de todo lo que ha ocurrido.

 Decido quedarme allí pero, solo puedo traducir algunas frases de este idioma.  Me incorporo y siento un leve mareo.

Abro los ojos y observo mi alrededor, distingo una luz blanca proveniente de una pequeña lámpara en el techo. 

Es de noche.

Pienso para mis adentros.

Me siento y me pregunto cuántas horas han pasado desde que Álex y yo llegamos a casa. Busco mi teléfono celular y no lo encuentro por ningún lado.

Joder.

-Nuestra Bella durmiente ha despertado. Busco el lugar de donde proviene esa voz y me doy cuenta que no reconozco al hombre en frente de mi.

-Elisa Cristina Villasmil Liévanov. Hasta que por fin nos conocemos.

-¿Quién es usted?. Digo con voz grave.

Miro al mi alrededor y me doy cuenta que estoy en un espacio grande  con casi nada a mi alrededor. Veo solo una mesa y dos o tres sillas. Trato de moverme y siento mi cuerpo débil.

-¿Deseas algo?. Dice en tono frío.

-¿Qué quieren de mí?.

-De una vez al grano. Eso me gusta.

-Deja el rodeo. ¿Qué hago aquí?.

-Lo sabes. 

-No sé de qué hablas.

-Te lo preguntamos por las buenas Elisa.

- ¿Quién es usted?. Agrego y observo al hombre alto rubio y de ojos azules que está a pocos metros de mi.

-Daniel Morris. Pero puedes llamarme solo Morris. He oído mucho de ti. Pero lo que no me dijeron es que eres muy bonita.

-No sé que quieren de mí. Repito.

-Nada del otro mundo. Solo 70 kilos de cocaína que nos pertenece.

¡Oh no!.

-Ese día les dije que no sé nada. Si así fuese, mi familia materna lo sabría o en todo caso ya lo hubiese entregado.

-¿A quién?. Pregunta y al ver que no respondo el continúa.

-¿A la policía?. Se muy bien que tienes contactos exclusivos con los del CICPV.

-Yo no sé nada. Repito.

-Puede que sea verdad. Pero algo nos dice que estás mintiendo. 

-No tengo porqué mentir.

-Conocíamos a Eduardo. Por más que nunca nos hablo de ti, siempre supimos que tenía motivos de alejarte de todo el negocio. Con respecto a la mercancía, no creemos que haya desaparecido por arte de magia.

-Yo...

-Calla. Me interrumpe y veo como levanta su mano y un hombre le acerca una silla.

Detallo a el tal Morris, quién lleva un traje de color azul oscuro y corbata negra. Son colores que le hace resaltar el cabello rubio. Lo veo tomar asiento y cruzar una de sus piernas sobre la otra. Me observa  detenidamente y se apoya en el brazo de la silla.

-Eres testigo de que quise todo por las buenas.

-Déjeme ir o se arrepentirá.

-Déjeme ir o se arrepentirá. Agrega mofándose.

-No estás en posición de amenazarme y menos sabiendo que en este preciso momento tengo a 5 hombres en Apure buscando a tu papá.

Al oír lo que dice me acerco y sin inmutarme me pongo de pies y lo miro a los ojos.

-Por tu bien no te atrevas a hacerle daño. Amenazo.

El se ríe y se levanta para quedar frente a mi, aquí veo que me saca unos cuantos centímetros de estatura.

-Te repito que no estás en posición de amenazar.

-Te lo advierto. Gesticulo mirándolo a los ojos. El sonríe ladea la cabeza hasta volverme a mirar.

- Lo que me dijeron es cierto. De que tienes agallas, las tienes. Y no sé por qué eso me gusta.

-No te acerques a mi familia. Digo sin miedo.

-¿Y si lo hago qué?.

-Te arrepentirás toda tu miserable vida. 

-Te lo repito una vez más. No.estas.en.posicion.de.amenazar.

-Me importa una mierda. Si te acercas a mi fam...

No logro decir nada más cuando siento el impacto de su mano en mi mejilla. Un impacto que me hace tambalear y caer.

-Cállate. Dice y yo siento arder la mitad de mi cara.

-Eres un maldito. Gesticulo y escupo para ver mi sangre en el piso. El me toma del cabello y me hace incorporar, me quejo por el dolor y expone mi cara para que quede a su vista.

-Me gusta ser un maldito. Agrega esta vez mirando mi rostro.

Lo veo detallarme y enseguida siento como limpia mi labio con su dedo. Al hacerlo me encojo por el dolor.

-Shii. Tranquila. Si no me dices dónde está mi droga lo siguiente que sentirás es una bala atravesando tu cabeza o quizás antes de eso, verás a tu papá con la de él en medio de las cejas.




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