Sin Escape

Capitulo 41- Ezequiel Villasmil.

Elisa.

Escucho un suave pitido proveniente de algún lugar. Me concentro en el y sé que mi alarma no suena asi.

Abro los ojos y me doy cuenta que estoy retrasada para ir al colegio. Trato de moverme y siento un dolor en el pecho.

-Tranquila. Dice la voz de alguien que reconozco inmediatamente.

Al aclarar la vista puedo distinguir mejor las paredes blancas y no se dónde estoy. Cierro los ojos y vuelvo a abrirlos cuando siento a alguien sosteniendo mi mano.

-Hola. Dice esta persona y yo me siento desorientada.

Veo el rostro preocupado de mi papá y me pregunto por qué está aquí.

-¿Dónde estoy?. Digo con voz grave y me aclaro la garganta.

-En el hospital. ¿Recuerdas lo que pasó?.

-No. Balbuceo pero en este instante, imágenes van y vienen en mi cabeza.

Un secuestro.

Daniel Morris.

Caín.

Ellos en mi casa.

La droga.

Un disparo.

Comienzo a respirar fuerte cuando recuerdo el rostro de Caín a lo lejos de donde yo estaba. 

Había un arma en mi cabeza.

-¿Dónde está Caín!. Pregunto mientras miro a mi alrededor.

-Tranquila. Está afuera.

Recuerdos de el atado y siendo torturado por dos hombres me inquieta.

-¿Dónde está papá?. Digo y escucho como la máquina que monitorea los latidos de mi corazón comienza a sonar rápidamente.

Trato de levantarme pero mi hombro duele mucho.

-Tranquila. Quédate quieta.

-Necesito verlo. Suplico.

-El no va a venir. Dice mi papá mientras sostiene mi mano.

-¿Por qué?. Pregunto asustada.

-Porque tienen prohibido acercase a esta habitación. Lo miro y el parece entender mi cara.

¿Tienen?

-El que estés aquí, es su culpa y la de su equipo. El muy imbécil permitió que te dispararan.

¡Oh!

Miro el techo y suspiro. Recuerdo que mientras estaba en el suelo y antes de perder el conocimiento, escuché como en sus brazos me decía una y otra vez que lo sentía.

-Necesito verlo.

Necesito saber qué está bien, cuando salí de ese lugar mi corazón se quedó con el. En todo momento he pensado que estaba herido.

-Lo sé. Dice mi papá sacándome de mis pensamientos. Lo veo como se levanta de la silla y se aleja unos metros.

-...Sé que es tu esposo y lo amas, pero estoy furioso con el, con su equipo, tu familia materna, Eduardo, con todo el maldito mundo.

-Papá...

-Estuve a punto de perderte. Musita con dolor y lo entiendo perfectamente.

-...¿Y sabes qué?.

-¿Que pasó?.

-Te pude perder por mi culpa.

-No es así.

-Yo encontré la droga y algo más. Confiesa.

-¿Fuiste tú el que la sacó?.

-Si. Y de inmediato me comuniqué con tu primo. 

Con respecto a lo que me dice, ahora entiendo todo. Recuerdo a Daniel Morris hablar por teléfono y nombrar a mi primo.

-Tranquilo. Lo hiciste para ayudarme.

-Sé que lo de Caín y tú está un poco complicado. Dice y me percato de que lo hace para cambiar de tema.

-¿Lo sabes?.

-Si Elisa, me he dado cuenta desde hace tiempo que lo suyo no está bien.

-Gracias por no decir nada.

-¿Lo amas?. Pregunta mi padre y yo suspiro con dificultad.

-Si. Pero...Son muchas cosas que no me dijo al principio. 

-Cosas ¿Como qué?.

-... Cosas de tu hermano. Al decir esto asiento.

-En gran parte si. Pero también está que siento que me casé con un desconocido.

Aunque en el fondo sé que todo tiene que ver.

Mi hermano.

Sus mentiras.

Todo.

-Sé que nunca hemos hablado de lo que pasó esa noche. Agrega mi papá mientras se sienta a mi lado.

-No quiero hablar de eso. Confieso al saber a lo que se refiere.

-Tienes que hacerlo.

-No.

-Tu hermano estaba metido en algo grande.

-Papá no.

-...Tu madre y yo lo supimos al instante en que llegó de sus vacaciones en Escocia.

-Por favor. Suplico.

-Eduardo se volvió alguien muy diferente. 




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