Sin Escape

Capitulo 43- Giuliana Contreras.

-¿Estás bien?. Pregunta mi papá cuando llego a su lado.

-Si. Confieso y el me recibe en un abrazo.

Hace dos horas que me dieron el alta en el hospital. Al tener una orden emitida por un juez lo primero que hice al salir, fue venir hasta el CICPV. 

-¿Todo bien?. Pregunta Jean.

Mis primos llegaron esta mañana de Apure y agradezco tanto que esten aquí con nosotros.

Les hago saber por todo lo que pasé y a diferencia de esa vez que Yenifer Colmenarez me interrogó de la manera más ruin que pudo, esta vez no fue así.

Estuve acompañada en todo momento por un abogado. Otra persona fue quien me hizo las preguntas y esta vez decidí hablar con la verdad.

Fuí sincera al decir que no sabía nada de esa droga sino hasta hace unos meses atrás. También confesé que la dejé en el mismo lugar y que no avisé a ningún ente policial por miedo. Con respecto a su desaparición no supe nada y por sugerencia de mi abogado con quién me entrevisté antes, evité decir que mi padre fue el que la sacó de allí.

 Este hombre quien me acompañó hasta hace algunos minutos, es el mejor abogado de Caracas, así me lo hizo saber Vanesa, ella fue quien me lo recomendó por sugerencia de Caín.

Caín.

Hace dos días fue la última vez que lo ví. Esa mañana al salir de mi habitación y después de haber hablado con el, no lo he vuelto a ver y no me atrevo a llamarlo porque sé que está enfadado conmigo.

-Ven aquí. Dice Ender y me abraza con un poco de cuidado.

-En los líos que te metes por no hablar con nosotros.

El médico quería que me quedara un poco más de tiempo en observación pero me negué. En este momento llevo el brazo inmovilizado y con una orden de reposo de una semana, para que después comience la rehabilitación.

-¿Viste a Caín?. Pregunta uno de mis primos.

-No. Confieso.

-Más le vale que no se acerque a ti. Dice mi padre.

-Tio, es su esposo y claro que se tendrán que cruzar en algún momento.

-Hablando del rey de Roma. Escucho decir.

-...Y él que se asoma. Susurra Fabrizio.

-Hola. Escucho su voz y lo miro al estar frente a nosotros. Veo que lleva sus gafas y recuerdo que una vez me dijo que no le gustaba usarlas. 

Me confesó que los de contacto eran un poco incómodos, pero que los prefería antes de que lo vieran con estas. Recuerdo también, que esa vez le dije que a mí me gustaba que las llevara porque lo hacían ver muy sexy.

Como ahora.

-¿Cómo estás Primo?. Saludan los hombres a mi alrededor sacándome de mis pensamientos.

-¿Estás bien?. Pregunta dirigiéndose a mi. Asiento sin decir nada más.

-Necesito que me acompañes un momento.

-Ya el interrogatorio terminó. Dice mi padre y por su tono de voz, sé que sigue molesto con el hombre quien esta vez, viste de civil y no su uniforme particular.

-Es solo un momento.

-Nos vemos en casa. Digo saliendo del abrazo de Ender.

-No, te esperaremos aquí.

-Solo será un momento. Agrega Caín.

-Cuídala, pero esta vez sin idear planes que arriesguen su integridad. Escucho a mi papá y Caín solo asiente.

-Ya nos vemos. Musito para los cuatro hombres quienes dejo atrás.

Nos alejamos y entramos nuevamente al CICPV. No se me escapan las miradas de algunas personas y bajo la cabeza deseando ser invisible en este momento. Caín va a mi lado y no sé si se percate de que ya no quiero estar en este lugar. Avanzamos y entramos a la cafetería, pero antes de ubicarnos el se detiene en frente de mí.

-Giuliana Contreras está aquí. Lo miro con los ojos de par en par y asiento. 

-Tranquila. Estarás bien. Ya he hablado con ella. Aquí recuerdo su nombre y sé que de una vez por todas sabré nuestra conexión.

-Vamos. Dice esta vez y al avanzar coloca su mano en mi espalda.

Agradezco este simple gesto que me tranquiliza y caminamos hasta que en la distancia veo una mesa ocupada por una sola mujer. Para mi sorpresa y antes de llegar, hacemos contacto visual. No sé si son ideas mías pero creo verla sonreír al vernos llegar.

-Hola. Agrega mientras se levanta para recibirnos.

Detallo sin disimulo a la mujer en frente de mi y sé que nunca antes la he visto en mi vida.

-Tomen asiento. Agrega señalando los puestos en frente de ella y con esto puedo distinguir un perfecto idioma castellano.

-Gracias. Digo cuando Caín aparta una silla para mí y luego el ocupa la otra.

-Sé que te preguntarás que haces aquí conmigo.

-La verdad si. Confieso.

-Mi nombre es Giuliana. Nunca nos hemos visto pero, sé todo de ti. Siento mucho lo de tu abuela. Agrega y yo no sé qué responder frente a esto.

-Gracias. Digo y la miro directamente a los ojos.




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