Sin Escape

Epílogo.

Caracas, Venezuela.

En algún lugar de la ciudad...

Despierto a las 5 de la mañana y decido que para despertar necesito un trote suave por la ciudad.

Mientras me visto puedo observar a Elisa y a Margaret dormír plácidamente en nuestra cama. Mucho tiempo atrás me despertaban pesadillas con respecto a mi trabajo. Pero ya no, puede que en algunos casos, me despierte una niña de cabello rojizo para que se le dé espacio en nuestra cama.

Como hace algunas horas atrás. 

Las observo sin despertarlas y veo sus cabellos como el cobre desparramados por la almohada y sonrío. 

Mi hija tiene 5 años y es mi adoración. A pesar de que tiene su habitación ella insiste en que le da frío de noche y prefiere dormir con sus padres. 

Ni Elisa ni yo nos negamos a eso.

Al saber de su llegada la imaginé tal cual es, y a diferencia de Elisa siempre supe que sería una niña. Mi esposa decía que sería niño pero yo estaba seguro que no. Margaret tiene mi carácter, pero también es dulce como su madre. Dejo un beso en la mejilla de cada una y ninguna se mueve del lugar.

Después de alistarme salgo a la mañana capitalina y comienzo con un estiramiento rápido, para seguidamente continuar con un trote por las calles de Caracas.

En otro día no haría esto, pero estamos de vacaciones y en días como estos aprovecho para ejercitarme. Tengo casi 39 años y debo mantenerme siempre en forma. Mientras comienzo el trote, pienso en mi vida y en como esta ha dado un giro inesperado desde el momento, en que dejé que cierta pelirroja entrara en ella . 

Me gusta mi familia y lo que hemos creado. El estar en casa es mi momento favorito del día. Compartir con ellas, hacer tarde de películas, de juegos, de estudio y de cualquier otra actividad está por encima de cualquier otro plan. Los Marchán algunas veces nos visitan y los niños se llevan muy bien.

Rodrigo y Victoria también vienen a casa y Elisa los ayuda en sus tareas. Aunque no es su profesora de grado, ella se reincorporó a mismo colegio donde comenzó a ejercer hace tiempo atrás.

Mientras continúo el trote, pienso en que viviré eternamente para cuidarlas a mi esposa y mi hija.

Margaret.

Mi Margaret hermosa lleva el nombre de la única mujer a quien recuerdo de mi niñez.

Mi maestra.

Ella era una mujer de color con cabello afro y quién siempre me repetía una y otra vez lo mismo. Al finalizar la clase en el internado siempre me quedaba para hablar con ella. Yo tendría unos 7 u 8 años.

Eres bueno Caín.

Eres un niño bueno y muy inteligente.

Sus lecciones eras mis favoritas. Pero, al tiempo no supe más de ella y solo después al salir de ese lugar supe que la asesinaron en un intento de secuestro. Cuando me enteré quedé devastado porque siempre quise agradecerle por su enseñanza y su cariño. El conocer el motivo de su muerte, fue un hecho muy decisivo para elegir a lo que me dedicaría en la vida, por eso combato las bandas de secuestro y extorsión, para que ninguna otra persona pase por lo mismo.

Sé que ahora no lo hago de forma presencial, pero si en el aula de clases, y lo más gratificante es que cada aprendiz lleva información significativa sobre mis años en el CICPV.

Elisa sabe de la mujer llamada Margaret y su papel en mi vida. Poco a poco le fui comentando sobre mi niñez. Hablé de mis padres y por lo que viví en ese lugar. Elisa entendió y siempre me ha apoyado en todo. De hecho un día nos descubrimos coincidiendo en que queremos adoptar, pero no ahora. mientras voy sintiendo el sudor correr por mi espalda recuerdo su cara al preguntar el motivo de querer llamar a mi hija asi y al conocer sobre la razón estuvo de acuerdo.

-Sé llamará Margaret Baptista. Dijo esa vez mientras me abrazaba. 

Lo que nunca vió, fue mis lágrimas contenidas al hablarle de esa increíble mujer. La única que a diferencia de mis padres biológicos y quienes nunca se interesaron por mi, ella si me dió cariño y amor de lunes a viernes en un aula de clases.

A la hora llego a casa y las escucho hablar sobre pasteles de chocolate. Me quedo en el umbral de la puerta y sin decir nada veo como Elisa está en pijama y mi niña sobre una silla para llegar al mesón.

Las veo a las dos conversar y puedo permanecer aquí por horas. Dentro de poco iremos a Apure, esa niña es feliz con su familia del llano. Le gustan los caballos y los distintos animales que hay allí. Me enteré estos días que su abuelo le conseguirá un pony como hace años atrás lo hizo para su nieto y quién también llegará en los próximos días.

-A papá le gustan estos. Dice mi esposa

-¿De patano?. Pregunta mi hija al no poder pronunciar todas las palabras 

-Si, son ricas.

-Debemos guardarle más.

-Claro que si. Dice Elisa mientras deja un beso en sus rulos.

-¡Papi!. Grita mi pequeña al verme.

-Hola mi princesa. Digo mientras me acerco y la levanto en mis brazos.




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