Thomas
Sabia que no era buena idea dejarla sola, pero no me quedaba de otra, se había presentado algo, que Philip había llamado urgente.
- ¡Habla! - las puertas se cerraron con un gran golpe, provocando que la persona dentro del estudio se sobre saltara, derramando su bebida.
- Hola, a ti también. - decía, al sacudirse el liquido de la mano.
- Philip - lo fulmine con la mirada.
- Vale, lo entiendo - levanto sus manos en señal de rendición - pero en verdad que tenemos un problema. - dejo el vaso sobre el escritorio, sirviendo un nuevo trago - La policía la esta buscando.
- ¿ Y por qué es mi problema? - camine hasta el arrebatándole el vaso, tome un trago admirando la vista atreves del ventanal.
- Digamos, que tu nombre ha salido en más de dos conversaciones, así como, que la ultima vez que alguien la vio fue saliendo con una caja, de tu edificio.
- Creí, haber sido muy claro, cuándo te dije que no quería complicaciones.
- Y créeme, lo estoy manejando, pero... por las calles, se rumorean cosas.
- ¡¿Qué cosas?! - aprete con fuerza el vaso en mi mano y me gire para encarar a Philip.
- Una rubia, aun desconozco su nombre, esta preguntando por ella, pero no como su nombre sino por el de...
- Sky - termine por el.
- Ha estado yendo todas las noches al bar, es un milagro, que el propietario aun no abra la boca, lo tenemos vigilado, pero...
Vaciló. Terminando así con mi paciencia.
-¡¿Pero qué?! - aprete los dientes, para no lanzarle el vaso a la cabeza.
- Hay un testigo.
El vaso se hizo añicos, al estrellarse en la puerta.
- ¡RESUELVELO! ¡AHORA! - pase por su lado y antes de marcharme su voz me freno.
- ¿Qué piensas hacer? - tome un profundo respiro.
- Ir en busca de mi prometida, la abuela se quedo con ella.
Mi cabeza me palpitaba, una cosa que siempre he tenido presente es el control y en este momento mi vida carecía de el, cada paso que daba resonaba en el salón, conforme escuchaba el ruido de la dichosa celebración, presentía que algo había ocurrido.
Cansado de todo y con ganas de sacar a toda ese gente a patadas, me acomode el traje y peine mi cabello, mi mano se encontraba en el pomo, cuando Dreyer, mi mejor hombre me detuvo.
- Señor, lo sentimos, no llegamos a tiempo y...
- Habla claro Dreyer.
- Su abuela...- me masajee las sienes, no era necesario que terminara aquella frase, sabia perfectamente que era lo que había sucedido.
- Tu arma.
Desenfundando su arma, me la dio sin objeción alguna, quitándole el seguro, empujé la puerta con fuerza y entré y antes de que alguien pudiera visualizarme.
Dos disparos al aire.
El eco reventó en las paredes con violencia, el caos no se hizo esperar, copas rotas, cuerpos lanzándose al suelo, gritos, mujeres llorando, personas intentando esconderse.
-¡FUERA! - rugí con voz grave, resonante, la furia en mis ojos bastaba para que nadie se atreviera a contradecirme - ¡TODOS FUERA DE MI CASA! ¡AHORA!
Los tacones repicaban, los murmullos se arrastraban entre susurros temblorosos y uno que otro jadeo de terror. Nadie se atrevía mirarme , simplemente bajan la mira al pasar a mi lado.
Cuando el silencio finalmente cayó, el salón quedó vacío. Solo las copas rotas y los ecos de los pasoso huían conmigo.
Soltando el arma sobre una mesa, me pasé las manos por el rostro. Mi mandíbula dolía de tanto apretar. Se me revolvía el estomago de solo pensar que no logre protegerla, especialmente de mi familia.
- ¿Dónde se encuentra? - con voz cansada pregunte por ella.
- El jardín.
Recorrí la casa, hasta llegar a donde ella se encontraba. El jardín se encontraba a penumbras, siendo únicamente iluminado por la fría luz de la luna. Y allí estaba ella, sentada entre las sombras, con las piernas cruzadas y mirando al cielo.
Por tonto que suene, todo aquel enojo se desvaneció, en el instante en que la vi, di un paso firme para acercarme, cuando comencé a vacilar, era consiente que yo era el monstruo, como no serlo, fui yo quien termino con su vida, ya menos seguro que antes, me acerque a ella con temor a ahuyentarla.
No reparo en mi, al menos no hasta que me encontré a su lado, quería tomar asiento junto a ella, pero me abstuve de ello, al contrario saque un cigarro y le di un calada. Estaba a nada de terminarlo, cuando ella hablo.
- Solo... solo quería aire. - dijo en un hilo de voz.
Guarde silencio un par de segundo. Trague saliva y luego tire la colilla al pasto aplastándola con la suela.
- Yo también - dije, apenas más alto que un susurro.
Ella giró su rostro, su mirada era triste y apagada, pero aparte de ello había algo más un brillo, un toque de sorpresa.
Despejándome del tronco, me puse enfrente de ella le tendí la mano. Dudo. Sus dedos temblaron un instante antes de rozar los míos, pero finalmente la tomó. Ayudándola a ponerse de pie, la atraje a mi cuerpo.
Guiándola por la casa hasta la habitación, note que ya no temblaba, pero su mirada seguía en el suelo, al llegar a la puerta, temía en dejarla, pero era necesario, había sido un día caótico y ambos necesitábamos descansar.
Ante la luz de las lámparas, logre notar que el maquillaje se le había corrido, por impulso quise limpiarlo un poco, pero apenas mis dedos le rozaron la mejilla ella se aparto con una expresión de dolor y miedo.
Ahora que lo notaba algo andaba mal, era consiente de que mi abuela sabia golpear a la gente, especialmente para que las heridas no se notaran, pero el golpe que tenia en la mejilla, parecía inflamado, además de haber tomado rojo, casi amoratado en los bordes.
Me incline un poco, sin pensar, y le rocé la piel con los dedos. Ella se apartó de inmediato. Su respiración se agitó. Y por un instante, en sus ojos no vi a la chica delicada... vi a alguien presa del miedo, mismo que yo había provocado.