Sin escribir el destino

Capítulo 1 El extraño obsequio de la tía Rita

Mensaje de la autora

Nunca hay historias simples, por muy cortas que sean.

Espero que les guste y reflexionen en su destino y los que pueden cambiarlo adelante y los que no que puedan aceptarlo tal como es.

La autora.

Todavía recuerdo cuando los lápices servían para escribir, solo para escribir…

Recuerdo a la tía Rita, una mujer misteriosa. No era mi tía, era la tía de Sara, mi mejor amiga.

Decían muchas cosas de ella: que era bruja, porque siempre vestía de negro y también porque le gustaban los gatos y solía ponerle nombre de hombres a todos.

Así podía un día traer a Raúl, otro día a Ernesto y a veces a Ricardo. Lo más tenebroso es que todos esos nombres pertenecieron a novios de la tía Rita, a los cuales no se les volvió a ver, pero esa no es la historia.

Amaba a Sara, solía pasar las tardes en su casa haciendo deberes, pintando o cantando canciones pop. A ella le gustaba celebrarse su cumpleaños, era muy alegre y divertida. Ese año fue especial, hubo de todo: pastel, payasos, teatro y música en vivo, además de dulces variados.

Los regalos estaban en un rincón apilado y se veían interesantes hasta que Rita la llamó.

—Querida, tengo algo especial para ti.

Ambas nos emocionamos con sus palabras, pues podía ser cualquier cosa que nos sirviera de diversión y, cuando sacó el estuche de Cartier, mínimo, un collar de perlas, pensamos.

—Esto es especial para mí, ¿creen en el destino?

Nos encogimos de hombros, pues a los 8 años el destino era raro de dilucidar.

—Queridas, el destino es lo que mueve todo, ahora no lo comprenden, pero controlarlo es… Otra cosa.

—¿Controlar el destino? —preguntó, Sara.

—Sí, controlarlo.

—¿Es cómo controlar el tiempo?

—No, es diferente, esto es como estar a un paso de todo lo demás.

No entendimos nada y cuando ella abrió, quedamos impactadas cuando vimos, seis lápices negros sin puntas.

—¡Son lápices!

—No solo son lápices, son especiales, porque ellos te pueden mostrar el camino y controlar tu destino.

Solo veíamos lápices, negros y feos, nada especial.

—Les mostraré.

Rita parecía fascinada, los trataba con respeto y le pidió a Sara que la imitase.

—Un lápiz acostado y uno en cada lado.

Juntos formaban un rectángulo que se besaba.

—Ahora las palabras mágicas.

Había hasta palabras mágicas, se veía interesante.

—¡OH! Gran espíritu que lo sabes todo, dime el futuro que ignoro.

Casi me reí con esa referencia, pero lo que siguió me dejó helada.

Rita hizo una pregunta al aire.

—Dime espíritu, ¿le dieron a mi sobrina una Barbie?

Como si fuese cosa rara o loca, los lápices se movieron en sus manos juntándose en el centro como dos triángulos.

Sara soltó asustada los suyos y miró con miedo a su tía.

—Se movieron solos, no hice nada.

—Eso significa sí, recuerda eso. Ahora verifica entre tus regalos si hay una Barbie.

Ambas corrimos a la pila de regalos y rebuscamos, mi curiosidad era enorme.

—¿Se movieron o los moviste?

—Te juro, Cristel, que no hice nada, se movieron solos, se sintió raro, como una fuerza en ellos.

Cuando encontramos la muñeca pensamos que era coincidencia y regresamos donde la tía.

—Tía, me dieron una Barbie.

—Te lo dije, estos lápices no son comunes, ellos ven el destino.

—No entiendo —dije yo—. ¿Por qué se mueven?

—Porque tienen un espíritu en ellos.

Nos miramos con temor. Sara preguntó.

—¿Un fantasma?

—Es un espíritu familiar, algo especial, un antiguo amor.

—¿Y te dice el destino?

—Sí, esa es su misión, deben tratarlo con respeto siempre y hacer preguntas donde la respuesta es sí o no.

Nos dio otra demostración.

—Espíritu de los lápices, dime tu color favorito.

No hubo movimiento.

—¿Por qué no se mueve?

—Porque no es una pregunta de sí o de no.

Ella volvió a preguntar.

—Espíritu, ¿mis ojos son de color azul?

De inmediato los lápices se movieron haciendo la forma de un rombo.

—¡Ay! Qué fuerte que se sintió.

Rita dijo satisfecha.

—Es poderoso, esa forma significa que no.




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