Sin Galán, Tim

23. ¿Otro Harry?

Binna subía despacio por las escaleras, con la cabeza llena de mil cosas. Cuando escuchó a Sia hablar animadamente desde la cocina, se detuvo en el descanso y apoyó la mano en la barandilla.

- “Mañana viene Enrique con su hijo, Harry”, dijo Sia alegremente. “Será lindo conocerlo bien, ¿no crees?”, preguntó.

Binna parpadeó, sorprendida.

- “¿Harry?”, preguntó Binna, sin ocultar un poco la curiosidad en su voz. Sia asintió.
- “Sí, su hijo. Me ha contado que es un chico bastante especial”, respondió Sia.

Binna sonrió nerviosa, aunque su mente se disparaba. “¿Harry? ¿Como… “ese” Harry?”, pensó divertida y un poco confundida. Se llevó la mano al cabello, tratando de no pensar demasiado en eso. Nah, seguro es otro Harry cualquiera.

Bajó el último peldaño y entró a la cocina con paso más ligero, intentando que su voz sonara casual.

- “¿Y tú qué piensas de todo esto?”, preguntó Binna, fingiendo despreocupación. Sia la miró con ternura.
- “Pues que esto va en serio, hija. Enrique me ha pedido que me case con él. Pronto seremos una familia”, respondió Sia.

Binna respiró hondo, y sin quererlo, una mezcla de emoción y nervios se instaló en ella.

- “¿Y eso significa que… tu y Enrique…?”, se detuvo, sin atreverse a terminar la frase.
- “Sí”, respondió Sia con una sonrisa. “Estamos comprometidos. Y quiero que lo sepas de mí primero”.

Binna se sentó en una silla, tratando de procesar todo. Por un instante, la palabra “Harry” volvió a cruzar por su mente, pero decidió dejarla ahí, sin darle más vueltas. Después veremos qué pasa, pensó, mientras se preparaba para la próxima sorpresa que la vida le tenía reservada.

Binna se pasó una mano por el cabello, todavía tratando de asimilar la noticia.

- “Vaya, mamá… eso sí que no me lo esperaba tan rápido”, dijo Binna, con una sonrisa un poco nerviosa. “Pero me alegra que seas feliz”, agregó.

Sia le devolvió la sonrisa, aliviada.

- “Gracias, cariño. Quiero que seas parte de esto, de verdad”, dijo Sia..

Binna se recostó un poco en la mesa, mirando a su madre con cariño.

- “Y… ¿qué tal Enrique?” preguntó, intentando sonar casual. “A él se le ve tan…, tal vez quiera ayudarte a ‘mejorar’ tus recetas”.

Sia rió y asintió.

- “Ya me advirtió que es un poco mandón, pero también sé que es muy buen hombre. Ya verás”, manifestó Sia.

Binna pensó en Harry, y en ese detalle de que su nombre coincidía con el hijo de Enrique. No pudo evitar soltar una pequeña broma.

- “Bueno, si su hijo es tan rebelde como el que conozco, mamá, ¡prepárate para la batalla!”, dijo Binna.

Ambas rieron, y por un momento la cocina se llenó de esa complicidad que solo tienen madre e hija.

Binna se puso de pie y fue hacia la ventana, mirando hacia la calle.

- “En serio, mamá, me alegra que estés feliz. Eso es lo que importa”, expresó Binna.

Sia se acercó y le dio un abrazo.

- “Y tú, Binna, con tu universidad, tu futuro…”, dijo Sia.

Binna suspiró con emoción y nervios.

- “Dos meses y ahí voy… a empezar otro capítulo. Ya te contaré todo”, expresó Binna.

Sia la miró con orgullo.

- “Estaré aquí para ti, siempre”, dijo Sia.

Binna sonrió y se dio la vuelta.

- “Lo sé, mamá. Gracias”, expresó Binna.

La joven se preguntaba cómo le diría a su madre, sobre la extraña relación con ese otro Harry. Ella no sabía de apellidos y negocios importantes, no tenía como sospechar del vinculo que unía a Harry con el prometido de su madre; solo se dice, que cuando mamá esté más tranquila, le contará todo con calma, quizás para ese entonces su relación con el chico rebelde, ya tendrá un nombre.




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